31 Diciembre de 2016 14:59
El 2016 fue un año en que la Selección Argentina la pasó mal: los hinchas pidieron la cabeza no de uno sino de dos técnicos, y para colmo el equipo estuvo fuera de zona del Mundial.
¿Qué dicen las estadísticas? Que la Argentina jugó 15 partidos, de los cuales ganó 10, empató 3 y perdió dos (La estadística no cuenta los Juegos Olímpicos). ¿Pero cómo? ¿No dijimos que fue un año fatal? La FIFA no parece pensar lo mismo, ya que eligió al equipo del Patón Bauza como "La Selección del Año". Lo cierto es que la Argentina tenía dos objetivos: ganar la Copa América y llegar a fin de año en zona de clasificación para el Mundial de Rusia, y no logró ninguno de los dos.
Edgardo Bauza: le toca a él enderezar una nave que navega en aguas bien turbulentas.
Se pueden pensar dos cosas: a) que las estadísticas mienten; b) que los argentinos a veces se pasan (nos pasamos) de rosca con el exitismo.
El 15 de noviembre pasado, el equipo derrotó fácilmente a Colombia por 3 a 0 y se acomodó en el quinto puesto de las eliminatorias para el Mundial de Rusia 2018. Si las eliminatorias terminaran hoy, la Argentina estaría en el repechaje, es decir que debería jugar un partido de desempate ante un equipo de Oceanía para asegurar su clasificación. No es para colgar guirnaldas, tratándose de la Selección Argentina, pero tampoco es tan dramático. Todavía quedan varios partidos como para evitar el repechaje. No es tan dramático el asunto.
Brasil, de buen humor, mientras bailaba a la Seleccción Argentina en Belo Horizonte.
Dramática, lo que se dice dramática, fue la derrota del 10 de noviembre por 3 a 0 ante Brasil, en Belo Horizonte. No sólo por el resultado sino por el baile, la sensación de que había un abismo entre un equipo y el otro, de que Edgardo Bauza no encontraba ni el esquema ni el funcionamiento ni los nombres.
Pensemos en la fecha 10. Fue el 11 de octubre, en Córdoba. La Argentina perdía con Paraguay de local, en Córdoba. Dejaba una imagen sombría, oscura, putrefacta, horrible.
Pensemos en el escritorio chileno. Porque los chilenos tienen grandes escritores pero también grandes escritorios. El 26 de octubre, la FIFA respondió favorablemente a un reclamo de Chile y le dio dos puntos más, por la supuesta mala inclusión del futbolista boliviano Nelson Cabrera. Por esta medida, el 26 de octubre la Argentina -que, recordemos, venía de perder 1 a 0 con Paraguay en Córdoba- quedaba momentáneamente afuera del Mundial. Ni los ánimos ni la tabla mejoraron el 10 de noviembre, con el baile brasileño.
Nelson Cabrera, el futbolista boliviano que le sirvió a Chile para reclamar dos puntos.
Pensemos a los partidos previos a esas dos derrotas. El 6 de octubre, la Argentina empató 2 a 2 con Perú de visitante. El 6 de septiembre había empatado por el mismo resultado ante Venezuela. En otras palabras, la Argentina atravesó una racha de cuatro partidos sin conocer el triunfo en las eliminatorias. Durante esos cuatro partidos, el juego no fue tampoco lo que se dice vistoso. Ahora bien: ¿fueron esos cuatro partidos seguidos sin triunfos, con juego feo y escritoriazo chileno incluidos lo peor que nos pasó en el año? No. Desde luego que no.
Abramos un paréntesis (¿Recuerdan el accidente del Chapecoense? ¿Recuerdan que la Selección regresó de Belo Horizonte en el mismo fuckin ' avión de LaMia, guiado por el mismo piloto -Dios lo tenga en la gloria pero no lo traiga de regreso-? ¿Saben que no tenía combustible de reserva suficiente y que el viaje fue espantoso? Eso nomás. Sigamos.)
La Argentina en el avión de LaMia. La sacamos barata...
Porque 2016 fue, también, el año del papelón en los Juegos Olímpicos, el año de la segunda derrota por penales consecutiva ante Chile en la final de la Copa América y, sobre todo, el año de la renuncia de Messi a la Selección. Ahora ya pasó todo, pero bueno es recordar que el mejor jugador del mundo renunció a la Selección.
Paso a paso. La memoria y el archivo permiten explicar por qué la FIFA está completamente loca cuando dice que la Argentina fue la Selección del año. No hace falta, siquiera, que hablemos de las prestaciones futbolísticas de Gonzalo Higuaín ni del Kun Agüero.
El primer partido oficial de la Selección en el año se jugó el 24 de marzo (Ah... bue... ¿No tenían otro día peor?) Los dirigidos por Gerardo Martino (sí sí, a principios de año la Selección tenía otro técnico) derrotaron a Chile 2 a 1, en Santiago. Fue un gran resultado, aunque no necesariamente una gran actuación. Fue el día en que Lavezzi, con Messi solo frente al arco chileno, a su disposición, prefirió intentar una emboquillada imposible. Después vino otro triunfo, menos importante pero triunfo al fin: 2 a 0 ante Bolivia, de local. Y entonces llegó, hay, la Copa América.
Copa América fatal
La Selección se fijó el objetivo de ganar la Copa América. No lo fijaron los hinchas ni los periodistas: lo fijaron los propios jugadores con sus declaraciones. Había estado muy cerca en 2015 y una final espeluznante ante Chile la había llevado a perder por penales. La competencia de 2016 -la "Copa Centenario" organizada en los Estados Unidos- era una oportunidad única de dar vuelta la página. El torneo empezó de la mejor manera: con un triunfo ante Chile. Se sumaron cuatro goleadas (5 a 0 a Panamá, 3 a 0 a Bolivia, 4 a 1 a Venezuela, 4 a 0 al dueño de casa Estados Unidos) y otra vez llegó la final. Otra vez ante Chile, como en 2015. Jugando así, no nos paraba nadie. Pero otra vez, en la final, el equipo no apareció. Messi jugó un gran partido, no así la mayor parte de sus compañeros. Y entonces 0 a 0. Y entonces definición por penales. Y entonces erró nada menos que Messi... ¿será de Dios?
La dura verdad: Chile, otra vez Campeón de América.
La renuncia de Messi
Desconsolado, Lionel Messi anunció que no seguía. "Es difícil hacer un análisis ahora. La verdad que es increíble pero no se da.(...) Ya son cuatro finales las que nos toca perder. No se da, lo intentamos, lo buscamos y ya está. Lo primero que se me viene es que ya está, se terminó para mí la Selección. No se me dio, pero creo que ya está.
Messi, al borde de la renuncia. Otra Copa América: otro sapo...
Los Juegos Olímpicos
El Tata Martino se dispuso a entrenar al equipo sub-23 que competiría en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Estaba muy entusiasmado, pero los equipos locales empezaron a negarle jugadores. Un entrenamiento con cuatro jugadores, otro con tres, otro con cuatro, otro con tres... fueron quitándole las ganas. Se sumaba el hecho de que le debían seis o siete meses de sueldo. Y entonces Martino pateó el tablero: adiós Selección, adiós Juegos Olímpicos, hasta la vista, Baby... Asumió el Vasco Olarticoechea, no por su capacidad excepcional sino porque era en ese momento el único técnico en actividad que tenía la Selección. Con apenas un mes de trabajo, Olarticoechea marchó hacia un fracaso anunciado: al cabo de un triste empate con Honduras, la Argentina quedó eliminada en primera ronda, tercera entre cuatro equipos. Sí sí, Honduras nos eliminó.
La desazón de Correa: afuera de Río.
La era Bauza
En un contexto en el cual la AFA ya no tiene presidente sino "Comisión Normalizadora", Armando Pérez designó a Edgardo Bauza para suceder a Martino. Las razones nunca quedaron del todo claras: si lo llamaron por "buen tipo", por no ser caro, por su buena relación con el presidente Macri... No asumió con un consenso lo que se dice unánime de los hinchas, pero sembró cierto crédito cuando convenció más o menos rápido a Lionel Messi de regresar al equipo y estrenó su ciclo con un buen triunfo ante Uruguay. Después vino la ya mencionada "racha fatal": dos empates y dos derrotas, baile incluido ante Brasil. El 3 a 0 ante Colombia calmó las aguas, sobre todo porque con ese resultado cerramos el año. Hay jugadores, está Messi de nuevo, hay un solo objetivo importante a la vista: clasificar para el Mundial sin mayores sobresaltos, en lo posible jugando bien. Habrá que ver qué pasa en 2017. El deseo es que pase el bajón, aunque la Fifa haya dicho lo contrario.