Es una noticia horrible. Murió el Trinche Carlovich, uno de los grandes futbolistas argentinos, admirado por todos y legendario porque, siendo un crack absoluto, no le interesaba mayormente jugar en Primera y desarrolló casi toda su carrera en Central Córdoba de Rosario. Para ubicarnos un poco, digamos que Diego Maradona dijo que fue el mejor jugador que vio en su vida. Murió el Trinche Carlovich y no murió, lo mataron. El 6 de mayo le pegaron un palazo en la cabeza en Rosario para robarle su bicicleta nueva. Estuvo internado, inconsciente, en terapia intensiva, y esta mañana falleció.
El Trinche tenía 74 años. César Luis Menotti, el Pato Fillol, José Pekerman, Jorge Valdano, Carlos Griguol, Quique Wolff, Carlos Aimar, Aldo Pedro Poy, Mario Killer, coinciden en nombrarlo como un jugador maravilloso, único, irrepetible Marcelo Bielsa iba todos los sábados a verlo.Y eso que ni siquiera jugaba de 10: era volante central. Su leyenda trascendió los límites de la Argentina. El prestigioso programa español Informe Robinson le dedicó un documental exquisito, donde habla el Trinche, pero también hablan sus famosos admiradores. El periodista Alejandro Caravario le dedicó un libro. Se llama Trinche, un viaje por la leyenda del genio secreto del fútbol. Así las cosas para este supercrack que jugó apenas cuatro partidos en Primera, en Rosario Central, y un amistoso contra la Selección Argentina en el que... Vamos de a poco.
Tomás Felipe Carlovich era el nombre con el cual nació. El decía que "no se dio" lo de su consagración en Primera. Tuvo una pelea con su entrenador Miguel Ignomiriello y dejó Rosario Central. "Si no lo decís en el momento, para qué lo vas a decir ahora", decía, enigmático, sobre el conflicto que tuvo. Lo dejaron libre. "Hubo cosas que no me gustaron", decía. Simplemente eso. Para Menotti -formado en Rosario Central y vinculadísimo con la identidad histórica del equipo rosarino- aquello fue "un sacrilegio". Pasó sin escalas a Central Córdoba de Rosario, un equipo de la B. En el primer partido fue la gran figura de la cancha. En el primer partido nació la leyenda.Pronto, Carlovich tuvo más hinchas que Central Córdoba. Gente que iba a la cancha al solo efecto de verlo tirar sombreritos, hacer doble caño, encerrarse solo en el banderín del corner para salir airoso como si nada, y sobre todo habilitar a sus compañeros con una velocidad y una repentización que le permitía a su equipo ganar preciosos segundos.
En un partido con Tristán Suárez lo echaron. Tanto protestó la gente, que quería ver a su ídolo, que el árbitro lo des-echó y le ordenó que se quedara en el campo de juego.
En 1974, la Selección argentina jugó en Rosario un partido amistoso previo al Mundial de Alemania. Enfrentó a un combinado rosarino compuesto por cinco jugadores de Central, cinco de Newell's... y Carlovich. Fue el último partido antes del Mundial. El combinado rosarino ganó 3 a 1 y le dio un extraordinario baile a la Selección. Tan enorme fue el baile que los jugadores de la Selección les pedían en las pelotas divididas a los rosarinos que "aflojaran" un poco, que no los humillaran. Carlovich fue la gran figura de la cancha. "Es que entrás a la cancha, ves 30 mil personas o más y te enloquecés, querés tener la pelota vos, no se la querés dar a nadie", explicó. El entrenador de la Selección, Vladislao Cap, no tenía idea de quién era el 5 rival.
Luego del Mundial de Alemania, César Luis Menotti asumió las riendas del equipo argentino. Lo primero que hizo fue llamarlo. Carlovich no fue, Los motivos nunca quedaron claros. Menotti se reía y, en un punto, comprendía su decisión. "Le gustaba más jugar el fútbol que ser profesional", explicaba. Carlovich jugó hasta 1986. Se retiró a los 37 años, en el año en que la Selección Argentina, de la mano de Diego Maradona, ganó el Mundial 86. Diego y Carlovich se conocieron recién el año pasado, en ocasión de un viaje del plantel de Gimnasia a Rosario. Se abrazaron, se sacaron fotos juntos. La historia del fútbol argentino cerraba un círculo. El Trinche y el Diego, cada uno a su modo: dos rebeldes, dos distintos. Murió el Trinche Carlovich, o mejor dicho, lo mataron, pero nada podrá matar su recuerdo.