21 Octubre de 2015 12:30
La previa de Manchester City y Sevilla por Champions League se tiñó de violencia. Barras de ambos clubes se trenzaron en las calles de Manchester y volaron piedras, sillazos y hasta una bicicleta. El resultado de la batalla entre ingleses y españoles fue 5 detenidos y apenas un herido por un corte en la cabeza. La historia dice que los sevillanos estaban tomando unas cervezas como previa para el partido y unos hinchas “ciudadanos” se organizaron para ir a buscarlos.
Manchester City- Sevilla tuvo encontronazos callejeros en la previa entre sus hinchas.
Aunque algunos prefieran resaltar que el fútbol es violento sólo en Argentina, donde se juega sin público visitante en las categorías de ascenso desde hace 8 años. Lo cierto es que este encontronazo entre barras no es un hecho aislado en la Europa híperdesarrollada. La diferencia es que allá la policía tarda apenas unos minutos en desactivar las grescas. A veces.
En febrero de este año, el Feyenoord holandés viajó a Roma para jugar contra el equipo del mismo nombre. Antes del encuentro se pelearon con la policía y dieron vuelta la glamorosa Plaza España.
Hay veces en que los violentos se dan cita en parques o espacios al aire libre en las afueras de la ciudad y dan rienda suelta a su violencia. O se emboscan a la salida de los estadios, como sucedió en el Atlético Madrid-Deportivo La Coruña del año pasado, cuando los “ultras” atléticos arrojaron a un barra del Depor al río Manzanares. Al hombre, de 43 años, lo encontraron al día siguiente con hiportermia y traumatismo encéfalo craneano. Muerto, claro.
En Europa los enfrentamientos se producen en las afueras de los estadios. Así es como murió apuñalado un hincha del Fenerbahce antes de un clásico contra el Galatasaray en Turquía a fines de 2013.
La barra del Wisla Cracovia, de Polonia, emboscó a la barra del Cracovia, su rival. En el combate mataron a machetazos al capo de la barra. En Inglaterra, país que suele ser ubicado como ejemplo en la lucha contra la violencia barra, aun perduran equipos como el Milwall, que hoy juega en Segunda División. Cada partido de este equipo londinense es un suplicio para aquellos que detestan la violencia.