31 Julio de 2023 18:28
El ambiente que rodea el fútbol está cada vez más caldeado. Lo que antes se naturalizaba como un lugar acorde para familias, niños y un espectáculo para disfrutar, poco a poco se va desdibujando por todo su alrededor. La violencia no es de ahora, sino que estuvo presente en muchos años de la historia, pero lamentablemente en el último tiempo se fue aumentando cada vez más. En un lapso de 48 horas murió un hincha de Lanús, un jugador de Vélez fue amenazado de muerte y los simpatizantes de Independiente sufrieron heridas de bala por la policía.
El fútbol es el deporte favorito de los argentinos. Es el que mueve una pasión inexplicable. Fanatismo. El hecho de vivir a flor de piel los sentimientos sólo por la camiseta y es también lo que reúne a un grupo de amigos, una familia y de lo que en cualquier lugar genera debate. Aun así, su entorno se va transformando día a día en algo que lejos de ser racional, se vuelve cada vez más terrorífico.
La barrabrava y la policía que dispara son dos disparadores fundamentales en lo que requiere la violencia cotidiana que se vive en el fútbol y que está más presente que nunca. En el último fin de semana, en tan solo 48 horas, tres clubes diferentes fueron víctimas de lo propio. Hubo un fallecido, personas heridas, jugadores heridos y una familia que hoy no puede salir de su casa tras ser amenazada de muerte.
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El sábado cerca de las 20 horas en Avellaneda, una vez finalizado el encuentro entre Independiente y Boca Juniors -que culminó en victoria del Xeneize por 2 a 0- los simpatizantes del “Rojo” reclamaron de manera pacífica en las inmediaciones del estadio por el mal momento institucional y deportivo que afronta el club. ¿Cuál fue la respuesta recibida? Balazos de goma. La policía los reprimió, disparó y muchos de los que estaban presentes sin generar disturbios, se fueron heridos.
La policía fue enviada por el presidente del club, Néstor Grindetti, el cual asumió el cargo hace tan sólo 24 días. El mismo, fue apoyado por Patricia Bullrich mediante Twitter: “Néstor Grindetti arregló en cuatro meses lo que Moyano destruyó en ocho años. Te felicito. Así demostras lo que sos capaz de hacer”, escribió. Sin embargo, para los hinchas del club no es así, por lo cual llamaron a una manifestación en la puerta de la sede social ubicada en Avenida Mitre cerca de las 18 horas para “exigir” respuestas sobre lo sucedido.
Aquel no fue el peor momento del fin de semana. El domingo, en la previa al encuentro entre Lanús y Barracas Central se produjo un feroz ataque entre la interna de la barrabrava. Cerca de las 14 horas, en una plaza cercana al estadio de Lanús un grupo de la facción perteneciente a Villa Sapito se enfrentó ante diversos barras del sector opositor con armas de fuego.
El enfrentamiento no duró muchos minutos, pero en el mismo se produjeron golpes de puño, disparos, revoleo de piedras y otros tipos de proyectiles. En el transcurso de la pelea, Jonathan Leonel Borda recibió una herida de bala en la sien que le produjo muerte cerebral y luego de estar un día internado, se confirmó su muerte. Más allá de la cantidad de heridos que quedaron, la policía detuvo a ocho personas y aún resta saber qué pasará con ellos y qué derecho de admisión le aplicarán.
Mientras tanto, el mismo domingo pero a la noche, los jugadores de Vélez Sarsfield también vivieron un calvario. Luego de la derrota ante Huracán por la mínima, que los dejó posicionados en el fondo de la tabla del torneo, debieron presentarse en la Villa Olímpica, predio del club, para retirar sus vehículos y a tan solo una cuadra fueron increpados por cinco autos con barrabravas adentro que rápidamente se bajaron, amenazaron y golpearon a los que se encontraban en el lugar. Lo más raro es que justamente en el lugar en que fueron agarrados no había luz y se encontraba todo totalmente oscuro.
El hecho se dio a conocer y una de las víctimas aclaró que ya no quiere formar parte del Fortín. Gianluca Prestianni fue el joven de 17 años oriundo de las inferiores del club que no sólo fue golpeado sino que también lo amenazaron de muerte. Una vez que llegó a su domicilio, le expresó a la comisión directiva que quería desvincularse y las amenazas -peores- no tardaron en llegar.
“Yo estaba solo en el auto. Salí y en un momento habían frenado a uno o dos autos, era una calle muy oscura. Frené antes y dije: 'No sé qué hacer'. Pensé que estaban robando. Pero las personas tenían puestos los camperones azules del club y me di cuenta que eran los de la barra. Quise hacer marcha atrás, pero tenía miedo que nos alcanzaran. Cuando bajé la ventanilla nos empezaron a decir cosas y ahí fue cuando me golpearon”, declaró en una entrevista con Sebastián Vignolo.
El jugador llegó a los 13 años al club y hoy siente decepción total y en lo único que piensa es en huir para salvar su vida. “Le pegaron al auto y me pegaron a mí dos veces en la cara y me agarraron de la campera. Tuve demasiado miedo y mis compañeros no querían volver a sus casas por si los seguían. A uno le dijeron: 'Bajate del auto o te tiro dos tiros en las patas'”, contó.
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La situación es extrema a tal punto de que cuando terminó la entrevista, un barrabrava se comunicó con el jugador y lo amenazó de muerte a él y a toda su familia por haber contado como fue la situación y exponerlos ante esa situación. Por el momento, ni Prestianni ni su entorno quieren salir de sus domicilios por miedo a encontrarse con algún líder de “La Pandilla” y que acabe con sus vidas.Aun así, lo más extraño de todo lo sucedido es que ningún dirigente de Independiente ni de Lanús y mucho menos de Vélez habló sobre lo sucedido. Lo cierto es que en menos de dos días sucedieron cosas totalmente graves en el fútbol y por el momento, nadie se hace cargo. Aprevide, que es la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte, tampoco se comunicó por los hechos. ¿El fútbol está liberado para la violencia?