por Lorena Guarino
07 Marzo de 2016 17:01A diferencia de lo que ocurre con las multinacionales globales, donde el acecho de intrusos en búsqueda de información sensible es moneda corriente, en la Argentina la preocupación pasa por el accionar de los miembros de la propia compañía.
Es así que el 90% de los delitos corporativos locales son perpetrados a nivel interno, según indica Laura Matta, directora de Nuevos Negocios de Kroll Argentina, empresa de investigaciones corporativas. Así como la Argentina se diferencia del resto del mundo en esta problemática, el tipo de ilícitos cometidos también tiene sus particularidades.
Un delito típicamente argentino es el robo que se produce en el ámbito gerencial, que se da en áreas donde se realizan contrataciones de servicios. Generalmente está relacionado con el ofrecimiento de dádivas a terceros o coimas para la adjudicación de determinado contratación. “En el mismo nivel de fraude, es 'muy argentino' poner una empresa a nombre de un pariente”, explica Matta.
Las coimas y dádivas son un delito muy “argentino”.
Por otro lado, el mayor porcentaje, un 50%. se lo llevan los fraudes relacionados con el robo de activos físicos de la empresa, como mercadería y recursos. Existen tres variables que propician el robo de activos:
Oportunidad: La misma se da cuando una empresa es un escenario propicio para ilícitos dada la falta de controles.
Justificación: Este motivo se relaciona con el pensamiento que supone que como una empresa gana mucho dinero no se va a ver afectada por un faltante.
Motivación: La variable emocional ante una coyuntura de crisis, en la que un empleado no “llega a fin de mes” puede ser un causante para cometer fraude. “Un escenario de crisis y corrupción estatal genera una sensación endémica que lleva a pensamientos tales como: 'si los de arriba roban, porque yo no'”, ejemplifica la ejecutiva.
Las crisis suelen ser terreno fértil para todo tipo de hechos delictivos en las compañías. “En tiempos de crisis empieza a existir una sensación de impunidad supra corporación que tiene que ver con una sensación social o cultural que habilita un accionar delictivo”, reflexiona Matta.
El robo de activos ocurre en el proceso logístico.
La casi inexistencia de fraude externo, un 10% a nivel local, se debe a que se trata de un tipo de delito más sofisticado y vinculado al robo de información. Las filiales multinacionales en el país no poseen datos sensibles que puedan afectar gravemente a sus empresas, lo cual explica la baja incidencia de este tipo de accionar.
Prevención
Durante el último año aumentó la preocupación en las empresas por este tipo de ilícitos. Pero, mientras se produce un fraude dentro de una empresa, hay a la vez dos o tres células más operando al mismo momento, indican desde Kroll. Por ello es importante que se trabaje en la prevención para poder evitar males mayores.
Según indican desde la firma especializada, prevenir es caro y a nivel local los recursos son escasos. En las compañías más importantes del mundo existe un departamento de prevención propia, pero eso raramente se ve en la Argentina.
La prevención es una herramienta fundamental para la compañías con proyección internacional.
Sucede que a nivel local el impacto que tiene un fraude no es tan grande, como si ocurre en el resto del mundo, por lo que destinar fondos a la prevención y abarcar todas las áreas de una organización es muy costoso. Por eso las empresas acuden a buscar un servicio especializado cuando el delito ya fue cometido.
“En la Argentina la prevención de fraude es un plan pendiente, recién está escribiendo sus primeros pasos” asegura Matta. “La nueva estrategia política donde la búsqueda de inversiones externas es clave, va a hacer que la lupa esté puesta en las regulaciones y controles locales. Hay que mejorar la legislación. El mercado internacional va a crear la necesidad de prevenir este tipo de hechos”, remarca.
Sectores
Si bien no existe una industria donde se reflejen mayores fraudes que en otra, la financiera es una de las que más invierte dado que tiene normativas y regulaciones para evitar prácticas tales como el lavado de dinero. En la actualidad, de 10 fraudes en la Argentina uno se relaciona con el robo o hackeo de una cuenta bancaria.
El hackeo de cuentas no es un delito tan generalizado.
Por otro lado el retail, en general, es quien tiene una alta tasa de fraudes, debido a que es un sector con escasa preparación. El robo de activos físicos, es decir mercadería está asociado a los procesos productivos, ya que el delito se ejerce en la cadena de logística.
A nivel local hay un margen de tolerancia muy alto. Las empresas asumen que ciertos delitos pueden ocurrir. “En épocas de vacas gordas muchos hacen la vista flaca”, ironiza Matta. “Pero en los momentos de crisis cuando hay que ajustar márgenes, se pone más el ojo sobre los activos. Por eso, con este accionar el enemigo muchas veces es la propia compañía”.
Las empresas a veces hacen la “vista gorda” en el faltante de mercadería.
Para la investigación de un fraude corporativo se involucran al menos unas seis personas y una compañía debe invertir unos $ 50.000 de arranque. Todo depende de la cantidad de personas que se deban investigar.
Sólo en Kroll, durante 2015 se investigaron unos 120 casos, dándose un incremento del 20% con respecto al año anterior. Sin embargo, aún ocurre que cuando una empresa llega a hacer una consulta, el delito ya fue cometido.