Esta tarde terminará lo que para muchos fue una pesadilla para la economía argentina que comenzó hace cuatro años. Entonces y por cadena nacional, el ministro de Economía Amado Boudou -que además estaba a punto de asumir como vicepresidente- anunció la implementación del cepo cambiario para libre compra y venta de divisas.
También estaba presente el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray. Hacía solo un mes que Cristina Kirchner había sido reelecta con el 54% de los votos.
Aquella medida dejó al Banco Central sin reservas propias, ya que la mayoría son prestadas o de extraños, como bonistas o depositantes privados en las entidades financieras y los resultados para la economía en los planos externos, fiscal, monetario, laboral y social, son quizá los peores en los 12 años de kirchnerismo.
Cuando se anunció el cepo, el dólar en el mercado único era de $ 4,40 mientras que en el mercado libre y el de las operaciones de contado con liquidación, en el mercado de capitales, era de $ 4,80, con una brecha menor al 10%.
Pasados cuatro años, el dólar oficial cotizó a $ 9,60, en tanto el contado con liqui se ubicó en $ 13,61 y el libre cerró octubre al filo de los $16, marcando un brecha del 64%.
Nota de Jorge Lanata, en 2012, sobre el cepo:
Reservas
En tanto las reservas internacionales del BCRA que había llegado al récord de US$ 52.647 a febrero de 2011 y se derrumbaron a US$ 47.587 millones a fines de octubre de ese año, ahora se achicaron en valores contables a US$ 26.961 millones, con lo que volvió a niveles de casi diez años antes.
Según escribió el periodista especializado, Carlos Arbía, el resultado de la balanza comercial de 2011, diferencia entre exportaciones e importaciones, fue de un superávit de US$ 10.300 millones, cuatro años después pasó a un déficit que con sólo nueve meses fue de US$ 2.000 millones, producto de la pérdida de competitividad cambiaria de la producción nacional, pese a que los precios internacionales se mantiene altos en una perspectiva histórica; y la falta de insumos importados en tiempo y forma para fabricar bienes de posterior venta al exterior; de ahí que se contrajera la inversión privada.
El tuit de Boubou de hace cuatro años.
En el cuatrienio, la tasa de inflación medida por el INDEC pasó del 9,5% anual al 15% que se calcula para este año, mientras que la real, estimada por el consenso de las consultoras privadas se estacionó entre las más altas del planeta, con un rango de 25% al año.
Esas brechas, junto a la discrecionalidad en la aprobación de las ventas de divisas para la economía real fomentaron la fuga de capitales y restaron capacidad de financiamiento en el exterior, más allá del determinado por la incapacidad de cerrar el capítulo del default de la deuda pública.
Como en los '80, reaparecieron los arbolitos en la city porteña.
Por primera vez en la historia, seis organismos como el BCRA, la Comisión Nacional de Valores, PROCELAC, UIF, Gendarmería Nacional y la Policía Federal debieron unirse en la caza de quienes quisieran comprar libremente dólares, por considerarla una actividad ilegal.
El comienzo de la aplicación del cepo se instrumentó con el Programa de Consulta de Operaciones Cambiarias, para validar solicitudes de compra de divisas, las que se mantienen hasta ahora, pero lo más grave fue que se declaró ilegal al dólar en el mercado libre.
Luego siguieron la prohibición del retiro de dólares de cuentas en pesos desde cajeros del exterior y a partir de julio la prohibición de comprar dólares para atesoramiento, situación que se modificó luego de la devaluación de enero de 2014 pero limitado hasta US$ 2.000 por mes y con un pago a cuenta de impuestos del 20% sobre el valor del dólar oficial y 35% para viajes al exterior, también acotado a unos US$ 80 por estadía en el exterior y para el pago de los gastos con tarjeta fuera del país.
A esas acciones se sumaron decisiones no escritas, como las del entonces secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que indujo a los bancos y casas de cambio para que "contribuyeran a reducir la brecha cambiaria", a los importadores para estirar los pagos y a los exportadores para anticipar las liquidaciones de divisas, más allá de limitar las autorizaciones de giros de dividendos al exterior por parte de las empresas extranjeras.
Moreno, un actor clave en la instrumentación del cepo.
También con la profundización del cepo se comenzó a obligar a los importadores a llenar una Declaración Jurada Anticipada de necesidades de Importación (DJAI), para racionalizar las ventas de divisas.
Sin embargo se mantuvo abierto el canal de la venta para ahorro y turismo, con cupos acotados por operación autorizada, al punto que octubre de 2015 cerró con transacciones récord: casi 1.200.000 casos y monto también récord para un mes: US$ 703 millones, acumulando una salida en menos de dos años de US$ 8.548 millones.
Los sabuesos de la AFIP salen a la caza de arbolitos en la calle Florida.
Para sostener esa práctica de vender dólares para ahorro y racionalizar al extremo para la economía real, primero se acordó un canje de monedas con China por el equivalente a US$ 11.000 millones en octubre de 2014, y ahora se redujeron por mecanismos informales (llamados telefónicos y mensajes de texto por celular) los cupos a los importadores y compañías que prestan servicios en el exterior, como operadores turísticos y compañías aéreas, de US$ 150.000 a 75.000 por día, y se forzó a Fondos Comunes de Inversión y compañías de seguros a desprenderse de tenencias de bonos nominados en dólares.
Esos mecanismos contribuyeron a la peor sangría de reservas y destrucción de riqueza desde la aplicación del corralito bancario instrumentado por Domingo Cavallo en octubre de 2001.