11 Enero de 2016 10:25
El raid de fuga y delito que los hermanos Lanatta y Víctor Schilatti emprendieron hace 15 días, concluyó en la localidad santafesina de Cayastá, en el molino Spalleti y sus alrededores. La ciudad forma parte del conglomerado de productores de arroz que se encuentran en la región del NEA y el Litoral del país. Y Santa Fe se encuentra junto con Corrientes y Entre Ríos, en las provincias con mayor producción de arroz.
Precisamente fueron dos arroceras donde se le dio la estocada final a una de las fugas más mediáticas de los últimos años. Pero si hay algo distintivo que motivó a los acusados del triple crimen de General Rodríguez a esconderse en estos silos arroceros es porque los mismos estaban en su mayor parte vacíos.
Esto es consecuencia de una cosecha que durante 2015 fue escasa y no generó los rindes necesarios para apuntalar una industria, que en los últimos años se vio afectada por múltiples aspectos.
Las arroceras, figuras del escándalo de la triple fuga.
La situación es definida hoy como crítica por parte de los actores del sector, pero no sólo apunta a malas cosechas, sino a una coyuntura desfavorable contra la que los productores vienen luchado hace tiempo. La caída en los precios internacionales durante el último año, el retraso cambiario, la presión fiscal y los mayores costos internos, son algunos de las variables que afectaron al sector.
El período 2014-2015 resultó con precios de entre $ 2,10 y $ 2,20 por kilogramo de arroz con cáscara puesto en molino, un 20% superior a la producción anterior. Asimismo ese año, también existió un remanente de un 20% de la cosecha del período anterior. Pero estas buenas perspectivas no alcanzaron para el repunte, cuando comenzaron a entrar en juego las variables internacionales.
La camioneta de Lanatta volcada en una zona de arroceros.
Con la caída de la bolsa china y el parate de las compras desde Irak, hoy los productores no tienen a quien venderle su producción. La consecuencia directa fue la paralización de los molinos y la cesación de los pagos. Todo ello influyó en lo ocurrido durante el año pasado cuando, por falta de financiamiento para costear la producción, la labranza para una nueva siembra se vio reducida considerablemente. Esto afectó regiones enteras que sobreviven gracias a sus molinos arroceros. Al reducirse las inversiones en una actividad que insume muchos bienes de capital, el derrame de esta paralización afectó a otras industrias como la de maquinaria, transporte, secado o acopio.
Las esperanzas están puestas ahora en los recientes anuncios sobre quita de las retenciones, corrección del tipo de cambio y recuperación de los mercados internacionales. Debido a ello, los productores estiman que la recuperación de esta industria se producirá en los próximos dos años.