25 Agosto de 2017 18:42
Es el fundador, presidente y CEO de MercadoLibre. Es el “dueño”, de MercadoLibre... aunque claro, las empresas del tamaño del mayor sitio de e-commerce de América Latina, que además cotizan en la bolsa de Estados Unidos, no tiene un dueño formal. Es que, además de todos los cargos mencionados, Marcos Galperín (46) es el alma mater de este gigante que tiene un valor de mercado de más de US$ 10.000 millones y que es una de las empresas más grandes de la Argentina por su valor de mercado, mucho más grande que YPF, por caso, y apenas algunos miles de millones menos que Tenaris, el gigante del grupo Techint, y que lo valdrá el “monstruo” telco que surja, en breve, de la fusión de Cablevisión con Telecom Argentina.
"Los nuevos reyes argentinos" (Paidós): la semana que viene en todas las librerías.
“Los nuevos reyes argentinos” -que editó Paidós- sale a la venta en septiembre y cuenta como nunca la historia de los unicornios tech argentinos: las empresas de tecnología e Internet que alcanzan valuaciones superiores a los US$ 1.000 millones. Son Despegar, Globant, OLX y, claro, Mercado Libre, el unicornio local que vale 10 veces más que sus otros tres compañeros locales.
El libro, escrito por el periodista Sebastián Catalano -editor jefe de BigBang- cuenta las historias de estas empresas y su dueño y el camino que recorrieron para pasar de simples startups a corporaciones regionales o globales.
La descripción de ese camino -complicado y tortuoso por momentos-, además de las enseñanzas, las anécdotas y consejos de los protagonistas, terminan trazando un verdadero mapa de cómo lo hicieron, una lectura imprescindible para cualquier emprendedor que comienza con su proyecto. Una guía práctica para entender cómo aquellos jóvenes de fines de los '90, sobrevivieron a la “burbuja puntocom” y se convirtieron en millonarios.
Galperín cofundó Mercado Libre en 1999 con un compañero suyo de Stanford, Hernán Kazah.
Pero Galperín no sólo construyó un imperio que no para de crecer: va por más. A continuación, un extracto de “Los nuevos reyes argentinos” en el que el Nº1 de Mercado Libre cuenta qué hace para estar atento a “los eventos que pueden dejarte fuera del ring” en dos segundos, cuáles son sus desafíos, por qué está en “guerra” con la para él obsoleta industria financiara, y por qué asegura que con el gobierno de Mauricio Macri los argentinos “tenemos una oportunidad única”.
La cabeza de Marcos Galperín
¿Qué tiene hoy en la cabeza Marcos Galperín? Hay dos cosas centrales: su futuro dentro la compañía y por qué no se va a retirar a los 45, como venía prometiendo desde hace al menos cinco años. La respuesta es obvia: tiene ganas de seguir, está motivado.
“No quiero tener 60 años y seguir acá. A los 45 quiero retirarme de MercadoLibre... o antes. Cuando empecé tenía 27 y era soltero”, me dijo en 2012.
Estamos sentados en una salita de reuniones de MercadoLibre y se lo recuerdo. Cuatro años después, es evidente que no se retiró y que no piensa hacerlo por el momento.
“La primera parte de mi respuesta sigue exacta, calcada: no quiero tener 60 y seguir acá. La segunda parte... Se lo dije a muchos y me di cuenta de que me equivoqué. Ya no digo más cuándo me retiro. ¿Por qué no me voy a retirar a los 45? No me veo haciéndolo. Es muy difícil que me vaya a hacer otra cosa al mundo privado: no hay nada más interesante que lo que estoy haciendo. Realmente creo que MercadoLibre, con MercadoPago, puede ser uno de los jugadores más importantes del mundo financiero en América Latina. Mi generación dentro de la empresa tendría que poder resolver cómo encaminar más la parte de logística y los envíos. Nunca estoy satisfecho. Por suerte, la gente a mi alrededor, tampoco. Pero no quiero tener 60 años y decir “Lo único que hice fue MercadoLibre”. También lo tomo como un desafío; dar un paso al costado y que la empresa crezca diez veces sin mí sería genial.
Mercado Pago y Mercado Crédito, son las apuestas de Mercado Libre.
Claro, también encontró, otra vez, algo que le provoca “cosquillas en la panza”: está enojado con los bancos. O, para ponerlo en términos positivos, está “enamorado” de la ola fintech -término que nuclea “finanzas” y “tecnología”-, las disruptivas nuevas empresas que amenazan con poner en jaque a la banca tradicional.
En 2003, MercadoLibre comenzaba a alcanzar volúmenes importantes de transacciones y se hizo evidente la fricción enorme que había con los sistemas de pagos. Pasaba en todos lados: un año antes, eBay había comprado Paypal para intentar solucionar ese mismo problema.
"Hace veinte años Walmart se reía de Amazon. Hoy no se ríe más
Como otras veces antes, la entonces joven compañía adoptó el criterio de la hoja en blanco, es decir, abordar un problema pensando si harían lo mismo si existiera la opción de volver atrás con algunas decisiones ya tomadas. Si la respuesta es “No, no haríamos lo mismo”, conviene comenzar de cero, revertir las cosas muy rápido y abandonar algún proyecto en marcha antes de que las cosas vayan peor. Parece simple, pero en las empresas no siempre se actúa con esta lógica, por más startups que sean: suele haber temas burocráticos que resolver y hay que dejar egos a un lado porque el que tomó la primera decisión suele defenderla hasta el final.
Con este criterio de hoja en blanco nació MercadoPago, una plataforma ideada para facilitar las transacciones dentro de la plataforma de comercio electrónico, que además llegó para resolver otro problema: cobrar comisiones directamente y comenzar a eliminar la morosidad. De entrada, se planteó que en un futuro cercano el grueso de las compras tendría que pasar por ahí y que esta nueva división tenía que generar ingresos.
Nicolás Szekasy, como CFO, estuvo a cargo del proyecto en los primeros años. Luego de la salida a la bolsa lo comenzó a manejar Osvaldo Giménez, otro de los históricos de la compañía, que estuvo a cargo de la operación argentina y hoy es vicepresidente ejecutivo de MercadoPago, un negocio que en 2016 generó pagos por más de 7800 millones de dólares, 50% más que el año anterior.
Galperín y los otros fundadores de los unicornios locales con Mauricio Macri, en el Foro de Inversiones y Negocios que se realizó en 2016.
Galperín está convencido de que el sistema financiero no va a ser sostenible sin enormes cambios, algo que va a generar grandes ganadores y grandes perdedores. Además, cree, la única razón por la que este sector no sufrió aún una gran disrupción es porque se trata de un mercado altamente regulado.
“Es ridículo, no tiene ningún sentido que los bancos te cobren lo que te cobran. No hay un Amazon, un Google o un Facebook en el mundo financiero. Ni en la educación ni en la salud... todavía. Son industrias enormes totalmente reguladas y la regulación, al final, lo que hace es proteger a los jugadores establecidos.
MercadoLibre está muy atento a fintech y por medio de su propio fondo de inversión, MeLi Fund, pone dinero en proyectos vinculados con su plataforma. Así, invirtió en empresas de microcréditos, sistemas de gestión y contabilidad, estadísticas y automatización de procesos, entre otras.
- Galperín: Por ahora las empresas son muy chiquitas y los banqueros se te ríen. La respuesta es: “Hace veinte años Walmart se reía de Amazon. Hoy no se ríe más”. Son mucho más lógicas y eficientes estas empresas. No hay bancos centrales en el medio y, si no tenés al Estado para regular los depósitos, tampoco necesitás que el Estado salve a las empresas si les va mal. Es un sector con muchísimas complicaciones y tal vez haya una parte que se desregule, donde entren las empresas nuevas, y otra parte que siga muy protegida, donde no se pueda entrar. El comercio exterior, por ejemplo. Creo que los bancos van a tener un rol importante durante muchas décadas, no van a desaparecer. Pero van a estar mucho más enfocados en comercio exterior, en darles préstamos a las grandes empresas y en los grandes proyectos de inversión y financiación. La banca minorista va a estar más cooptada por nuevos proyectos. Conectar a cientos de miles de ahorristas con créditos para consumo es algo que estas plataformas pueden hacer mucho mejor.
Macri visitó Mercado Libre en agosto de 2016.
- Catalano: ¿Cómo se inserta MercadoLibre en este segmento?
- Galperín: Tenemos una oportunidad muy grande, sobre todo porque ya armamos mucho de la parte difícil y compleja, que es la plataforma de pagos y cuestiones de prevención de fraude. MercadoPago es una plataforma espectacular y montarle distribución y administración de préstamos, por ejemplo, es algo que es bastante lógico para nosotros.
- Catalano: ¿Ese es el nuevo gran desafío para MercadoLibre?
- Galperín: Lo que hacemos es democratizar el comercio. Hubo grandes barreras: el tema de los pagos lo solucionamos con MercadoPago. La segunda es MercadoEnvíos, en la que tenemos para varias décadas de crecimiento. Progresamos, pero hay mucho por hacer en logística. Hay y habrá por mucho tiempo fricción de pagos y envíos en comercio electrónico. Después hay aceleradores, como el crédito. No es que vamos a transformar la empresa, sigue siendo parte de lo mismo: un proceso que busca democratizar el comercio. El comercio digital está recién empezando. En 2015 tuvimos treinta y dos millones de usuarios en nuestra plataforma, pero hay seiscientos millones de personas en América Latina. El comercio electrónico es mucho más efectivo, eficiente, ecológico que el comercio tradicional. No es que lo va a sustituir completamente, lo que va a pasar es lo que ya está pasando en nuestra plataforma: empresas que antes hacían solamente comercio tradicional lo empiezan a complementar con las ventas online que hacemos en MercadoLibre. Vamos a crecer muchísimo: podemos multiplicar por diez nuestro tamaño.
"El comercio electrónico es mucho más efectivo, eficiente, ecológico que el tradicional
Hoy, el principal accionista de MercadoLibre es Marcos Galperín y su familia, que tienen poco más de 9% de las acciones de la compañía. Aunque técnicamente no es así desde fines de 2012, cuando esas acciones pasaron a ser parte de Galperín Trust, un fideicomiso constituido en Nueva Zelanda. Es un “fideicomiso irrevocable creado por la Ley de Nueva Zelandia por el Informante y su cónyuge (los 'Colocadores') para el beneficio de sus hijos, los padres del Informante y ciertas organizaciones caritativas”, detalla el comunicado a la bolsa de Estados Unidos.
Con algunos altibajos, la acción de MercadoLibre siempre fue para arriba. Luego de superar a YPF en valor de mercado a mediados de 2016, en octubre de ese año tuvo una baja importante cuando eBay vendió casi todo su stock de acciones en MercadoLibre, luego de más de quince años de ser la dueña del 19,5% de la empresa, y eso hizo que la compañía perdiera más de 1000 millones de dólares de valor en pocas horas. Con todo, a fines de febrero de 2017, la acción estaba en su pico histórico máximo, más de 208 dólares por unidad, y el valor de mercado alcanzó los 9000 millones de dólares. A Galperín esa volatilidad de los mercados lo tiene sin cuidado. Es más, jura que no mira el precio de la acción a diario.
“Siempre que hablamos de valores de capitalización hay que saber que todo es muy volátil. Salimos a la bolsa con un precio por acción de 18 dólares, en agosto de 2007. En diciembre de ese año, estaba en 83 dólares, cuatro veces más. Y en marzo de 2008; 8 dólares, un décimo. Las vi todas. Ahora estamos con la cotización histórica más alta, pero nada impide que valgamos 8 dólares de vuelta en un futuro. Sobre todo, en una industria que cambia todos los días, que tiene empresas, como Yahoo, que valieron fortunas y después casi nada. Y están AOL, BlackBerry, Sony Ericsson, y siguen los ejemplos. En tecnología lo peor que podés hacer es creértela o confiarte demasiado. Todo el tiempo hay eventos que pueden dejarte fuera del ring”.
Galperín, con Mauricio Macri y Jorge Macri, intentenden de Vicente López, donde la empresa tiene su headquarter.
Argumentos de ese tipo son un clásico en las reuniones con sus gerentes locales, cuando les pide que piensen, que hagan el esfuerzo de darse cuenta de que, a pesar de los números de la empresa, “están mal”. Y ataca con una catarata de comparaciones. Si MercadoLibre vale 9000 millones de dólares, hay que mirar que Amazon y Facebook valen unos 380.000 millones de dólares. Y que Google tiene un market cap -valor de mercado según el precio de sus acciones- de 550.000 millones de dólares. Hay más: MercadoLibre vale más que YPF, pero la chilena Falabella vale 30.000 millones de dólares. Es decir, remarca y remarca el CEO que ya no es que no sean relevantes a nivel mundial: ni siquiera son relevantes, si se toman en cuanta esos parámetros de medición, a nivel regional.
"Las dinámicas del sector público no me entusiasman demasiado
“Si miramos las cincuenta empresas de mayor capitalización en la región, no sé si entra una argentina, incluyendo a Mercado. Entonces, cuando hablamos de valores, dos cosas: ojo con los precios de la bolsa, que suben y bajan, y segundo, paremos de mirarnos el ombligo y miremos lo que está pasando en el mundo. Si nos miramos el ombligo, por ahí nos perdemos de enterarnos de que está muy mal que no haya diez empresas argentinas que valgan igual o más que nosotros. Nos medimos todo el tiempo contra Alibaba, Amazon y PayPal, y la verdad es que somos bastante insignificantes. Si bien somos una de las veinte empresas de Internet con mayor capitalización a nivel global, hay diecinueve más grandes, y algunas muchísimo más grandes”.
Luego de catorce años volvió a vivir a la Argentina y está entusiasmado con los tiempos políticos que corren y con la administración de Mauricio Macri. Se fue por “temas personales”, de seguridad, sobre todo. Si bien él no da detalles del tema, estaba muy angustiado por dos episodios (posibles intentos de secuestro) que sufrieron por esos días su padre y uno de sus hermanos, pero nunca pensó que iba a pasar más de diez años en el extranjero. Porque, si bien estaba a media hora de vuelo en el jet privado de la empresa, no deja de tratarse de otra nación.
Hoy, Mercado Libre tiene un valor, según el precio de sus acciones, de más de US$ 10.000 millones. En abril superó los US$ 12.000 millones.
Del otro lado del río encontramos un país muy parecido, con una democracia que funciona como ninguna en la región. Es el único que de verdad separa religión de Estado, algo que para mí es valiosísimo. Nos sentimos muy cómodos allá. Es una suerte de condena ser argentino. “Vamos en círculo; siempre hay una novelita que, cuando me pongo a mirar, me doy cuenta de que es parecida a la de hace diez años. La década que pasó fue durísima para Argentina. Yo vivía en Uruguay y llamaban mis amigos para pedirme que les trajera repuestos de aspiradoras. Tuvimos una involución tremenda, con muchísimas restricciones que tal vez inicialmente estaban bien intencionadas, para proteger industrias, pero llegó un momento en que el Estado controlaba todo. Nos va a costar muchísimo cambiar la mentalidad, la cultura de la gente, competir para ser mejores que los demás. Hay que trabajar duro. Tenemos una oportunidad única y quiero tratar de colaborar para que el país cambie para siempre. Ahora hay varias cosas interesantes dando vueltas: tengo confianza. Si no, no hubiese vuelto. Pero no va a ser fácil, es otro cambio cultural que va a tomar décadas. Uno no es plenamente feliz viviendo en un país que no es el suyo.
"Uno de los más grandes desafíos es yo pueda dar un paso al costado y que esto siga
¿Extraña Uruguay? “Extraño el cielo celeste”, dice, algo poético. Allí también cuenta que “importó” en su regreso la idea de viajar menos y de trabajar por las mañanas desde su casa, que trata de correr más y que dos veces por semana entrena al equipo de rugby de su hijo menor. Además, desde 2016 practica meditación con su esposa, Karina. “La verdad, nos hace muy bien. Tratamos de hacerlo dos o tres veces por semana”, asegura. Utilizan dos aplicaciones móviles como guía: Calm y Headspace.
Desde que comenzó su carrera en los negocios, Galperín coquetea con la función pública. Dice que sueña con devolverle al país algo de todo lo que le dio. Eso sí, aún no parece saber cómo ni cuándo ni en qué contexto.
“Puede ser, pero en el largo plazo. No es algo que me dé satisfacción, pero es una responsabilidad que si vuelvo a la Argentina debería cumplir. Las dinámicas del sector público no me entusiasman demasiado. Pero uno crea su propia realidad y hay que involucrarse. Es un deber, pero no lo planifico ni estoy pensando en hacerlo”.
“Volvió por la familia. Los chicos querían regresar: ya hablaban medio charrúa. Yo lo veo por unos años más al frente de la empresa. Después, cerca de los 50, va a querer mirar otros desafíos. Tiene un futuro más volcado a la política que a otra cosa. Marcos no cree que la plata lo sea todo y se va poner al servicio del país”, me dice Diego Pando, su amigo de toda la vida, quien además me cuenta que mantienen un chat muy activo con los compañeros de San Andrés y que se reúnen bastante seguido a cenar u organizan asados en alguna casa.
"Si cuando arrancamos decía que Walmart iba a abrir una tienda en MercadoLibre, me hubiesen puesto en un manicomio
Con sus ex compañeros de la mesa chica de los comienzos, Kazah y Szekasy, también se ve seguido. En fiestas familiares, por ejemplo. Es más, con Szekasy y su hijo varón, que tiene una edad similar a la de Félix, el hijo mayor de Galperín, fueron juntos al mundial de fútbol de Sudáfrica, en 2010, y repitieron en Brasil 2014. En 2015 también fueron a alentar a los Pumas al mundial de rugby, en Gales.
- Catalano: ¿Qué cosas te desafían hoy?
- Galperín: Va pasando como con un hijo. De golpe decís: “¿Te acordás de cuando tenía 1 año y le dábamos la mamadera?”. Y de golpe es un adolescente. Mi hijo es una bestia así [pone la mano a la altura de su cabeza]; cuando le decís: “¿Qué vas a hacer hoy?”, te mira como diciéndote: “¿Qué te importa?”. Es más o menos lo mismo. [Risas.] Por otro lado, es un placer, porque cuando ese “hijo” hace cosas que te enorgullecen y vos no tuviste que decirle que las hiciera, quiere decir que armaste buenos equipos, que hay gente ejecutando bien y que la cultura de la empresa es la correcta. Uno de los más grandes desafíos es que la cultura de la empresa sea tal que yo pueda dar un paso al costado y que esto siga.
- Catalano: ¿Te da algo de nostalgia los viejos tiempos?
- Galperín: No, para nada. Si la evolución de una empresa es como criar un hijo chiquito, el startup de una empresa es más parecido a un parto. Las mujeres seguro entienden mejor lo que estoy diciendo. Estás pariendo, creando algo que no existe. Si cuando arrancamos, o pocos años después, decía que Walmart iba a abrir una tienda oficial en MercadoLibre, me hubiesen puesto en un manicomio. Yo lo pensaba, te juro, sabía que iba a ser así, pero no podía decirlo. Pero cuando yo le decía a la gente: “Los usuarios va a comprar online algo que nunca vieron ni tocaron, a alguien que no conocen, van a pagar en cuotas con un sistema de pagos propio que vamos a crear y van a recibir ese producto por correo”, todos decían que sí con la cabeza, pero sé que muchos pensaban que estaba bajo los efectos de algún alucinógeno. Eso sonaba mucho más a ciencia ficción que que te diga hoy: “La gente no va a hacer más depósitos bancarios, no va a ir más a una sucursal con plata para depositarla, para que no le paguen nada o muy poco por ese depósito, y después esa institución se va a dar vuelta y va a encontrar una pyme y le va a cobrar muchísimo para prestarle la plata que vos depositaste”. Si yo digo eso, el que me escucha ya sabe que lo que digo tiene bastante sentido. Lo creen más de lo que me creían hace veinte años cuando decía que la gente iba a comprar online.
"Somos privilegiados en MercadoLibre. Hay tres o cuatro trabajos que deben ser igual o más interesantes que el mío
- Catalano: ¿No extrañás nada, entonces, ni siquiera la adrenalina de esos días?
- Galperín: No. La idea de crecer y crear sigue intacta. Somos privilegiados en MercadoLibre. Hay tres o cuatro trabajos que deben ser igual o más interesantes que el mío: Facebook, Amazon, Alibaba y no muchos más. Estamos recién empezando, pero ya somos grandes. Ya estamos lanzados, jugando el partido. Hay una marca, capital y capacidad de ejecución, que son todas cosas que cuando estás empezando no tenés. Tenemos todo por delante, realmente: en nuestra industria está todo por hacerse.
Galperín a mirar por la ventana al Río de la Plata y me cuenta que está convencido de que su gen emprendedor es hereditario, que vino en los barcos, con sus abuelos.
“Viene de mi familia, de los inmigrantes. Hace dos generaciones, tomarte un barco y aparecer en Argentina..., ¡qué locura!, ¡eso es emprender! Mi abuelo paterno llegó desde Rusia, no conocía nada y vivió dos años en el Hotel de Inmigrantes. Si repaso mi carrera, si bien MercadoLibre fue mi primer emprendimiento, todo lo que hice fueron cosas raras. Me fue bien, pero falta mucho”.