El economista Richard Thaler fue distinguido esta mañana con el Premio Nobel de Economía por su contribución a la economía del comportamiento, es decir, la incorporación de la psicología a las ciencias económicas. Una manera de desmentir el lugar común neoliberal que postula a la economía como una ciencia exacta.
Richard Thaler analiza la incidencia de la psicología en las decisiones económicas.
"Thaler contribuyó a expandir y refinar el análisis económico al considerar tres rasgos que sistemáticamente influyen en las decisiones económicas: la racionalidad limitada, la percepción de justicia, y la falta de autocontrol", explica el Banco de Suecia en el comunicado en el cual se anunció el premio. La teoría de la contabilidad mental, por ejemplo, explica que las personas toman sus decisiones en materia económica según "cuentas separadas" mentales y no según un análisis detallado de su situación financiera.
Por ejemplo: un taxista trabaja todos los días hasta juntar equis cantidad de dinero y luego se va a su casa. El hecho de que haya días de mayor movimiento o de mayor posible recaudación a menudo no entra en su escala analítica.
Para el economista, el sentido de Justicia es una de las variables que las personas toman en cuenta a la hora de realizar una compra. Thaler destaca que no suele estar bien visto que un vendedor de paraguas aumente los precios un día de lluvia y que -aún aunque el precio siga siendo conveniente- mucha gente prefiere mojarse a ser víctima de una especulación ajena.
También ofrece un ejemplo que nos toca de cerca a los argentinos: la idea de una disminución del salario, para los trabajadores es intolerable. Sin embargo, aunque en la práctica sea lo mismo, la idea de un aumento de salarios por debajo de la inflación no es vista como algo tan grave.
El flamante premio Nobel analiza también lo que describe como "irracionalidad en los mercados financieros". Manejados por seres humanos, los mercados desmienten demasiado a menudo la idea del "mercado eficiente". De este modo, Thaler previene contra los peligros de dejar el bienestar de la población ligado a la supuesta racionalidad de la llamada "mano invisible del mercado".