Eduardo Belliboni es dirigente de la agrupación piquetera el Polo Obrero, la cual pertenece a su vez al Partido Obrero de la Argentina. En exclusivo para BigBang, repasó su extensa trayectoria de más de 40 años de militancia, y definió cuáles son los principales problemas que, desde su punto de vista, tienen los trabajadores ocupados y desocupados del país, sus conducciones y organizaciones, además de repartir críticas para el peronismo, el kirchnerismo, la derecha del PRO y de los libertarios.
Sos dirigente de una agrupación de desocupados, que me imagino que vivirán una condición peor que la de los trabajadores que esperan las vacaciones...
La palabra desocupado hoy ha caído en desuso. La gente está muy ocupada. Un desocupado en una época era una persona casi marginal de la sociedad. Era alguien que estaba así porque no le encontraba la vuelta a la vida, por problemas personales tal vez. Yo estoy hablando de mi juventud: no existían los desocupados cuando era joven. Yo vivo en el mismo barrio hace 50 años y hoy hay un montón de gente que sé que está con problemas de empleo, y antes no había una sola persona en esa condición acá.
La gente está muy ocupada viendo cómo se la rebusca, cómo va a un comedor, cómo junta cartones, hace una changa o vende algo. Uno de los fenómenos más extraordinarios que hay en las movilizaciones, acampes y luchas, es el comercio que se mueve alrededor de las acciones. Porque por un lado están los que son vendedores ambulantes. A mí me llaman a veces de una red para preguntarme si vamos a movilizar para poner los puestos de choripán sobre todo, que son quienes están más organizados y que uno ve en todas las marchas. Pero sino, por ejemplo, los compañeros nuestros van a Once cuando termina la movilización y se compran algo para vender en el barrio o una feria, o alguna actividad manual que les agrega valor. Desde tela a bricolaje, cosas para los cumpleaños.
Hay un movimiento extraordinario, que si lo estudiara algún estudioso del capitalismo, podría ver cuál es la renta que se obtiene de eso, cuál es el capital invertido. Algo que es difícil de calcular, pero son miles y miles de personas que están todo el tiempo rebuscándosela, en un cuadro donde la desocupación es una consecuencia de un régimen social, de una forma de explotación de trabajos muy precarios en los cuales las personas duran poco tiempo y vuelven rápidamente a buscar trabajo y a precarizarse a sí mismos.
-¿Cómo fue este fenómeno de pasar de una desocupación altísima a fines de los 90 a la realidad que se vive hoy?
Pasamos por muchos periodos. En un momento el Polo Obrero se dedicaba a la organización de los vecinos por sus reivindicaciones barriales y no tanto por el trabajo genuino y las asistencias sociales, porque ese era un problema que más o menos se había resuelto con la creación de trabajo, en muchos casos precarios, que rápidamente se perdió. De los 90 hasta acá hubo un avance de los sectores del gran capital y los capitalistas en general. Un avance muy fuerte contra los trabajadores. Muchas reformas laborales que terminaron con derechos destruidos, pero también con multifunción de tareas y por lo tanto eliminación de puestos de trabajo.
Se generó una desocupación a partir de la necesidad de una renta del capital, no de las modificaciones de la industria y la ciencia aplicada a la industria, sino a partir de la flexibilización laboral y de tareas que antes hacían tres personas y ahora una, y por lo tanto quedaban dos desocupados. Del trabajador que se autoexplota porque termina trabajando horas extras por que no le alcanza con el sueldo. La caída del salario hace que el trabajador tenga, o dos trabajos, o hago horas extras para poder cumplir mínimamente con un ingreso que le permita a su familia vivir. Y por lo tanto eso genera también desocupación. Si hay un trabajador que trabaja 14 horas, hay otro que no trabaja. Y eso ha sido una transferencia de recursos de los trabajadores hacia los capitalistas. Algo que parece que no se pudiera hablar, que está oculto detrás de 'los vagos, los planes'. Desde los 90 para acá, y te diría desde la Dictadura, se ha venido obteniendo una transferencia de todo orden de los trabajadores y el pueblo hacia los grandes capitales concentrados. La más grande fue con la transferencia de la deuda externa adquirida por los privados y asumida por el estado nacional, con el ministerio de (José Alfredo) Martínez de Hoz y con la Secretaría de Comercio de (Domingo) Cavallo.
-¿Dónde encontró la Dictadura del 76 a Eduardo Belliboni?
Yo vivo acá en el Barrio de Luz y Fuerza (Burzaco). Me encontró acá, donde siempre. En un barrio peronista. Yo nunca lo fui, no sé por qué, a lo mejor por rebelde, porque todo mi barrio lo era. Era un barrio donde vivían dirigentes sindicales importantes, muy combativos en su momento. Con los que debatí desde muy chico, y además participé de movilizaciones. Me acuerdo ir de muy chico desde la Plaza Rosales en Adrogué, donde había una unidad básica, a una movilización donde gritábamos por (el dirigente montonero Fernando) Abal Medina, para que te des una idea. Tendría 14 ó 15 años. Iba a la escuela primaria y pintábamos Perón Vuelve con tizas en los baños. Y yo pintaba VP sin mucha idea de lo que significaba, porque era como que iba a haber un cambio y estábamos todos expectantes. Eso se frustró, claramente.
Cuando muere Perón nos damos cuenta que se venía la noche negra. Y en eso tiene mucha responsabilidad el propio Perón al haber designado a Isabel, que no era una persona con condiciones, no sólo para presidir, sino para estar en el país. Por eso se fue y no apareció nunca más, porque no tenía nada que ver con el país, las necesidades ni tenía la capacidad para resolver los problemas. Pero tenía al lado al Brujo (José) López Rega. En realidad Perón nombró al jefe de la (Alianza Anticomunista Argentina) Triple A como vicepresidente, siendo que él sabía que se iba a morir, que le quedaba poca vida. Entonces su heredero no fue el pueblo, como dijo en su famoso discurso, fue la Triple A, que fue el antecedente de la Dictadura Militar. Y lo vivimos acá, en este barrio, porque había un tipo que no sé si estará vivo todavía, y cuando jugábamos al fútbol en la canchita de al lado, y cuando se enojaba porque hacíamos ruido, salía con una ametralladora. Era un hombre de la derecha peronista. Los teníamos acá a esos personajes.
También teníamos acá a la izquierda peronista, que cuando vino la Dictadura, yo recuerdo que iban los vecinos y algunos jóvenes un poco más grandes que yo, iban al fondo, donde había un campo, a quemar los libros prohibidos. Y al poco tiempo cayó el Ejército e instalaron una ametralladora apuntando al barrio e hicieron un operativo buscando lo que para ellos eran subversivos, trabajadores que peleaban por sus derechos, porque acá no había una célula terrorista. Muchísimos trabajadores están en las listas de desaparecidos, y el único secretario general casualmente, es el de Luz y Fuerza, Oscar Smith. Negado por la CGT -nunca escuché un homenaje-, sin embargo fue un secretario general desaparecido de un gremio importante, y fue el que le bajó la palanca a la dictadura porque le cortó la luz en el paro que le hizo, que terminó con la desaparición de muchos. Así que esa fue mi introducción a la Dictadura, y después todo lo que significó la prohibición, la censura, la falta de posibilidades de acceder a los libros, la cultura, el sexo. Los milicos no prohibían solamente lo que era de izquierda: prohibían todo lo que no les parecía bien. El sexo no les parecía bien, las mujeres no les parecían bien, los derechos no le parecían bien, la publicidad no les parecía bien, la música no les parecía bien... la música era terrible. Encontrar un casete con letras de Silvio Rodríguez era un tesoro...
-También podía ser una potencial sentencia de muerte, ¿no?
Por supuesto. Me acuerdo que una vez estábamos acá en el parque, éramos un poquito más grandes, y cantamos una vez con una guitarra que trajo alguien, 'Para el pueblo lo que es del pueblo' y salimos todos corriendo, como si el hecho de haberla cantado ya hubiera significado una sentencia de muerte. Pero bueno, éramos jóvenes y queríamos la libertad, y eso nos llevaba a buscar salidas, canciones, libros... un libro, ni siquiera te digo de izquierda, un libro de (Gabriel) García Márquez era un delito. Así que imaginate, era el ansia por la libertad, y así nos formamos y educamos con mis amigos, que siguen siéndolo, todos ya se fueron del barrio, yo me quedé acá, pero nos vemos de vez en cuando y recordamos esas épocas también.
-¿Y cuándo llegó el trotskismo y el Partido Obrero a tu vida?
Nosotros empezamos en el barrio, los jóvenes, primero a organizarnos por la cuestión solidaria por las inundaciones, que había muchas por acá. Se inundaba y la gente perdía todo. Entonces nos empezamos a organizar para ayudar y colaborar, eso derivó a juntar elementos no perecederos para la Guerra de Malvinas. Entonces tuvimos una actividad muy importante en la que los pibes jugaron un gran papel. Después, con un amigo, a partir de la apertura política, marchamos con la CGT en una movilización muy fuerte que fue salvajemente reprimida, fuimos con Luz y Fuerza, y ahí empezamos a discutir con algunos partidos de la izquierda que empezaban a asomar. El peronismo tenía como figuras a (Ítalo) Luder, (Deolindo Felipe) Bittel y Lorenzo Miguel. No era muy atractivo para la juventud el peronismo. Salías corriendo cuando los veías. Además proponían una amnistía para los militares. (Su perro ladra). Hablé del peronismo y mi perro se enojó. Es un gorila, mi perro es un gorila. No entiende. Entonces decidimos formar un grupo propio, que se llamaba Juventudes del Sur. Una cosa muy kamilkaze, porque sacábamos volantes hechos a mano en la época de la Dictadura. Y finalmente, en esa búsqueda, me encontré con varios partidos de la izquierda, y el PO, y cuando empecé a militar ahí, también lo hice en Madres de Plaza de Mayo aquí en Lomas de Zamora. Esa fue mi primera militancia con el PO, colaborar en las comisiones de apoyo a Madres. Y después comenzó mi militancia más centrada en lo que es el movimiento obrero.
-Estamos hablando de 40 años de militancia en el PO. En este tiempo su partido pasó de tener una imagen más marginal, a tener crecimiento, figuras y demás, y llegó el 2001, que lo tuvo en muchos aspectos protagonizando al movimiento de desocupados...
Yo en esa época era remisero. Pasé por muchos trabajos y, luego de varios despidos... en todos lados era por lo mismo: delegado, sindical, de izquierda. En el ferrocarril, en el colectivo... en todos los trabajos que tuve fui despedido, en algunos lugares con mayor resistencia de los compañeros, pero nunca logré que me reincorporaran, y entonces terminé manejando un remís, como muchos, en esa época. Y le robaba horas para poder militar en los barrios, frente a una situación que se iba agravando. Empecé a militar en los barrios más profundos de Lomas de Zamora: Santa Marta, Parque Barón, Villa Albertina, donde el hambre y la pobreza realmente hacían estragos. Y organizando ese movimiento me sumé a las movilizaciones que hubo en ese periodo y a lo que fue el desencadenante: el 19 de diciembre, el día que se reprime a la clase media y a las Madres de Plaza de Mayo. Desataron una represión y eso significó una movilización al otro día y un choque en las calles, con una consigna que ya habíamos acuñado en las Asambleas de Trabajadores Ocupados y Desocupados que era 'Fuera (Domingo) Cavallo y (Fernando) De la Rúa'.
Decíamos que había que echar a ese gobierno porque era explotador, ajustador, y que reprimía salvajemente cada movilización popular. No nos equivocamos, al punto que su despedida fue con más de 30 muertos y centenares de heridos, que están impunes: nadie fue castigado por esos asesinatos a mansalva. Y ese día con un grupo de remiseros nos agarramos un auto y nos fuimos a la Plaza Congreso y, ni bien hicimos dos o tres cuadras, tuvimos una carga de la Infantería, que algunos amigos todavía me dicen que no se van a olvidar porque creyeron que los mataban. No podían entender la saña y el desastre represivo que hizo ese gobierno, que terminó ese mismo día cayendo. Ahí me encontró el 2001, peleando en la calle. Llegamos hasta Belgrano y Diagonal Norte, donde nos recibió otra carga. Íbamos yendo con una movilización de distintas organizaciones, encabezando en ese caso, y nos tocó recibir bastantes golpes y gases, y por suerte ningún herido grave de bala.
-En los últimos años se dio un fenómeno bastante raro para el outsider del PO, una ruptura donde dejó de tener poder Jorge Altamira. ¿Cómo vivió esa ruptura con el padre político que significaba?
Es bueno lo de la figura de padre. Por supuesto, fue un líder histórico del PO, pero que en un punto, como ocurre a veces en las familias, los hijos tienen otra visión de la realidad: no voy a hacer lo mismo que hiciste vos. Sobre todo con respecto a la idea de cómo tiene que intervenir un partido socialista en la actual etapa. Si dicen '¿por qué si piensan similar no están en el mismo partido?', bueno, es porque Jorge Altamira creyó que la organización era de su propiedad. Como pasa con los dueños de las fábricas, que cuando sus hijos están en edad de hacerse cargo, no quieren dejarla por que tienen sus métodos, la fundaron, pero los hijos tienen ideas que les parece que son mejores. Algo parecido ocurrió, sin hacerse psicología de esto... bueno, un poco es. Todo en la vida tiene una impronta psicológica. Hay un conflicto muy reciente que debe tener un componente psicológico, que es el empeño que han puesto en el conflicto SUTNA, en negarse a la realidad de que los trabajadores no pueden seguir perdiendo con la inflación. Creo que en lo de Altamira hay parte de eso, la incomprensión de cómo tiene que intervenir el PO en esta etapa. Creo que hemos dado un salto desde su partida. No es que decidimos echarlo como dice. Él fue a un Congreso, perdió y no lo aceptó. Por primera vez en la historia no salió electo al Comité Central. Vos tenés ahí claramente una decisión personal de romper con el partido y colocarse afuera.
-En lo humano debe haber sido un golpe...
En general, en los partidos son relaciones humanas, pero son políticas. Están más marcadas por lo político que por lo humano. Yo no me reúno todos los días con el Comité del PO por la afinidad amistosa. Pero al haber una ruptura política, que es lo que nos unió, las relaciones se van dejando de lado. Sobre todo cuando se pasa al terreno personal, como ocurrió con algunos dirigentes que escribieron cosas tan feas y agresivas. Yo hay gente a la que no le reconozco la pluma. ¿Cómo pueden escribir esto conociéndome a mí, sabiendo donde vivo, la vida que he tenido, los cuarenta años de militancia que tengo y los sesenta de edad? ¿Cómo van a decir que nos corrompimos y estamos integrados al Estado? Eso en el terreno la izquierda es un insulto insuperable. Vos me podés decir hijo de tu madre -capaz que me la banco-, pero integración al Estado es un límite. Y uno, en la lucha política, puede hacer todo, menos atravesar ciertos límites. Porque saben que no lo hemos hecho. Y es una corriente, la que creó Altamira, muy sectaria: está peleada con todas las corrientes de izquierda, muy negativa para el desarrollo del movimiento popular y la lucha de clases, porque al negarse a los acuerdos mínimos en los lugares de trabajo genera un problema.
Acá lo que importa es la clase obrera, no los partidos que dicen representarla. Y si algo le sirve a la clase obrera, no importa si no le sirve a mi grupo. Esto que estamos haciendo, el movimiento de desocupados, -que es una parte de la clase obrera-: organizarnos, pelear, constituir la unidad piquetera, hacer plenarios, desarrollar una consciencia en los barrios alrededor de la necesidad de una pelea por trabajo en los barrios y una salida política, le sirve a la clase obrera con independencia de quién la dirija. Esto es como cuando la huelga la dirige una fracción de izquierda que a mí no me gusta. No importa, es la huelga y hay que apoyarla. Yo me acuerdo en mis primeros años de ir a apoyar la huelga de la Ford, una lucha histórica que fue aplastada por los tanques de (el expresidente Raúl) Alfonsín. El demócrata la aplastó con tanquetas que entraron a la fábrica. El principal dirigente era del Partido Comunista Revolucionario (PCR). Y yo lo apoyé con todo, ¿qué tiene que ver lo que opina? Tendrá una opinión ideológica, no me gustará bien cómo lleva la huelga a lo mejor, pero apoyamos y defendemos esa huelga a muerte. Es el triunfo de la clase obrera lo que perseguimos aquellos que queremos en serio un triunfo de la clase obrera y el socialismo, y no el triunfo de mi grupo. Es un sectarismo muy común en la izquierda.
-¿Cómo ve a la figura de Cristina Fernández de Kirchner? Que tanta gente la ve más cercana a la izquierda, aunque ella misma se encargue de decir que es defensora del sistema capitalista.
Primero que es una política muy hábil y es uno de los cuadros más importantes que tiene la burguesía, la clase dominante de este país. Cristina ha sido claramente una defensora del statu quo y el poder de la burguesía en este país. No la escuché decir, por ejemplo, que apoyaba a los trabajadores del SUTNA. Lo podría haber dicho, porque son trabajadores que luchan por sus derechos. Y no la escuché. Claramente sabe ponerse del lado de lo que opinan las patronales en el país, del lado de la burocracia sindical, y no del lado de quienes la enfrentan. Es una dirigenta de un movimiento como el peronismo, que ha dejado de representar -para mucha gente- el interés popular que representó en algún momento, porque es el gobierno que aplica el ajuste del FMI. Si algo no se puede negar es que si vos estás con el FMI, no estás con los intereses populares. Y el gobierno está con el FMI, aplica el plan del FMI. Cristina ha apoyado ese proceso, inclusive profundizando el ajuste con la movida que hizo su sector -el kirchnerismo- contra (Martín) Guzmán para poner a Massa, que termina siendo un ajustador mucho más agudo ý profundo. El propio (Andrés) Larroque, uno de los voceros de Cristina, hace poquito dijo que habían encontrado un ministro de economía. Bueno, yo lo que encontré fue al mismo Massa de siempre, ligado a la Embajada Norteamericana, y un ajustador de primera como cuando fue con Macri a Davos. Es un hombre de los intereses del gran capital. Inclusive de los intereses del capital financiero internacional. Si ese es el ministro de economía del gobierno peronista, los peronistas tienen que buscar otro rumbo. Entonces veo que es una figura que expresa el agotamiento -no electoral-, de la perspectiva del peronismo como un movimiento popular. Es un movimiento de entrega nacional de los recursos, al servicio del pago de la deuda y de los grandes capitalistas.
-Del otro lado de la grieta, ¿cómo lo ve a Mauricio Macri?
Primero que no es el otro lado de la grieta. Acá hay una falsa grieta de Cristina y Macri. No. La grieta son los trabajadores, los explotadores y los explotados. No ha cambiado. Los que viven de su trabajo y los que viven del trabajo ajeno. Son los que luchamos por un mundo diferente y los que quieren que este mundo siga tal cual porque les parece bárbaro. En eso Cristina y Macri están en el mismo lado de la grieta. Obviamente que hay muchas diferencias. Es como decir que (Jair) Bolsonaro y (Luiz Inacio) Lula da Silva son lo mismo. No lo son. Pero Lula ha hecho un acuerdo con los sectores evangelistas, con la Embajada Norteamericana y con la Unión Industrial, para no modificar la Reforma Laboral de Bolsonaro. En eso están unidos. No porque yo quiera, porque es la realidad. Lo mismo ocurre con Macri y con Cristina. El PRO tiene un problema hoy. No es agradecido con el peronismo, que cuando estaba Macri le votó cien leyes. Fue una oposición al servicio del plan de Macri, por supuesto que cuando salió mal lo dejaron solo. Pero fue una oposición funcional. Al punto que la deuda que contrae Macri la rescata el Frente de Todos con Cristina a la cabeza. Entonces la grieta no es tan grieta. Cuando se refiere a las luchas populares, ¿dónde está la grieta? En el SUTNA, ¿dónde está Macri? Con las patronales. ¿Dónde está Cristina? Con el ministro de Trabajo (Claudio Moroni), con las patronales. ¿Dónde está Cristina en el conflicto con los desocupados? ¿Con las críticas de Macri y (Javier) Milei o con los desocupados? Es decir, acá hubo contra el movimiento de desocupados una campaña, que la expresión más de derecha la tuvo Milei, que dijo que iban a armar una brigada antipiquetera. Pero también fue Cristina la que dijo que ella estaba en contra de los movimientos de desocupados que marchaban por la 9 de Julio con banderas políticas.
-Milei tiene un discurso de extrema derecha, del cual está orgulloso. Al mismo tiempo se dan situaciones como la de que grupos pequeños logran una inteligencia como para atentar contra la máxima figura de la política argentina. Este crecimiento de la violencia política por parte de estos grupos estilo fascistas, ¿le preocupa a la militancia de izquierda que puedan tomar alguna acción contra alguno? ¿Hay preocupación de que pueda crecer un escenario de violencia contra las ideas socialistas?
Sí, pero no en los términos del miedo personal de un atentado. Sí, si fueran gobierno. No sé quiénes son los de este grupo de los copítos. Si están relacionados o no con Milei y compañía, todavía no ha quedado claro. Creo que están más ligados al PRO por los abogados que tienen. Milei es un emergente de un fracaso de muchos años de los gobiernos de las últimas décadas, -peronistas, radicales-, el hastío de una parte de la juventud con eso... cuando uno le habla de la Dictadura a los jóvenes que siguen a Milei es como si le hablara de 1810. No están entendiendo lo que estamos diciendo porque no lo vivieron y porque los que los moviliza para seguir a Milei es la disrupción que significa alguien que insulta a los políticos. Claro que él es un farsante, porque representa a esa casta política: fue asesor de (Antonio) Bussi, estuvo con (Roberto) Lavagna, (Ramiro) Marra también. Son gente que viene de adentro de la casta política, pero que han armado un discurso como si fueran otra cosa.
La violencia política existe siempre, porque lo hace en el asesinato de Mariano Ferreyra, pero también en el de (Santiago) Maldonado y los pibes del gatillo fácil, eso también es violencia política, cuando los policías actúan en los barrios a aterrorizar a los pibes. Hay miles que no salen en los barrios y hay una política de la policía de compromiso con los narcos y de persecución de los pibes que no quieren someterse con los narcos y a los delitos. La violencia viene generalmente del Estado y si esta gente asume el Estado, por supuesto que puede ser Bolsonaro. Hoy todavía están lejos de eso y el poder, pero hay que alertar sobre esta expresión de alguien que se viste como disruptivo y rupturista con el pasado y la política, y finalmente es un hombre que representa los intereses más concentrados del capital, que quiere la destrucción de los derechos. Quiere una reforma laboral donde no existan los derechos laborales, quiere destruir el derecho de las mujeres: es la reacción política contra los derechos. Hay que explicárselo a los más jóvenes que están más inexpertos, más despolitizados. Y en ese sentido, la política que tienen muchos medios de comunicación, de estigmatizar las luchas y a aquellos que pelean por sus derechos, de atacar a las organizaciones que peleamos en los barrios, de atacar a los dirigentes sindicales que pelean, les hacen un gran favor a los Milei, a los Marra, a esos grupos que representan a lo peor de la política, y la reacción de los trabajadores contra el pueblo y contra los derechos de la juventud.
-Recientemente se lo vio a usted en el programa de (Fabián) Doman y también discutiendo con (Roberto) García Moritán. ¿No cree que hay un intento de banalizar la pelea que usted representa cuando lo suben al ring con Cinthia Fernández y no lo hacen con la gente que toma decisiones?
Puede ser. Pero ocurre lo siguiente: nosotros buscamos todos los espacios que se pueden para hacer escuchar nuestra voz. Y donde nos quieren tomar el pelo, como fue el caso del programa de Cinthia Fernández, los mando al demonio y me voy, porque no estoy para jugar y se lo dije claramente. Quieren escuchar lo que tengo para decir, lo digo. Si no, chistes no, bromas pesadas no. Una te aguanto, dos no, porque estamos hablando del hambre de la población, estamos hablando del trabajo, de cosas muy serias. Yo no le niego una nota ni a un estudiante de periodismo, porque queremos hacer escuchar nuestra voz, porque no tenemos tantos lugares y no podemos elegir mucho. Con García Moritán es otra cosa, representa una orientación política muy fuerte y hay que enfrentarla. Después puede surgir cualquier cosa, porque este hombre dice cualquier cosa, no tiene la más mínima formación política, y entonces uno se encuentra con un interlocutor con el cual es muy difícil intercambiar. Pero tenemos el concepto, y los compañeros quieren que hagamos esto, porque quieren que se escuche la voz.
-¿Va a haber Belliboni candidato en las próximas elecciones?
No, no. Yo tengo otra función, tengo otra idea. Hay compañeros que representan muy bien lo que yo pienso: Néstor Pitrola, Gabriel Solano, Romina del Plá. No hace falta que yo juegue ese papel, hace falta que juegue el que juego. Hay que defender el salario, a los compañeros, la comida. Y eso no te deja tiempo, si te dedicás a esto no te podés dedicar a lo otro. Y en el PO tenemos compañeros que pueden cumplir esa función. Esperemos que no haya que recurrir a tener que dirimir esto, esta fuerza que tiene hoy el PO, en un terreno de fraccionamiento, de choque. Porque nosotros entendemos que tenemos que discutir qué izquierda necesita este país, si una izquierda que se dedica a las elecciones y al parlamentarismo, o una izquierda que esté desenvolviendo y desarrollando la lucha de los trabajadores, en los barrios, los colegios. Porque hay que enfrentar un ajuste, una política muy fuerte del imperialismo, de la burguesía, y eso hay que hacerlo todos los días, no sólo cuando hay elecciones. Entonces tenemos un debate sobre qué Frente de Izquierda tiene que haber en la Argentina, que represente ese interés de desenvolver la lucha de clases y no el interés particular de cada partido. Eso nos parece muy importante para introducir como debate. Y en eso yo tengo un rol que cumplir, y Solano y Del Plá tienen otro. Igual no queremos hablar de ninguna candidatura. Vamos a hacer un acto el 29 de octubre, pero lo vamos a hacer para discutir estos problemas sobre la salida que tiene que buscar la izquierda. Vamos a ir a la Plaza de Mayo, la vamos a llenar para discutir estas cuestiones: cuál debe ser la política de la izquierda en los sindicatos, cuál debe ser en los desocupados, qué debemos hacer para enfrentar a la burocracia sindical, y cómo encontramos una alternativa política, que para nosotros tiene que estar, claramente en la limitación con el peronismo, que hoy representa una parte importante de los trabajadores en la Argentina.