19 Julio de 2016 06:21
Morbo: "atractivo que despierta una cosa que puede resultar desagradable, cruel, prohibida o que va contra la moral establecida". Aunque nos cueste asumirlo, todos somos morbosos. Nos atrae conocer lo trágico de la vida ajena, aquello que si le pasa a otros, sentimos que está más lejos de pasarnos a nosotros. Y por algún motivo, nos despierta esa sensación de que, después de todo, no nos ha ido tan mal...
Las vidas de estas mujeres estuvieron signadas por la soledad, el maltrato, la desilusión, y los finales de tragedia.
Edith Piaf:
Magnífica Edith.
La cantante francesa más famosa del mundo tuvo una vida llena de obstáculos. Nació en la calle, en una esquina de París. Su madre, alcohólica, fue atendida por dos policías. Las adicciones marcaron el devenir de su vida. El alcohol y las drogas la acompañaron en la búsqueda interminable del amor, que creyó encontrar en el boxeador Marcel Cerdán, quien murió en un accidente de avión. Dueña de una salud frágil, este golpe no permitió que su salud se recuperara y murió a los 47 años, víctima de la gran cantidad de enfermedades que padecía.
Marilyn Monroe:
Eterna Marilyn.
La vida de Norma Jeane Mortenson ha tenido múltiples relatos. Su adolescencia estuvo marcada por los abusos sexuales y los trastornos mentales. El resultado fueron los trastornos afectivos que sufrió en la madurez.
Fue una de las mujeres más sensuales del siglo XX. Su relación con John F. Kennedy se convirtió en la historia de amor frustrada más comentada del mundo. Nunca tuvo hijos. Nunca pudo hacerse cargo del poder que tuvo. Era esclava de su carrera y vivía pendiente de lo que los demás pensaban de ella. Tuvo varios episodios de ataques de pánico, aunque en aquel momento no se conocían como tales.
Su misteriosa muerte estuvo plagada de dudas, ya que para ese momento su único contacto social era con su psiquiatra, el Dr. Ralph Greenson. Murió por una sobredosis de barbitúricos.
Amy Winehouse:
Maravillosa Amy.
Cuando en julio de 2011 se hizo pública la noticia de la muerte de Amy, nadie se sorprendió. Murió de una sobredosis de alcohol a los 27 años, cuando ya era obvio que su final estaba cerca. La sensación de desprotección en la que se la veía sumida calaba los huesos.
Ella misma admitió que desde chica tenía tendencia a la autodestrucción, había sufrido trastornos alimenticios desde siempre, y las adicciones no ayudaron.
La mezcla de su fama mundial, el dinero, las malas compañías, el alcohol, las drogas y una familia que no la cuidó, fueron un coctel fatal que terminó con su corta y talentosa existencia.