Walter “Alfa” Santiago no es cualquier participante. Tampoco un número más en la lista de aspirantes a la casa de Gran Hermano 2022. “Yo no llegué a la final, pero todo el mundo dice que lo gané yo”, se adjudica el hombre de la bandana cuyo perfil, dentro y fuera de la casa más famosa, sembró una grieta de amor/odio permanente.
“Yo soy el mismo, pero la vida me cambió de un día para el otro. Cuando salí fue una explosión, como el sitio de ustedes: un Big Bang”, dice quien lleva más de un mes fuera de concurso, pero sigue sembrando atención -de toda clase- en el “afuera”.
-Tal fue la explosión que sos el único participante que antes de salir de la casa, ya tenía merchandising propio: máscaras, muñecos.
-De locos, sí. Me enteré que cuando veíamos el Mundial tenían que eliminar escenas de la tribuna porque había gente con mi máscara y bandera. Después cuando vi los muñequitos y que se vendían las remeras de “Security” que yo usaba y las bandanas, no lo podía creer.
-¿Lo fuiste asimilando de a poco?
-Mirá, yo ya no soy chico. Viví mucho y pasé por mucho. Nunca tuve vicios. Yo jamás fumé un cigarrillo de marihuana, no sé lo que es la cocaína, no sé lo que son las drogas porque nunca probé nada. No soy alcohólico, nunca me emborraché. Como soy grandote, mido un metro 90 y tomo, pero no me afecta el alcohol. Entonces tengo la cabeza bastante cuerda todavía y lo estoy asimilando así porque estoy bastante bien.
-Con vos se generó una grieta de amor-odio permanente. ¿Es algo que también generas en tu vida, en las personas?
-Yo desde el jardín de infantes, porque tengo mucha memoria, siempre generé mucho amor y odio, celos y envidia. Porque me animaba a hacer o a decir lo que muchos no. Siempre lo viví y lo noté como algo feo, no me gustaba. Pero me pasaba permanentemente. Siempre me estaban mirando, siempre era el punto de ataque y estaba acostumbrado a eso.
-¿Y a los haters te acostumbraste?
-Te voy a ser absolutamente sincero. Lo único que yo recibí en la calle son gestos de amor y lo que más me impresionan son de chicos que me traen dibujitos y hombres que me hablan como si fuera su amigo. La única vez que me pasó algo fue un día saliendo de Pepino (El bar que frecuenta y desde donde está haciendo la nota) que pasó un auto y me gritó: “Viva Cristina, gorila”. El resto todo increíble. No te miento, a mí me deben pedir unas 300, 400 fotos por día y que firme remeras. Hasta la moza de Pepino que antes me atendía mal ahora me atiende bien.
-Después de tu paso por la casa se habló mucho de que te faltaba deconstruirte. ¿Haces alguna autocrítica al respecto?
-Yo entré a la casa para vivir una experiencia, no para ser ejemplo de nada. No soy ni profesor ni maestro ni gurú. Soy un ser humano con mis defectos y virtudes. Si me equivoqué en algo, fue algo que se marcó mucho. Hubo muchas cosas que fueron sacadas de contexto, como también que me hicieron a mí y no se vieron. Como cuando dijeron que me iban a dar pastillas para que me dé un bobazo y tirarme a la pileta. Y el día que estaba inflando un globo, porque a los 60 todavía tengo una polenta en los brazos infernal, uno de los cordobeses dijo: 'ojalá que reviente de un bobazo ahora'. Y si no fuera por este salame que lo infló, ese tipo no hubiera comido en la semana porque no había plata.
-Decías que viviste mucho...
-Sin ninguna duda. La vida a veces la comparo con una ruta donde tenes caminos buenos, piedras, lluvia, nieve, barro y tenes que aprender a andar en todo. A mí me pasó de todo. Tuve la infancia más feliz del mundo, unos padres increíbles, un hermano divino y una hija que es una diosa. Pero también sufrí y perdí mucho. Mi papá me regaló una motito cuando tenía 8 años, yo aprendí a manejar un auto a esa edad y a los 12 ya sabía conducirlo perfectamente. Y lo acompañaba al taller mecánico porque era fanático de los fierros y él es el gran culpable de que mi pasión sea eso desde que nací.
-¿Les has vendido autos a muchos famosos?
-No, alguno que otro sí. Hace un tiempito tuve una coupé Mercedes Benz que me habían comentado que fue de Alberto Olmedo en su momento. O un auto que estoy restaurando que llegó a mí con todos los datos de que era el que había tenido Carlos Monzón en el 81. Pero no soy de venderle tanto a famosos.
-¿A Ricardo Fort tampoco?
-A Ricardo lo conocí en Miami por un amigo y lo contacté con la gente de Prestige Automóviles cuando él compró el Lamborghini Gallardo color amarillo que se lo entregó un amigo mío.
-Tuviste un pasado en MasterChef que pocos lo conocen. ¿Por qué pensas que no se generó el mismo magnetismo con vos?
-Lo que pasó fue que en el segundo programa quedé eliminado porque creían que había un pelo y no había un pelo. Pero en la vida todo pasa porque tiene que ser. Yo no llegué a la final, pero todo el mundo dice que soy el referente de Gran Hermano.
-¿Qué hubieras hecho con el premio?
-Me hubiera gustado ayudarlo a Thiago. Y a Camila le dije: 'Si llegamos juntos yo me voy y el premio quiero que lo tengas vos para que puedas hacer crecer el negocio del que están viviendo tu mamá y tu hermana'. Yo no fui por la plata, fui por algo muy interno, para mostrar que no hay límites para la edad ni los sueños. Que la edad no está en el documento.
-¿Sentías ese prejuicio?
-Está en la gente, yo lo viví ahí adentro. Uno de los que más agredía era Maximiliano. “Viejo choto, el viejo”. Por eso siempre canto la canción “De nada sirve” para que la entiendan. Yo lo miraba y le decía: 'Quiero ver una foto tuya a los 60 años, nene'. Hay un prejuicio muy grande.
-Sin ir más lejos, se filtró un video tuyo con la mediática Delfina Wagner en una fiesta con la mirada puesta en la diferencia de edades.
-Siempre los que no hacen nada, juzgan. Algunos de los que hablan me gustaría ver qué vida tienen, con quién están, qué hacen. Delfina es una piba de 19 que tiene una inteligencia increíble, un conocimiento de historia argentina, política y de economía que muchas no lo tienen. He visto debates de ella con diputados que los dio vuelta como un panqueque. Entonces ¿cuál es el prejuicio? Si estuviera con una de 60 o de 50 también hablarían. O una de 24.
-Contaste que te llamó Fernando Carrillo, para llevarte a México con una propuesta de trabajo.
-Él estaba convencido de que me quería llevar para hacer una miniserie, pero yo estoy muy centrado. Sé muy bien lo que puedo y lo que no. Que haya sido la figura mediática de Gran Hermano no me califica para protagonizar una miniserie. Tenés que ser actor, estar preparado. Se confunde todo. Como también me dijeron que tenía que aceptar un puesto político.
-¿Te ofrecieron un cargo?
-Y de ninguna manera, ese es el gran error por cómo estamos hoy. Que los que son ineptos para todo son aptos para política. Y que yo sea un payaso de Gran Hermano no significa que sea apto para la política como tampoco significa que un piloto de automovilismo sea buen diputado. O que un actor cómico sea un buen político. Un tipo que me hizo reír a mí hace mucho tiempo, Miguel del Sel, ¿está preparado para ser político? No. Está preparado para arrastrar votos, nada más.