El tanque de Telefe lo hizo de nuevo. En este último lunes en el que se jugaba una batalla por el rating contra el resto de las señales de aire, Gran Hermano logró un promedio de 20.4 puntos -con picos de más de 21- y ganó cómodo el prime time. Entre los 20 participantes que ingresaron -este martes lo harán dos más-, se pudo percibir el típico armado inclusivo que suelen hacer para el programa. Aunque esta vez, fue algo más evidente para los ácidos ojos de las redes sociales.
Ya desde el vamos, el primer jugador en ingresar a la casa más famosa del país en esta temporada, el cantante tucumano de RKT Federico Farías, más conocido como "Big Apple" o "Gran Manzana", es un influencer que, antes de entrar, contaba con medio millón de seguidores. Su hit "Que a pasao", con más de 24 millones de reproducciones en YouTube, lo alejan bastante de ser un ignoto.
Lo destacable de este artista no pasa por marcar la inclusión forzada del casting, sino por la utilización que le dio la producción de Kuarzo cuando ingresó al programa. La literalidad con la que siguió un guión y su voz pausada propia de un coacheo, hicieron evidente que el recorrido que hizo Manzana con frases como "acá sí voy a lavar los platos", no sean más que una salida ensayada para las cámaras. Que el primero en ingresar hable tanto solo, para después pasar a quedarse en silencio, no pasó desapercibido para quienes creen que el certamen "está arreglado".
Cuando en los ámbitos laborales utilizan reivindicaciones de género y de las colectividades LGBTQ+ para limpiar su imagen, se lo llama pinkwashing. Que en español sería algo así como lavarse con el color rosa. Es que muchas de estas, mientras lo hacen, no contratan minorías sexuales en su planta de trabajo, por ejemplo. Y entonces el único sentido que tiene su acción, es utilizar estas nuevas tendencias para vender más de lo que hacen.
En la actual edición de GH sucede algo similar. Es que mientras entre los integrantes hay para todos los gustos, con gays, lesbianas, bisexuales y demás, en los hechos la hegemonía es lo único que se respira entre los y las jugadoras.
Ya desde el vamos, es un hecho que salvo Catalina Gorostidi, quien afirma haberse acostado con un "campeón del mundo", el resto de los participantes cuenta con más de 15 mil seguidores en Instagram. Es un parámetro para medir que estos están muy lejos de pertenecer a los márgenes.
Al igual que en la edición anterior, de la cual salieron grandes exponentes del mundo del espectáculo actual, la hegemonía de los cuerpos perfectos fue inobjetable. Cabe recordar que los tres primeros lugares fueron para tres modelos: Marcos Ginocchio, Nacho Castañares y Julieta Poggio. Es cierto que no había ningún jugador oriental como lo hay ahora. Pero tampoco es que alcance con eso.
A la actriz y bailarina, inclusive le tocó el premio de ponerse en el lugar que tuvo Wanda Nara en la edición en la que ella fue parte del reality. Más allá de algunas críticas respecto a las preguntas orientadas que hacía, las cuales le soplaban desde la producción, la joven se destacó en su rol y estuvo a la altura de lo que la noche le pedía. Inclusive, debió soportar cosas que parecieron salidas de una película de terror.
Es que mientras Isabel Denegri, la abuela de 65 años que goza de un estado propio de una edad 20 veces menor, entraba por el pasillo junto a Poggio, a la creadora del hashtag fuera malas vibras, le caminaron unas "cucarachas" por todo el vestido. Ella después en el streaming explicó que eran como "mariquitas" que le caminaban por todo el cuerpo. Lo cierto es que los bichos cumplieron un rol importante, ya que hermanito que entraba tenía a otro encima quitándoselos.
Más allá de toda esta pequeña crítica nada despiadada contra el formato, es un hecho que esta nueva camada parece más propensa al juego que en la anterior. Mientras que en la 2022 los "jugadores" eran castigados con el voto de la gente para que se "vachan", en esta, sin haber pasado ocho horas de show, ya hubo una primera nominación espontánea. Y eso no puede ser más que una buena noticia para quienes esperan polémicas, enfrentamientos y mucho puterío en Gran Hermano.