A fines de los '80, la inflación, las desigualdades sociales y la corrupción derivada del sistema de partido único encendieron el descontento de los estudiantes chinos, que terminó estallando en una serie de protestas que se extendieron entre el 15 de mayo y el 4 de junio de 1989.
Fue la muerte del líder comunista reformista Hu Yaobang -quien buscaba brindarle más transparencia al gobierno- lo que determinó el empujón final para que cientos de jóvenes comenzaran a salir a las calles. La Plaza Tiananmen de Beijing fue el eje de las manifestaciones, con alrededor de un millón de personas reuniéndose en el pico de las protestas.
Baño de sangre en la Plaza Tiananmen de Beijing
Pronto, alrededor de 400 ciudades se sumaron a las demostraciones públicas de descontento y el régimen de Deng Xiaoping resolvió intervenir con el uso de la fuerza. 300 mil efectivos militares fueron movilizados a la capital china durante la noche del 3 de junio y la mañana del 4.
Ese día se inició una ofensiva militar en la plaza, con soldados y tanques de guerra avanzando hacia los manifestantes -que protestaban de manera pacífica- y disparando indiscriminadamente no sólo sobre ellos sino también sobre transeúntes ocasionales.
De acuerdo a distintos informes de periodistas extranjeros presentes en China, las cifras de muertos variaban de cientos a hasta 3000. La censura del gobierno de Xiaoping y la inexistencia de informes oficiales hace que sea imposible hasta el día de hoy saber cuántas personas fueron asesinadas ese día.
Uno contra todos
Sin dudas, el gran símbolo de las protestas de la Plaza Tiananmen fue el anónimo y solitario manifestante que se paró frente a una columna de tanques bloqueando su avance. Portando dos bolsas de compra, el hombre se movía hacia los costados cada vez que el tanque intentaba desviarse.Si bien se sabe casi con certeza que sobrevivió a esa jornada sangrienta, jamás se supo el destino final del "hombre del tanque". La teoría más firme es que se terminó convirtiendo en uno más de los prisioneros políticos del régimen de Xiaoping.
Ese agujero negro de certezas es un ejemplo de cómo, en general, las protestas de la Plaza Tiananmen constituyen un motivo de silencio total para el pueblo y el gobierno chino: traerlas a colación equivalen a un abierto cuestionamiento al régimen comunista.