Big Bang! News
Más

A 54 años del Concilio: el día que la Iglesia dejó el latín y pidió perdón

Se cumple un nuevo aniversario de la reunión ecuménica que "actualizó" al catolicismo. De la condena a la Inquisición a la prohibición de las "Cruzadas".

por Manuela Fernandez Mendy

11 Octubre de 2016 21:09
1552079487236
1552079487236

“En la muerte de Cristo hemos sido responsables todos los hombres”. Ese fue uno de los tantos errores admitidos por la Iglesia Católica en el Concilio Vaticano II, cuyo inicio cumple hoy 54 años. El encuentro duró 1153 días e intentó convertirse en el puntapié inicial para el aggiornamento de la institución. Del fin de las misas en latín a la condena a las Cruzadas: el día en el que la institución puso su liturgia bajo la lupa.

Juan XXIII, conocido como el "Papa bueno", fue quien decidió el inicio del Concilio.

El 25 de enero de 1959, sólo 83 días después de asumir su pontificado, Juan XXIII hizo un anuncio que sacudiría por completo al clero: se daría inicio a un nuevo Concilio, 89 años después de que la Iglesia suspendiera su último acto revisionista por el estallido de la guerra franco-prusiana.

LAS ONCE DEFINICIONES DEL CONCILIO

Las misas, antes celebradas sólo en latín, podían ahora hacerse en el idioma nativo de los feligreses, dándole lugar a las lenguas vernáculas.

El sacerdote podía dar la misa de cara a sus fieles y no de espaldas.

La inclusión de los laicos a las actividades de la iglesia, antes sólo en manos de sacerdotes y religiosas.

Pablo VI ofició el 7 de marzo de 1965 en la Parroquia Ognissanti la primera misa en italiano.

Reconciliación entre las iglesias Ortodoxa (de oriente) y Romana (de occidente).

El fin del matrimonio pasa a ser el amor mutuo entre los esposos y no el de la procreación.

Se establece al sistema democrático como la forma más idónea de Gobierno, dejando atrás los documentos de Pío IX, quien lo había definido como un “error del pensamiento moderno”.

De las cuatro audiencias participaron más de tres mil religiosos de todo el mundo.

Se condena el accionar durante la Inquisición y se exige a los fieles una “búsqueda libre del saber”.

Las acciones bélicas son ahora consideradas un crimen contra Dios y la humanidad. Pedido de perdón por las Cruzadas.

Se empieza a hablar del “pueblo de Dios”, dándole más importancia a los fieles, quienes son instados a profesar su fe en sus actividades diarias.

El Papa hizo el anuncio del Concilio en la Basílica de San Pedro.

Se suprime de la liturgia cristiana términos acusatorios contra el pueblo judío y se condenan las expresiones xenófobas. “En la muerte de Cristo hemos sido responsables todos los hombres”.

Con respecto al pueblo musulmán, se establece el “olvido, la comprensión” y se destaca la “altura” del pensamiento de Mahoma.

Según recordó tiempo después su secretario privado, ese día el Papa se levantó a las cuatro de la mañana. Dio misa, desayunó, leyó los diarios y partió a media mañana a la Basílica de San Pablo. Pasado el mediodía y sólo frente a los cardenales, el Sumo Pontífice dijo que había escrito un “discorsetto”. Lo que pocos en esa habitación imaginaban era que ese “papelito” sería el inicio de una de las mayores revoluciones dentro del catolicismo.

La Iglesia le quitó responsabilidad al pueblo judío por la muerte de Cristo.

La lectura del anuncio duró sólo quince minutos, pero su concreción tardó 1153 días. El primer paso fue la designación del cardenal Doménico Tardini a cargo de la Comisión preparatoria. Fue él quien comenzó a enviar el 17 de mayo de ese mismo año los pedidos de sugerencias a eclesiásticos y teólogos de todo el mundo. El plazo para recibir las respuestas fue el 30 de abril siguiente. En total, el entonces Secretario de Estado del Vaticano recibió 2109 cartas con pedidos: un promedio de seis por día.

Doménico Tardini fue quien recibió las 2109 cartas con sugerencias en la previa al encuentro.

El desgloce estuvo a cargo de diez comisiones y la convocatoria oficial al encuentro ecuménico llegó recién el 25 de diciembre de 1961 durante la celebración de la Navidad. Allí, Juan convocó a más de tres mil religiosos de todo el mundo a la primera audiencia ecuménica, que tendría lugar en la Santa Sede el 11 de octubre de 1962.

“El concilio quiere transmitir la doctrina pura e íntegra, ya que es patrimonio común de todos los hombres. Y, considerando la unidad que Cristo imploró para su Iglesia, deber realizarse la unidad de la gran familia cristiana”, fueron las palabras con las que dio inicio a la primera de las cuatro audiencias. Lo que pocos imaginaban era que a Juan le quedaban sólo 33 semanas de vida.

Francisco calificó a Juan como "un cura de aldea bueno, con un sentido del humor muy grande y una gran santidad".

Los objetivos, según el Sumo Pontífice, eran cuatro: renovación de la curia, restauración de la unidad de los cristianos, el diálogo con el mundo contemporáneo y una definición más concreta sobre los alcances de la fe.

"Considerando la unidad que Cristo imploró para su Iglesia, deber realizarse la unidad de la gran familia cristiana

La realización del Concilio no sólo sufrió la resistencia del ala más conservadora de la Iglesia, sino que además debió sortear el delicado presente histórico de ese entonces: la Guerra Fría había alcanzado su punto máximo con la Crisis de los Misiles en Cuba y la URSS todavía le empataba a Estados Unidos el poder internacional.

El encuentro coincidió con la Crisis de los Misiles en Cuba.

Para poder contar con la participación de los ortodoxos rusos, el Vaticano debió acordar con el Gobierno de Nikita Jrushchov el libre traslado de los religiosos en su territorio de 22.4 millones de kilómetros cuadrados. Sólo fue excluido el clero de la China comunista, tras la negativa de Mao Tse-Tung.

El Vaticano acordó con Nikita Jrushchov el libre traslado de los religiosos en la URSS.

Fueron 59 días de intenso debate en los que la curia romana quiso imponerse y mantener el verticalismo de la institución. “Un Concilio no es un grupo de monjes cantando a coro”, bromeó el Papa para descomprimir la puja y darle voz a todos los representantes.

Juan XXIII murió en junio de 1963. Su pontificado duró 1678 días.

La muerte de Juan XXIII fue una sorpresa para la curia, pero no puso en peligro el Concilio. Pablo VI, su sucesor, comenzó su papado 18 días después del funeral y, tras el avistamiento del humo blanco, confirmó que el deseo de su antecesor seguía en pie. La segunda audiencia tendría lugar tres meses después y duraría 70 días.

Pablo VI sucedió a Juan y mantuvo en pie el Concilio.

Hubo dos últimos encuentros más: el tercero comenzó el 14 de septiembre de 1964 y duró 66 días. El último tuvo lugar un año después y culminó el 8 de diciembre, en coincidencia con el Día de la Virgen. Con una duración de 88 días fue el más largo de todos, pero el definitivo, en especial después de la sorpresiva participación papal en la ONU.

En coincidencia con la “apertura al mundo” predicada por Juan XXII, Pablo participó el cuatro de octubre de 1965 de la Conferencia de la ONU. Allí, exhortó a los líderes políticos a “dejar caer las armas” e instó al diálogo entre las naciones. Además, y por primera vez en la historia, habló en nombre de los “pobres”.

Habían pasado ya 1354 días desde el anuncio de Juan XXII y el Concilio finalmente llegaba a su fin. La Iglesia Católica, tras casi seis años de debates y resistencia, anunciaba al mundo el resultado del encuentro: cuatro constituciones, nueve decretos conciliares y tres declaraciones, con las que quedaba plasmada la “actualización de la doctrina” que se convertiría, sin lugar a dudas, en uno de los hechos que marcó el Siglo XX.

10