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Atienden en Cuba a los pasajeros de un crucero británico, mientras el mundo entero se queja de la inacción del gobierno inglés

El mundo cuestiona las políticas de Boris Johnson.

18 Marzo de 2020 15:09
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 El crucero británico MS Braemar, con nada menos que cinco casos confirmados de COVID-19 entre sus pasajeros (que para colmo son 682, a los que hay que sumarle 381 tripulantes)  llegó hoy al puerto de Mariel, en el noroeste de Cuba, y fue recibido por las autoridades cubanas.  

El crucero es de la compañía británica Fred Olsen Cruise Lines y tiene a los cinco contagiados, así como también a 25 turistas, 27 tripulantes y un médico en aislamiento por síntomas parecidos a influenza.

En toda Cuba había hasta el momento apenas siete casos de contagio de  coronavirus, todos ellos "extranjeros", es decir, importados o relacionados con viajeros desde el exterior. El MS Braemar vagaba sin rumbo por el Caribe desde fines de febrero, en espera de que algún gobierno le concediera permiso para atracar.

Los pasajeros serán trasladados desde La Habana al Reino Unido, siempre y cuando estén en condiciones médicas para viajar: quienes no lo estén serán atendidos en Cuba, que recibió el agradecimiento oficial del canciller inglés Dominic Raab, tanto por permitir la llegada del crucero a Mariel, como por su ayuda para traer de regreso a Londres a la gente, como así también por la asistencia médica brindada.

Todo esto en un contexto en el cual el primer ministro británico Boris Johnson es el más criticado del mundo por su negativa enfática a tomar medidas especiales para prevenir el coronavirus. 

En toda Gran Bretaña no se prohibieron los eventos multitudinarios, no hay estado de emergencia y las clases se desarrollan normalmente, en un contexto nada menos de 1500 casos confirmados y 35 muertos.

El Gobierno británico apenas recomendó el teletrabajo y sugirió que se evitaran los viajes, las  reuniones, el contacto  "que no sea esencial" con otras personas,  y que los mayores de 70 años y quienes presenten síntomas de la enfermedad se autoaislen en casa.

Con increíble impiedad, Johnson reconoció que el coronavirus provocará miles de muertos y que muchos británicos perderán a sus seres queridos "antes de tiempo". El primer ministro prefiere pagar ese costo a permitir que la economía colapse.

Mientras tanto, a su alrededor, en España, en Italia y en Francia se cierran fronteras y la población se confina en sus casas. En este contexto, miles de ciudadanos extranjeros que actualmente residen en el Reino se proponen regresar a sus países ante lo que consideran una desidia incomprensible.

En las últimas 24 horas, el propio Johnson dio señales de que su postura comienza a cambiar ante las presiones nacionales e internacionales. El primer ministro anunció apoyo crediticio de 330 mil millones de libras para las empresas devastadas por la crisis sanitaria. 

“Estamos en pie de guerra. Vamos a hacer lo que sea necesario para apoyar nuestra economía. Vamos a apoyar a millones de empresas, negocios y familias para lo que se viene”, dijo Johnson. Al mismo tiempo, el gobierno británico dispuso aumentar de 10 mil a 25 mil la cantidad de pruebas diarias del COVID-19.

La política sanitaria británica se basa en el concepto de “Inmunidad de la manada”: la idea de que para la mayoría de la población  (menores de 40 años) el virus es de bajo riesgo, y que por lo tanto la mejor manera de  combatirlo es generar una inmunidad masiva de los jóvenes como protección para proteger al resto. Una idea que los propios epidemiólogos ingleses califican de disparatada.

El primer ministro va a ser interpelado por la oposición en medio de la  crisis política generada por sus medidas o por la ausencia de ellas: las autoridades locales de Gales y de Escocia decidieron, sin consultarle, la suspensión de las clases.