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Cómo es Mónaco, el “elefante blanco” que Escobar abandonó

Se trata del edificio ubicado en la ciudad de Medellín que ofició como residencia principal del líder narco y su familia. Está abandonado, los vecinos se quejan y abundan los que todavía ingresan para ver si pueden encontrar dólares escondidos.

11 Septiembre de 2016 17:30
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Pasaron 23 años desde que Pablo Escobar cayó abatido sobre los tejados de una modesta casa de clase media de Medellín, ubicada a sólo treinta cuadras del Edificio Mónaco, el mega proyecto inmobiliario que mandó a construir en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad para vivir con su familia y que hoy se encuentra abandonado.

La fachada del edificio que representó el máximo poderío económico de Escobar.

Los vecinos se quejan. Pese a que el gobierno colombiano intentó darle diversos usos oficiales en los últimos años, lo cierto es que poco queda de la fastuosidad que supo ostentar el edificio de ocho pisos de los Escobar. “La pileta tiene agua estancada y es un juntadero de mosquitos”, se quejó una vecina. “La maleza del jardín junta bichos”, agregó otra.

Además, no son pocos los fanáticos del líder narco que peregrinan ante las puertas de su casa para sacarse fotos e intentar ingresar a escondidas. La Policía ya recibió varias denuncias porque los vecinos los acusaron de ofrecer un “tour turístico”, pese a que no tienen autorización para explotar el lugar.

Pablo escobar

Escobar, su mujer, Victoria y sus dos hijos: Juan Pablo y Manuela en la terraza de Mónaco.

Otros visitantes siguen rompiendo de madrugada los muros en busca de los dólares que, según reza el mito popular, todavía siguen atesorados detrás de techos y paredes.

Recorrido por las instalaciones

 

Escobar los guardaba de ese modo cuando empezó a resultarle imposible lavar su dinero, incluso con las diversas empresas de taxis que manejaba.

El interior del edificio está abandonado y la maleza del jardín invade de a poco las instalaciones.

Pero el deterioro no es el único problema para los vecinos. Después de que hasta se especulara con la posibilidad de que el Gobierno capitalizara el edificio e instalara un museo, ahora se presentó este mes un proyecto oficial para trasladar allí las oficinas del Sistema Integrado de Emergencia y Seguridad y la Central de Inteligencia de la Policía.

Civiles ingresan a diario a buscar en techos y paredes dólares escondidos en su interior.

Las instalaciones del imperio Escobar

Los coquetos vecinos del barrio Santa María de Los Ángeles de Medellín pusieron el grito en el cielo cuando en 1988 se enteraron de que Pablo Escobar y su familia se instalarían allí. La faraónica construcción se emplazó en los terrenos de dos mansiones que fueron derrumbadas por el líder narco y duró poco más de un año.

El edificio se encuentra cerca del exclusivo Club Campestre de Medellín. Nunca lo aceptaron como socio.

Para poder acomodar a su mujer, María Victoria, y a sus dos hijos, Juan Pablo y Manuela, Escobar aprobó los planos de un mega proyecto inmobiliario que contaría con ocho pisos, una pileta en la terraza (que hoy se encuentra tapada y con agua estancada) y otra en el jardín.

La escultura de Rodrigo Arenas Betancur representa a Pablo, su mujer y su primer hijo.

Además hay una cancha de básquet, otra de tenis y estacionamiento cubierto para más de cuarenta autos. En total se construyeron 8000 metros cuadrados.

Los vecinos se quejan del agua estancada en la pileta del jardín.

Y, aunque los vecinos no lograron que las autoridades impidieran que el por entonces sospechado narcotraficante se instalara con su familia allí, se encargaron de no hacerlos sentir bienvenidos: justo frente al edificio se encuentra el Club Campestre de la ciudad, el mismo que nunca lo recibió como socio por considerarlo “persona no grata”.

Así está la cancha de básquet en la que jugaba Escobar.

El anteúltimo piso fue acondicionado para ofrecer fiestas: además de un bar, la planta contaba con una terraza de 400 metros cuadrados con techos corredizos para poder ofrecer reuniones incluso en un día de lluvia. En otra planta, los Escobar habían instalado un gimnasio súper moderno para la época y, claro, el penthouse familiar, decorado con millonarias pinturas y esculturas de Botero y Rodin, entre otros.

El baño de la suite de Pablo y su mujer todavía conserva su mármol.

Las palmeras Cunnighamiana Seafortia que decoran los jardines que rodean al edificio fueron importadas de Miami y permanecen allí. Acompañan, junto a la maleza, a la antena de comunicación satelital de más de diez metros de altura que Escobar emplazó en el frente del edificio y sin mayores intenciones de esconderla de los ojos de las autoridades.

El hall de ingreso al edificio está destruido. Ninguno de los dos ascensores funcionan.

Una doble puerta de hierro blanco divide el edificio en dos: en los primeros cuatro pisos vivían los colaboradores, guardaespaldas y sicarios de Escobar, mientras que la familia utilizaba los restantes. A partir del cuarto piso los detalles cambiaban: las escaleras eran de madera y los baños todos revestidos en mármol.

La antena satelital de diez metros de alto en medio del descuidado y abandonado jardín.

La suite que compartía el matrimonio Escobar tiene casi 30 metros cuadrados, alfombra color chocolate y una ventana con vista panorámica a la ciudad y a las montañas de Medellín.

La bóveda de la suite de Pablo: una habitación de casi tres metros cuadrados.

¿El detalle que llama la atención? Una bóveda de seguridad blindada de la altura de las puertas con un doble fondo que da lugar a una habitación de casi tres metros cuadrados en donde guardaban sus reliquias.

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