Luego de entregarse en la noche del sábado, Lula Da Silva pasó su primera noche tras las rejas en la sede de la Policía Federal de la ciudad brasileña de Curitiba.
Lula llegó en la noche del sábado luego de entregarse en San Pablo.
Allí, una de las salas, de 15 metros cuadrados, fue transformada en celda y acondicionada con una cama, un armario y un baño privado. Afuera, el operativo de seguridad incluyó a 50 efectivos militarizados organizados en un perímetro de unos cien metros a cada lado del edificio. Sólo pueden ingresar residentes, personal autorizado y miembros de la prensa.
"Lula está bien"
Mientras tanto, decenas de simpatizantes del ex presidente brasileño hacen vigilia fuera del cerco policial. Un grupo de ellos implementó un pequeño campamento.
Gleisi Hoffman, presidenta del PT -el partido al que pertenece Lula- viajó hasta Curitiba y se sumó al grupo de apoyo en las afueras de la sede policial. Luego de dialogar con agentes de la Policía Federal, comunicó que Da Silva "está bien".
La dirigente aseguró que la vigilia "solo va a terminar cuando Lula salga" y anticipó que se organizarán "muestras de apoyo, de solidaridad y caravanas".
"No es un preso común"; remarcó Hoffman. "Tenemos un preso político, el primer preso político después de la apertura democrática de Brasil, es una situación grave".