Sigue la “Francisco-manía”. Julia Bruzzese, una joven estadounidense de 12 años paralizada desde hace cinco meses por una extraña enfermedad, asegura que la bendición que le dio el Papa Francisco inició su proceso de cura. “El milagro ya comenzó”, apuntó la adolescente.
“Ayer fui al médico y, por primera vez desde que me enfermé, encontraron actividad del síndrome de Lyme en mi sangre. Eso demuestra que un milagro puede pasar si uno cree y reza
La joven y su familia recibieron la bendición papal el 24 de septiembre en el Aeropuerto JFK de New York.
El encuentro se produjo el pasado 24 de septiembre, después de que el Sumo Pontífice desembarcara en el Aeropuerto John Fitzgerald Kennedy (JFK) de New York. La joven lo esperó entre una inmensa multitud y recibió un saludo por parte de Francisco, quien le acarició la cabeza.
Julia, de doce años, asegura que los médicos encontraron su cura gracias a la intervención de Francisco.
“Vine acá para conocerlo, porque creo en los milagros. Fue el momento más importante de mi vida. Le pedí que me bendijera y asintió con la cabeza. Estoy esperando por mi milagro”, había reconocido minutos después del encuentro ante la prensa de Estados Unidos.
Once días después, el hasta entonces sombrío panorama sobre la salud de la joven cambió por completo. Y es que, aunque quedó inmovilizada en mayo, sus médicos todavía no habían dado con un diagnóstico adecuado para poder tratarla. Hasta ahora, su mal era un misterio para la ciencia.
Enrico, padre de la joven, le agradeció al Sumo Pontífice: “Estábamos solos, pero todo cambió gracias a él”.
“Ayer fui al médico y, por primera vez desde que me enfermé, encontraron actividad del síndrome de Lyme en mi sangre. Eso demuestra que un milagro puede pasar si uno cree y reza”, destacó emocionada al canal CBS New York.
La mamá de la nena, Josephine, asegura que supo desde aquel día que el Papa iba a salvar a su hija.
Aunque recién comenzará la semana que viene con un tratamiento específico, la detección de la enfermedad infecciosa (transmitida por garrapatas) fue un gran avance para su salud. “Estábamos perdidos y nos sentíamos solos. Pero todo cambió desde que conocimos a Francisco”, reconoció su padre, Enrico.
Josephine quedó paralítica en mayo y, desde entonces, los médicos no la podían diagnosticar.
Josephine Bruzzese, su madre, también se mostró conmovida y emocionada por el avance: “Ese día, el Papa me miró a los ojos y la miró a ella. Le pude besar las manos y agradecerle. Cuando me di vuelta, le dije a mi marido: 'Ella va a estar bien'”.