12 Mayo de 2016 05:25
Calificado por los dirigentes del PT como un "traidor", Michel Temer, el ahora flamante presidente del Brasil, fue uno de los dirigentes que con más énfasis impulsó el juicio político a Dilma Rousseff en los últimos meses. Semanas atrás ya barajaba algunos nombres para designar en los ministerios en caso de convertirse en presidente y derrocar al PT luego de 13 años ininterrumpidos de mandato.
Michel Temer, nuevo presidente del Brasil.
Incluso llegó a filtrarse un audio de una conversación donde mencionaba posibles futuros funcionarios de su Gobierno. El otro dirigente que estuvo detrás de la avanzada contra la presidenta fue Eduardo Cunha, ex presidente de la Cámara de Diputados de Brasil que fue suspendido días atrás.
Dilma fue suspendida por 180 días.
Las diferencias entre Dilma y Temer habían comenzado hace tiempo. Sin embargo, la salida del vicepresidente de la coalición de gobierno encabezada por el PT se concretó recién el 29 de marzo. Unos días después, en una carta, Temer se quejó de no haber sido más que “un vice decorativo” y una víctima de la desconfianza y el menosprecio del gobierno. El nivel de hostilidad entre ambos aumentó en los últimos meses, al punto de que llegaron a dejar de dirigirse la palabra.
Temer consiguió un poder que difícilmente podría lograr en elecciones.
La escasa popularidad de Temer no es un dato menor. En un relevamiento hecho semanas atrás por la consultora Datafolha, apenas el 2 por ciento lo votaría en una elección presidencial. Y además un 60 por ciento pide su renuncia. Temer, además, también afronta un proceso de impeachment, en una causa similar a la de Dilma.
Hubo decenas de marchas en favor de la presidenta Dilma Rousseff.
CURIOSIDADES DE UN IMPEACHMENT CALIENTE
El proceso para destituir a Dilma tuvo algunos datos llamativos. En el Senado estuvo presente el ex presidente, Fernando Collor de Mello, quien también afrontó un juicio político, en 1992. En ese entonces decidió renunciar al cargo un día antes de que se definiera su destitución.
Dilma no ocupará más el Palacio de Planalto. Por eso es que ayer retiró sus recuerdos íntimos del despacho. De todos modos, sí continuará en el Palacio da Alvorada, la residencia de los presidentes del Brasil. Incluso, podrá hacer uso de los aviones oficiales de su país, aunque en menor medida. Y también se le designará un grupo reducido de asistentes, entre los que se destacan el actual ministro de Aviación Civil, Carlos Gabas, el asesor especial Giles Azevedo y el asesor para asuntos internacionales, Marco Aurelio García.
