Días atrás, el Vaticano presentó un documento con una serie de instrucciones alrededor del "ordenamiento de vírgenes", es decir, la consagración de mujeres que renuncian al matrimonio y eligen vivir una vida de castidad pero sin consagrarse como monjas.
Las vírgenes consagradas son mujeres castas que se ordenan pero no viven como monjas.
Allí, sorprendió la cláusula que estipula que la virginidad física no es esencial para que una mujer se convierta en virgen consagrada. "Haber mantenido su cuerpo en continencia perfecta o haber practicado la virtud de la castidad de manera ejemplar, aunque de gran importancia en cuanto al discernimiento, no son prerrequisitos esenciales", especifica el texto.
Esta, sin embargo, no es la primera corrección introducida por la Iglesia en sus pocos intentos por adaptarse al mundo moderno. Aquí, repasamos algunos "volantazos" históricos.
La humanidad de los pueblos originarios
El 2 de junio de 1537, el Papa Paulo III condenó en la bula Sublimis Deus la esclavitud de los pueblos originarios latinoamericanos declarando que la idea de tratarlos "como si fueran animales" estaba inspirada "por el enemigo del género humano", es decir Satán.
La bula Sublimis Deus condenó la esclavitud indígena.
Así, el pontífice determinó "dichos indios, y todas las gentes que en el futuro llegasen al conocimiento de los cristianos, aunque vivan fuera de la fe cristiana, pueden usar, poseer y gozar libre y lícitamente de su libertad y del dominio de sus propiedades".
Galileo tenía razón
En 1992, 359 años después de que la Iglesia condenara a Galileo Galilei a prisión perpetua por afirmar que la Tierra giraba alrededor del sol, el Papa Juan Pablo II finalmente pidió perdón por el injusto y absurdo hecho.
Juan Pablo II pidió perdón por la condena a Galileo.
"Pretendo que teólogos, científicos e historiadores, animados de un espíritu de sincera colaboración, profundicen el examen del caso de Galileo y remuevan las desconfianzas que aquel proyecta todavía, en la mente de muchos, a la fructuosa concordia entre ciencia y fe, entre la Iglesia y el mundo" afirmó en aquel entonces el pontífice.
El limbo no existe
El limbo, el espacio post-mortem al que estaban destinadas -según la doctrina católica- las almas de los no bautizados, quedó oficialmente "clausurado" por decisión una Comisión Teólogica Internacional reunida en el Vaticano en el 2006 bajo el papado de Benedicto XVI.
Misa en todos los idiomas y adiós al antisemitismo
El Concilio Vaticano II, celebrado en 1962 durante el papado de Juan XXIII, introdujo una serie de cambios destinados a la modernización de la Iglesia católica. Entre ellos, la misa dejó de celebrarse exclusivamente en latín para adaptarse al idioma de cada región, se suprimieron las expresiones que culpaban a los judíos de la muerte de Jesús responsabilizando en cambio a "todos los hombres" y se condenó ampliamente el accionar bélico de las Cruzadas.