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La escena sucedió ayer en un encuentro de Angela Merkel con alumnos de entre 14 y 17 años de una escuela en Rostock, norte de Alemania. El acto avanzaba con normalidad hasta que una alumna palestina tomó el micrófono y contó su historia. “Tengo metas en la vida como cualquier persona. Quiero ir a la universidad. Ese es un sueño que quiero conseguir”. Hasta ese momento, la sonrisa de la chica no le cabía en el cuerpo.
Sin anestesia, Merkel le cortó el sueño a una joven palestina a punto de ser deportada de Alemania.
Reem, la joven en cuestión, es una chica palestina y junto a su familia están a punto de ser expulsados de Alemania. “"Es difícil ver que otros realmente pueden disfrutar de sus vidas y tú no puedes disfrutar con ellos", dijo con calidez. Merkel, un tanto descolocada pero sin perder la calma, tomó el micrófono y le contestó: “Hay cientos y cientos de refugiados palestinos en los campos de refugiados de El Líbano. Si nosotros le decimos 'pueden venir aquí' o 'pueden venir todos desde África' no podríamos sobrellevarlo”.
La sonrisa de Reem se desdibujó y la chica, que acababa de ser anoticiada de que ella y su familia serían deportados, se largó a llorar desconsoladamente. Merkel se arrimó a consolarla. La mandataria germana balbuceó: “Lo has hecho muy bien”. Y el moderador del encuentro medió: “No creo que esta tenga que ver con hacerlo bien o no, señora Canciller. Esto le ha disgustado mucho”.