30 Noviembre de 2016 09:41
El mismo avión, el mismo piloto y hasta el mismo mes. Miguel Quiroga, el piloto que trasladó a los futbolistas del Chapecoense en el último vuelo hacia Medellín, llevó también a los jugadores de Atlético Nacional a su ciudad, luego del partido que el equipo colombiano disputara ante Cerro Porteño, en Paraguay.
Todo fue alegría en el primer vuelo a Medellín de LaMia de noviembre.
Sucedió a última hora del 1° de noviembre/primera hora del 2 de noviembre. El equipo colombiano disputó la primera semifinal de la serie en el estadio Defensores del Chaco de Asunción. Quiroga presenció el partido y se fotografió en el estadio. El partido finalizó 1 a 1 y, como era su costumbre, el piloto tomó abundantes fotografías de futbolistas y cuerpo técnico. Hasta donde se sabe, el vuelo transcurrió sin sobresaltos.
Quiroga disfruta de Cerro Porteño /Atlético Nacional. Luego llevará de regreso a los colombianos a Medellín.
El 24 de noviembre se disputó la revancha, en el estadio Atanasio Girardot de Medellín. Esta vez empataron 0 a 0. La definición de la Copa Sudamericana establece que en caso de igualdad en puntos, gol de visitante vale doble. Así fue como los colombianos se convirtieron en finalistas.
Así fue como el Chapecoense tuvo rival: el poderoso Campeón de América, que iba por la doble corona ante el joven equipo brasileño, la cenicienta de la Copa Sudamericana, que se había cargado nada menos que a Independiente y San Lorenzo.
Los jugadores de Atlético Nacional descienden en el aeropuerto de Medellín.
Quiroga con Reinaldo Rueda, el exitoso entrenador de Atlético Nacional de Medellín.
El destino tiene vueltas increíbles: el mismo piloto llevó, en el mismo avión, al mismo lugar, a los futbolistas que resultaron ser los rivales del equipo brasileño que, a fines del mismo mes, protagonizó uno de los accidentes más tristes de la historia de la aviación y de la historia del fútbol.
El piloto, en Medellín, contento con la pelota firmada por el plantel de Atlético Nacional.
El mismo piloto, el mismo avión, probablemente la misma tripulación, llevaron a la misma ciudad a los dos finalistas de la Copa Sudamericana. Tuvieron en sus manos las vidas de los dos equipos. El destino salvó a unos y condenó a otros.