21 Marzo de 2017 10:37
Una idea sencilla, muchas cabezas pensando cómo resolver el acertijo y un resultado alentador. Un dron que puede llegar a cualquier lugar, se biodegrada y lleva materiales indispensables a zonas de desastre natural o inaccesibles y ayuda a salvar vidas.
Así nació “Sky Machine”, un proyecto financiado por DARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de Estados Unidos). Los encargados de desarrollar el prototipo del dron fueron los ingenieros de Otherlab, un laboratorio de starups ubicado en San Francisco, que se dedica a hacer realidad distintos tipos de proyectos.
Plan de vuelo.
El dron es de un material parecido al cartón, se lanza desde una avioneta y se biodegrada en un par de días. El objetivo es que estos drones se conviertan en una ayuda fundamental para llevar suministros médicos, vacunas, sangre, baterías a lugares donde es muy difícil llegar, donde hay conflictos bélicos o zonas devastadas por problemas climáticos.
Los “avioncitos” parecen más un trabajo de manualidades del colegio secundario que un implemento tecnológico, pero son realmente increíbles. El dron lleva adentro un corazón electrónico que tiene incorporado un receptor de señales de GPS, sensores y actuadores aerodinámicos para que la nave se mantenga estable y poder dirigirlas hasta el lugar en el que deben aterrizar.
El prototipo.
Una vez que logran llegar a su destino entregan la carga y desaparecen casi como los mensajes de "Misión Imposible". ¿Cómo lo logran? El dron está construido por fibras de micelio, la parte que no solemos ver de los hongos y que está bajo tierra, transformada en el material que parece cartón.
Parece de juguete, pero no lo es.
“Ese material se impregna con esporas (organismos unicelulares) que se activan justo antes de que el dron sea enviado a destino. Estas esporas crecen y se van comiendo al dron”, cuenta Star Simpson, ingeniera de Otherlab.
Lo maravilloso del proyecto no es sólo la ayuda que pueden brindar, sino que el costo de las naves es tan bajo que no hace falta recuperarlas.
Las pruebas que se hicieron hasta ahora fueron con drones de un metro de diámetro y que pueden trasladar una carga de un kilo. El máximo de altura de la que fueron lanzados es de 300 metros. Todo funcionó perfectamente.
La idea.
“Queremos escalar el diseño hasta una envergadura de tres metros que nos daría la posibilidad de que cargue hasta 10 kilos de peso”, comenta Mikell Taylor, otra de las ingenieras de sistemas del laboratorio.
Ahora queda por comprobar el último paso, comenzar a usar las naves y que cumplan con su misión.
(Fuente: One.com)