20 Abril de 2016 07:35
No tienen paz. Ecuador fue sacudido esta madrugada por un nuevo terremoto de 6.1 en la escala de Richter según consignó el Centro de Alertas de Tsunamis del Pacífico. El temblor se suma al de 7.8 que sufrió el país el sábado pasado. Hay 525 muertos, 4.027 heridos y entre 4.000 y 5.000 desaparecidos.
"Cuesta muchísimo conseguir agua o alimentos enlatados. Los supermercados están casi vacíos porque la gente compró para donar o para tener en su casa por las dudas
Se estima que todavía hay entre 4.000 y 5.000 personas desaparecidas.
“Hay mucha tristeza, mucha pena. La gente camina con la cabeza a gachas”, describe Héctor, un argentino que vive en Ecuador desde hace cinco años. “La tragedia despertó el costado más solidario: mucha gente está haciendo donaciones e incluso viajó al epicentro del terremoto para sumarse como rescatistas”, suma.
"Muchos están faltando a sus trabajos para poder ayudar a organizar las donaciones o trabajando para ayudar a remover escombros
El paso de los días hace que las posibilidades de encontrar sobrevivientes sea cada vez menor.
El panorama es desolador. “Cuesta muchísimo conseguir agua o alimentos enlatados. Los supermercados están casi vacíos porque la gente compró para donar o para tener en su casa por las dudas”, advierte desde la ciudad de Guayaquil, afectada por el temblor, pero mucho menos que otras zonas costeras como Manabí, Manta, Bahía de Caráquez, Canoa, Jama y Pedernales.
"Empiezan a tener miedo por la cantidad de muertos que todavía no pudieron encontrar. Es una zona de mucho calor y dicen que el olor que hay es tremendo
La falta de agua y de alimentos se siente en todo el país.
En las ciudades afectadas se cortó el suministro de la red de agua cloacal y de electricidad. La única forma que tienen de calmar la sed es comprando agua potable en los comercios, pero la escasez se hace sentir con más fuerza que en los grandes centros urbanos como Quito o Guayaquil. La esperanza está puesta en las donaciones que llegan de la mano de las Fuerzas Armadas en camiones, helicópteros y barcos.
Muchos viajaron a las ciudades más afectadas para colaborar con la repartición de donaciones.
“Muchos están faltando a sus trabajos para poder ayudar a organizar las donaciones o trabajando para ayudar a remover escombros”, explica Héctor. ¿El problema? “Ahora hay más organización porque llegaron muchísimos rescatistas internacionales. Pero al principio, la gente que iba a ayudar con la mejor voluntad y terminaba complicando porque, al no ser profesionales, se descomponían y vomitaban”.
El país recibió ayuda de decenas de países que enviaron médicos, rescatistas, alimentos y agua.
Las ciudades más afectadas encuentran en los días posteriores al primer temblor un panorama aún más complicado: las cifras extraoficiales denuncian que todavía hay entre cuatro y cinco mil personas desaparecidas. “Los reportes que llegan de esos lugares son dramáticos. Empiezan a tener miedo por la cantidad de muertos que todavía no pudieron encontrar. Es una zona de mucho calor y dicen que el olor que hay es tremendo”, advierte.
La cifra oficial es de 525 muertos.
Lejos del epicentro, pero también golpeados por el temblor, otros centros urbanos intentan volver a la rutina. “En Guayaquil los primeros días pedían que la gente no saliera a la calle para que los especialistas pudieran ver el tema de las estructuras de los edificios, caminos y puentes. Es una ciudad que tiene muchos puentes”, señala.
La ayuda llega en helicópteros, barcos y camiones.
Con el correr de los días y todavía afectados por la escasez de alimentos y agua, muchos edificios fueron desalojados por temor a posibles derrumbes y todavía piden poco movimiento en las calles. “
Hay muy pocos autos en determinadas partes de la ciudad. El alcalde pidió evitar la salida para no congestionar, pero dentro de lo que pasó y en comparación a cómo están en el norte, no es nada”, remata.