23 Abril de 2016 08:25
Son mujeres. Y hay quienes piensan que, por el solo hecho de serlo, no merecen nada. Ni siquiera educación. En una escuela de Afganistán, 125 alumnas fueron envenenadas con gas y debieron ser enviadas a un hospital en Farah, capital de la provincia afgana del mismo nombre. Grupos fundamentalistas islámicos, que se oponen a que las mujeres tengan cualquier tipo de derecho en la sociedad, suelen realizar este tipo de atentados. Las primeras sospechas apuntaron a los talibanes. Sin embargo, éstos negaron toda participación en el hecho y la desmentida suena verosímil, debido a que suelen reivindicar los atentados que realizan.
Los atentados contra jóvenes mujeres en las escuelas son habituales en Afganistán.
El estado de salud de las chicas actualmente "es bueno", según informó el vocero del Ministerio de Salud afgano, Ismail Kawasi. Las intoxicaciones de mujeres, por increíble que parezca, son muy frecuentes en las escuelas de Afganistán y generalmente, los responsables no son hallados.
En septiembre de 2.9015, en Herat -provincia limítrofe con Farah- hubo un caso aún más grave: 348 alumnas y algunas profesoras resultaron envenenadas en cuatro incidentes distintos. Las autoridades responsabilizan a los talibanes por una sencilla razón: cuando fueron Gobierno, entre 1996 y 2001, prohibieron la educación de las niñas y las adolescentes. Sin embargo, voceros del grupo indicaron que han modificado su postura original y que, si volvieran a tomar el poder, ahora sí permitirían la educación femenina.
Por fortuna, ninguna de las jóvenes murió y recibieron rápida atención médica.
El régimen talibán cayó luego de la invasión estadounidense de 2001. Desde entonces, la comunidad internacional puso el foco en "occidentalizar" los valores de la comunidad a través de la educación y garantizar los derechos de quienes habían sido sojuzgados y oprimidos por el fundamentalismo. Y las más sojuzgadas fueron, sin dudas, las mujeres. Lo que se busca con estos atentados es intimidarlas, infundirles el miedo para que teman ejercer su derecho a la educación, uno de los derechos humanos esenciales.