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El "Hulk" de Brasil tuvo que "desinflarse" para que no le amputen los brazos

Luego de inyectarse una sustancia para ampliarse artificialmente los músculos, el brasileño Romario Dos Santos Alves estuvo a punto de perder los brazos y debió operarse de urgencia.

03 Agosto de 2016 15:18
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Synthol es el nombre de la sustancia que casi le provoca la muerte, hace un año, al fisicoculturista brasileño Romario Dos Santos Alves. Se trata de una mezcla de varias sustancias químicas que, además de aumentar su musculatura, le generaron en el interior de sus brazos cristales que hubo que quitarle de urgencia.

romario

El brasileño se obsesionó con tener brazos musculosos. 

En su afán por hacer crecer más y más su masa muscular, incluso pasando el límite de la armonía -y del buen gusto, para muchos- este fan de la exuberancia de 26 años no dudó en recurrir a esta sustancia. Hasta que no pudo más y quedó al borde de "explotar". 

Dos Santos incluso estuvo en peligro de perder sus brazos.

Ahora, luego de algunas operaciones, Romario luce un cuerpo "desinflado" y normal. Ya no tiene bíceps de 65 centímetros de diámetro, pero está vivo.

Flaquito: así está ahora el ex Hulk de Brasil.

La obsesión de Dos Santos comenzó cuando tenía 21 años. En aquel entonces, trabajaba como guardaespaldas pero soñaba con convertirse en un fisicoculturista profesional. 

Así, pensó que la forma más rápida de lograrlo era mediante sustancias de dudoso origen. "Vi a algunos compañeros en el gimnasio con unos brazo enormes y empecé a entablar amistad con ellos. Al poco tiempo, me hablaron del Synthol", supo explicar el brasileño. 

Pero, además de generarle los cristales que debieron ser extirpados, este químico puso a Dos Santos en peligro de perder sus extremidades superiores. "Recuerdo que el médico me dijo que tendrían que amputarme ambos brazos. Me dijeron todo lo que había dentro: mis músculos eran roca", relató. 

fisicoculturista

Marisangela, la esposa de Romario, amenazó con dejarlo si no abandonaba su adicción.

Romario reveló que incluso su esposa, Marisangela, amenazó con dejarlo si seguía con su adicción al Synthol.  "Perdí el control y podría haber muerto", reflexiona. "Todo porque buscaba unos músculos más grandes. No valía la pena".

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