Francisco decidió otorgar a 1.142 curas el poder de tomar confesión -y eventualmente perdonar- a “los peores pecadores del mundo”. Ese ejército religioso, contó el Daily Mail, viajará por los cinco continentes para tratar a aquellos que, en otras circunstancias, sólo podría absolver el mismísimo Papa.
El Papa y un “ejército” anti-pecados.
Los “misioneros de la piedad” escucharán confesiones de infracciones que pueden ir desde escupir el pan y el vino sagrados hasta el mismísimo intento de asesinato contra el Sumo Pontífice.
Desde el siglo XII, recuerda el diario británico, los culpables de semejantes faltas eran evaluados por un tribunal secreto en el Vaticano antes de ser enviados al Papa, que determinaría la pena correspondiente.
El Vaticano terceriza sus servicios.
Ahora tomarán esa responsabilidad un millar de curas, con destinos tan exóticos como el Ártico canadiense (escucharán confesiones de esquimales), Burundi y el Líbano.
Los esquimales también podrán confesar sus pecados.
“Dejemos que nos encuentren quienes pensaban que estaban fuera de la gracia de Dios por un motivo u otro”, propuso el cura estadounidense Joseph Hlubik.
Hlubik propuso una posición aperturista.
Su colega sudafricano Mana Thembalethu agregó que los confesores perdonarán a aquellas personas involucradas en abortos, pero “no estamos diciendo que esté bien abortar; todos deben recordar que sigue siendo un pecado”.
El Papa también se confiesa.
Este martes, el Papa argentino había dicho a los misioneros que deberían tener un acercamiento “maternal” a los pecadores.