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El Papa volvió a pronunciarse contra el matrimonio gay

En el marco de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, el Vaticano presentó un documento en el que rechazó la unión entre homosexuales aunque aceptó el regreso de quienes rompen el matrimonio. Quedará a criterio de cada sacerdote.

08 Abril de 2016 08:36
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El papa Francisco rechazó nuevamente hoy la unión entre personas del mismo sexo, aunque le abrió las puertas a los divorciados que desean volver a tener una participación activa en la Iglesia Católica.

Así lo afirmó a través de un documento dado a conocer por el Vaticano en el marco de la exhortación apostólica en el que Francisco reconoció que la vida “no es siempre perfecta”. Y en ese sentido cerró las puertas al matrimonio gay aunque pidió comprensión para la comunidad homosexual.

Francisco le abrió las puertas a los divorciados y se las cerró al matrimonio gay. 

En la exhortación de 256 páginas, Francisco dejo en claro que la unión debe ser entre un hombre y una mujer. Sin embargo pidió protección a lesbianas y gays de la "injusta discriminación" a la que son sometidos. El Pontífice exigió al clero no usar las "leyes morales" como si fueran armas para condenar a los fieles.

Por otra parte, el papa Francisco dejó abierta la posibilidad de que los divorciados puedan volver a participar de la comunión, decisión que dejó abierta para sacerdote. Cada cura deberá imponer su criterio para decidir si el divorciado puede regresar a la Iglesia o no.

El documento entregado por el Vaticano que sentó la posición del Papa. 

El documento del Papa asegura que “la crisis de los esposos desestabiliza la familia” y agrega: “Puede llegar a tener serias consecuencias para los adultos, los hijos y la sociedad, debilitando al individuo y los vínculos sociales".

El cardenal Christoph Schoenbor, uno de los encargados de presentar el documento. 

Jorge Bergoglio también mostró cierta compresión para con los matrimonios que deciden terminar su vínculo. “Hay casos donde la separación es inevitable”, explicó. “A veces puede llegar a ser incluso moralmente necesaria, cuando precisamente se trata de sustraer al cónyuge más débil, o a los hijos pequeños, de las heridas más graves causadas por la prepotencia y la violencia, el desaliento y la explotación, la ajenidad y la indiferencia".