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El show de Michelle: desaire a los Trump, ojos cerrados y promesas

Malestar, disconformidad y hasta señales de desprecio. La incomodidad de las primeras damas en la ceremonia de juramento. Imágenes.

23 Enero de 2017 08:58
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La cara lo dijo todo. El rostro de Michelle Obama fue mutando conforme avanzaba la ceremonia de juramento de Donald Trump. Del gesto alegre y cordial que mantuvo hasta el minuto previo en el que dejó de ser la primera dama de Estados Unidos a los desaires que les regaló tanto al flamante presidente, como a su mujer, Melania.

Michelle no ocultó su malestar en ningún momento.

El “show de Michelle” comenzó bien temprano, cuando recibió a los Trump junto a su marido en la puerta de la Casa Blanca.

Impecable con su vestido bordó del diseñador Jason Wu y sus stilettos negros (que luego cambiaría por unas botas de caña alta, más informales), la por entonces primera dama saludó con cordialidad al nuevo matrimonio presidencial.

La incomodidad de la mujer de Obama cuando Melania Trump rompió el protocolo.

Después de darle los dos besos protocolares a Milania, las “primeras damas” vivieron el primer momento incómodo de la jornada cuando la mujer de Trump le acercó un obsequio a Michelle. Sorprendida, dado que no estaba previsto, la abogada aceptó la caja celeste de la exclusiva joyería Tiffany's e intentó dárselo a un asistente, pero no había nadie cerca.

 

¿El motivo? Debían posar para la fotografía oficial que retrataría el desembarco del nuevo presidente y el protocolo no permitía que nadie, salvo un oficial, los acompañara. Milania, inexperta todavía en el dominio de las rigurosas normas de conducta de la Casa Blanca, quedó expuesta e incomodó a la mujer de Obama.

Nadie le advirtió a la mujer de Trump que no era conveniente darle el regalo en ese momento.

Rápido de reflejos (y mucho más prudente a la hora de manifestar con gestos su real disconformidad con los resultados de los comicios), el por entonces presidente salió al rescate de ambas damas. Agarró la caja celeste y la ingresó a la mansión ubicada sobre la avenida Pennsylvania, dejando sólo a Trump. Segundos después, los fotógrafos pudieron retratar el momento histórico y las parejas ingresaron a la residencia oficial.

La mujer de Obama mantuvo la compostura hasta el último minuto de su "gestión" como primera dama.

La conducta de Michelle, hasta entonces sólo opacada por la incomodidad del regalo, cambió de modo radical en el Capitolio.

Las caras durante la asunción lo dijeron todo.

No sólo “relajó su look” al cambiar sus stilettos por botas, sino que, además, se permitió expresar todo lo que le sucedía durante la ceremonia que daba por terminada la presidencia de su marido y le entregaba el poder a su rival político.

Michelle le ofreció en noviembre un tour de la mansión a la mujer de Trump.

Ya en octubre del año pasado, dos meses antes de las elecciones, la mujer de Obama había dejado en claro lo que pensaba del por entonces candidato republicano. “Cuando se toman decisiones de vida o muerte, de guerra o de paz, un presidente no puede estallar de modo irracional. Necesitamos un adulto en la Casa Blanca, se los garantizo”, disparó durante un discurso en la universidad La Salle de Philadelphia.

Michelle mantuvo los ojos cerrados durante toda la jura del polémico vice de Trump.

Sus intransigentes críticas hacia la propuesta política de Trump se plasmaron también durante la ceremonia de inauguración de la administración del poderoso magnate. De hecho, cerró los ojos durante toda la jura del vicepresidente Mike Pence, ex gobernador de Indiana cuestionado por sus políticas discriminatorias y por su radical oposición al matrimonio igualitario.

 

Segundos después de que Pence se acercó para prestar juramento, Michelle cerró los ojos. Y los mantuvo así durante toda la jura del “perro duro” que Trump eligió como compañero de fórmula, conocido por la ley de “Restauración de la libertad religiosa”, con la que le permitió a los comerciantes negar atención o servicios a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales.

La mirada de desagrado que le regaló a Melania, minutos antes de la jura de Trump.

Mientras Obama sonreía para las cámaras y toda la familia Trump se acercaba al estrado, Michelle volvió a convertirse en la protagonista de la jornada. De reojo y con desaire, la por entonces primera dama le regaló otra mirada de desagrado a Melania.

Las caras de la ex primera dama no pasaron inadvertidas.

Aunque durante el discurso del flamante presidente mantuvo sus ojos abiertos, la mujer de Obama no se privó de expresar su disconformidad con el contenido político vertido en el mismo. Su malestar, enojo y hasta desaprobación con la cabeza fueron captados por todas las cámaras del mundo y, de inmediato, se convirtieron en tendencia en las redes sociales.

 

Michelle volvió a cerrar los ojos cuando la cantante Jackie Evancho entonó el himno de su país. Su compenetración opacó de nuevo a Melania. La mujer de Trump, oriunda de Eslovenia, siguió el momento de cerca, pero con la lejanía emocional que su calidad de extranjera sugiere.

La mujer de Obama se emocionó durante el himno, interpretado por la joven soprano Jackie Evancho.

Una vez concluida la ceremonia y ya lejos del poder, los Obama abandonaron el Capitolio escoltados por la nueva pareja presidencial.

La ex primera dama no se quiso ni acercar a los Trump.

Melania y Doland los acompañaron hasta uno de los helicópteros de la flota oficial de la Casa Blanca y se despidieron ante todas las cámaras del mundo. Michelle, de nuevo, dio la nota.

 

Luego del show de miradas e indirectas que había protagonizado durante la hora que duró la ceremonia oficial, la mujer de Obama se disponía a saludar a Trump con un frío apretón de manos.

Lo quiso saludar con un apretón de manos, pero Trump la abrazó.

¿El problema? El empresario dejó de lado el protocolo y la abrazó, algo que la incomodó por completo. Vencida, sólo acercó su cuerpo, pero evitó mayores muestras de afecto hacia el ahora presidente.

En dónde están los Obama

Tras despedirse “del mundo” y dejarlo en manos de los Trump, Michelle y Barack se subieron al helicóptero Boing 747 rumbo al aeropuerto internacional de Palm Spring, California, para comenzar así sus primeras vacaciones privadas en ocho años.

Los Obama se fueron de vacaciones a la impactante mansión californiana del embajador de EEUU en España.

El viaje, según los medios estadounidenses, fue agitado. El mal clima que imperó durante toda la ceremonia de asunción de Trump los acompañó durante las dos horas que duró el vuelo. De hecho, la neblina y lluvia impidieron su aterrizaje en el aeropuerto y debieron hacerlo en la Base March de la Fuerza Aérea.

El dormitorio de huéspedes en el que se hospedan los Obama.

Desde allí, fueron trasladados hasta la mansión del exembajador de Estados Unidos en España, James Costos, quien oficia de anfitrión. En su primer día lejos del poder, Barack cumplió con su rutina de ejercicio en el Thunderbird Country Club y luego jugó al golf en el campo Porcupine Creek.

Obama jugó al golf en California en su primer día lejos del poder.

Poco se sabe de lo que hizo Michelle ese sábado. Pero, a diferencia de Obama, la ex primera dama decidió romper con la cortina de hierro que impuso durante las dos presidencias de su marido y abrió desde sus vacaciones en California una cuenta de Instagram.

 

After an extraordinary 8 years, I'll be taking a little break. Will be back before you know it to work with you on the issues we care about.

Una foto publicada por Michelle Obama (@michelleobama) el 20 de Ene de 2017 a la(s) 1:41 PST

“Después de ocho años extraordinarios, me voy a tomar un pequeño recreo. Voy a regresar antes de que lo noten para trabajar con ustedes en los asuntos que nos importan”, anticipó, para luego promocionar con un video la nueva Fundación Obama. Los demócratas, felices.