16 Marzo de 2016 09:41
El expresidente, Lula Da Silva, será el nuevo jefe de Gabinete del gobierno de Dilma Rousseff y estará al frente de la Casa Civil, el cargo más importante del Ejecutivo brasileño.
Rousseff y Lula serán funcionarios del actual gobierno brasileño.
La decisión de aceptar el cargo se produce luego de que se lo vincule con el escándalo de corrupción de Petrobras, por lo que el ex mandatario ahora podría tener fueros en las causas que enfrenta. Porsu condición de ministro del gabinete presidencial ahora esas causas pasará del fuero federal a la Corte Suprema de Justicia.
Luego de una reunión en el Palacio de Alvorada, en Brasilia, junto a la Presidente y dos ministros, Da Silva aceptó ocupar el cargo de titular de la Casa Civil, la oficina que coordina el trabajo de todos los ministerios del Ejecutivo, por lo que desde hoy Lula será el funcionario más poderoso del gobierno.
Habrá que ver con el tiempo si la presencia de Lula en el gabinete de Rousseff, la beneficia o no hace más que perjudicarla. Dilma aún debe enfrentar un pedido de "impeachment" en el Congreso, es decir una suerte de juicio político por mal desempeño.
Los allanamientos en la casa de Lula desataron un escándalo en Brasil.
El ex mandatario reemplazará a Jaques Wagner, que ocupará una secretaría ejecutiva. La sorprevisa designación es una jugada política para evitar que la situación judicial de Da Silva se torne aún más complejo.
De esta forma se podría blindar a Lula con fueros ante un posible pedido de detención del juez Sergio Moro, de Curitiba, quien tiene a cargo la investigación de la causa Petrobras. Fue quien llevó a Lula ante un tribunal para declarar por el posible delito de lavado de dinero y enriquecimiento ilícito.
El ex Presidente está involucrado en el escándalo de corrupción de Petrobras.
La Justicia busca determinar si un departamento, que se cree que el Presidente quiere ocultar, fue otorgado en concepto de coimas por la firma petrolera del país vecino. Lo cierto es que la imagen del gobierno de Rousseff afronta una de sus etapas más complejas con millones de brasileños que el pasado domingo reclamaron por la salida del poder de la mandataria.