01 Diciembre de 2016 22:37
Detrás de cada tragedia se tejen mitos, historias detrás de la historia y se descubren coincidencias o similitudes que remiten a otros desastres y que parecen propias de los Expedientes X.
Entre la caída del avión del Chapecoense en la región de Antioquia, que dejó más de 70 víctimas, y el accidente que terminó con la vida de Carlos Gardel en Medellín, hay curiosidades que asemejan coincidencias y misterios sin develar.
La nave estrellada que enlutó al mundo del fútbol.
Por lo pronto, menos de 30 km separan una tragedia de la otra, aunque lo que más llama la atención son los misterios alrededor de ambas.
En la del equipo de fútbol brasileño, muchos testigos aseguran haber visto un "niño ángel", mientras en la de "El Zorzal criollo" se sostiene que salió vivo del avión incendiado, con el rostro desfigurado, y que se recluyó en una estancia.
Un 24 de junio de 1935, Carlos Gardel falleció en el choque entre dos aviones mientras despegaban en la pista del aeropuerto Olaya Herrera, que se conocía por entonces como Aeródromo "Las Playas", de la ciudad de Medellín.
La noticia de la muerte de Gardel sacudió a la Argentina.
El accidente se produjo cuando el avión en el que viajaba Gardel, un trimotor Ford de la empresa SACO, se desvió en pleno carreteo de despegue y embistió a otro avión similar de la empresa de origen alemán SCADTA, que esperaba su turno para despegar. Ambos se incendiaron y las causas del accidente nunca fueron establecidas con claridad.
¿NO MURIÓ?
El estadounidense Grant Flynt, uno de los sobrevivientes y autor del libro "Zorzal's True", afirma que Gardel escapó de las llamas, se quemó el rostro y vivió escondido en una hacienda de Antioquía. Flynt tendría razones valederas para contar lo que narra en su libro, ya que él mismo salió chamuscado del trimotor F-31, de la Sociedad Aeronáutica Colombiana (SACO), y supo lo que ocurrió antes, durante y después del choque fatal.
El libro "Zorzal´s True", de Grant Flynt.
Lo que cuenta es que Gardel fue sacado vivo con la cara quemada y llevado a una clínica de la ciudad en la que se recuperó y de la cual salió para ya nunca ofrecerle su rostro a la "fanaticada".
Historias
Intrigado por la oscuridad de lo sucedido ese día fatal del accidente, Jorge Sturla, cotizado reportero del diario Crónica de Buenos Aires, viajó en 1971 a Medellín a desenmascarar la mentira en torno al "Zorzal".
Era cierto que él y sus compatriotas habían visto las cenizas de "Carlitos" llevadas hasta la calle Corrientes, pero quién puede asegurar que no haya sido las de Le Pera o las del agente secreto que la policía colombiana dispuso para la protección del morocho.
La tumba de Carlos Gardel "Zorzal".
Se ha comprobado después que las cenizas se pueden confundir por su coloración y consistencia, y fue con esta duda que llegó a Colombia Sturla, quien traía en su mente un cabo por atar: el disparo que hubo dentro del trimotor F-3 1, que según el alegato se escuchó segundos antes, y la presencia de una extraña mujer vestida de negro, que se despedía de Carlitos revoleando la mano enguantada con sus ojos celestes encharcados de amor.
El diario "El Mundo" de Medellín reprodujo lo que publicó en aquél momento "Crónica" de Buenos Aires, que hablaba de una discusión por una mujer entre Gardel y su amigo Ernesto Samper Mendoza, que habría terminado con El Zorzal disparándole un balazo.
Esto, según el libro de Grant Flynt, "Zorzal's True", "es de las más viles calumnias que pueda ingeniar la mente humana".
Flynt manifiesta claramente que no hubo tal disparo ni tal discusión, pero admite que vio a Gardel despedirse con un beso en la boca de una mujer muy bella, ataviada de negro y misteriosa.
LA VERDAD
Grant Flynt, que trató de salvar a Le Pera sacándolo de las llamas, narra así el momento crucial:
"... después del estallido hubo la natural confusión. Yo salté de la nave, pero al oír gritos de horror me precipité de nuevo, hondamente aterrado, al interior de la cabina y encontré a Le Pera aprisionado, implorando socorro".
Así reflejaron la muerte de Gardel los diarios de la época.
"Traté de ayudarlo, pero ya tenía prendidos el pelo y las cejas, y a mí se me estaba incendiando la ropa. Busqué a Gardel, que segundos antes charlaba con su amigo Le Pera, y no lo vi por ningún lado. Pensé que se había salvado y me alegré. Volví a salir del avión y vi que una ambulancia sin sirena abandonaba velozmente la pista del campo de aviación"
"¿Quién iba en la ambulancia? Esta fue una pregunta que nadie respondería durante más de 50 años de misterio, hasta ahora, que ya no soporto el ahogo de este secreto”, expresó.
TODOS TAPAN
Y continúa Flynt su angustioso relato así:
"... Repuesto del susto, tres días después del luctuoso acontecimiento, cuando ya habían velado y llorado unos despojos que no correspondían al Zorzal, me atreví a indagar al doctor Antonio José Ospina, médico que dirigió los levantamientos, sobre la presencia de la ambulancia y la ausencia de Gardel en la nave. El doctor Ospina se puso colorado y balbuceó un español incomprensible, que yo entendí como una evasiva.
Después, la prensa mostró las joyas de Gardel y los documentos, elementos que no estaban la misma tarde del triste suceso y que aparecían sospechosamente en un montoncito.
Al igual que el equipo de Chapecoense, Gardel murió en una tragedia aérea.
Mi curiosidad norteña me llevó a investigar en las clínicas de la ciudad, pero ninguna admitió que hubiera ingresado algún herido del siniestro. Por supuesto, yo no me conformaba con el testimonio de las clínicas y recurrí a los vecinos, cuya cooperación fue muy eficaz.
Supe entonces que el Zorzal había ingresado a un consultorio particular, situado en la avenida Palace. Entendí que me sería negada la entrada y cualquier tipo de información y resolví arrendar un cuarto justo al frente del consultorio, desde donde vigilé sin descanso para no perderme la salida del morocho.
Así pasaron tres monótonos días, hasta que la extraña dama de negro salió del local con gafas oscuras y compró uvas y manzanas en la vía pública. Con mi barba crecida y fatigado por la vigilia, mis desvelos fueron premiados por la súbita aparición del Zorzal.
El recuerdo a Gardel en Medellín, esa ciudad que une las dos tragedias.
SONÓ EL TELÉFONO
El 10 de abril de 1986 por la mañana sonó el teléfono de FRIVOLIDAD y Carmencita Ortiz, nuestra encantadora secretana (o sea secretaria y catana), contestó. Al otro lado de la línea una voz campesina dijo: "Señorita, yo conozco una finca sospechosa como la que buscan ustedes... Si me dan propina, les digo".
De inmediato salimos para el municipio El Retiro: Una casa finca como cualquiera, con un portón como cualquiera y un celador como cualquiera, pero con una atmósfera rara, intrigante.
El Retiro, en Colombia. Allí se habría refugiado Gardel según la teoría de Flynt.
Saludamos al celador y le manifestamos nuestro deseo de hablar con los moradores de la finca, pero fue categórico en su negativa: tenía orden de que no entrara ni el presidente de Argentina y le quitó el seguro a la escopeta.
Nuestro jefe de redacción nos hizo señas de no insistir y regresamos a Medellín. Pero naturalmente comprendimos que teníamos entre manos una noticia extraordinaria. Así que, disfrazados y por turnos, le montamos guardia al lugar.
¡LO VIMOS!
Tres perros dóberman y un pastor alemán reforzaban la vigilancia de la finca. Alguien sugirió sobornar al celador, pero esto solamente alertaría a Carlitos. Además, no teníamos presupuesto para sobornos. Nuestro fotógrafo casi cae de un árbol desde donde miraba con binóculos. Estábamos extenuados, pero ardiendo de adrenalina por la “chiva”.
Por fin el 25 de abril por la tarde logramos verlo...iVerlo! ¡Verlo!... ¡Oh Dios, parecía mentira!
GARDEL SE ASOLEA
Ese día, una mujer encorvada y de luto (también con gafas negras) salió de la finca en un Renault verde. Llevaba consigo dos de los perros y se despidió del celador con un dejo levemente argentino. Algo como: ¡Recién vuelvo, pibe!
Quedaban solamente dos perros y el celador, lo que facilitó las cosas. Nuestro jefe de redacción organizó un pequeño incendio en un costado de la finca. El fotógrafo soltó un conejo en el otro costado, que de inmediato atrajo a los perros. El celador corrió al lugar de las llamas, momento que aprovechó el fotógrafo para lograr la primera foto del Zorzal después de su fingida muerte.
EL NIÑO ÁNGEL
La versión de un "niño ángel" en medio de la tragedia de Medellín despertó distintas versiones. Los que lo vieron, aseguran que tenía cerca de 10 años y que fue vital para rescatar a los primeros sobrevivientes del chárter de LaMia. Sin casi intercambiar palabra con los primeros rescatistas a los pasajeros, el niño los guió para cruzar parte del bosque y un pantano, en el cerro El Gordo. De un momento a otro desapareció y hasta el momento nadie tiene datos sobre él.
Niño ángel o también llamado como ángel custodio. Como una historia mágica de cuento, la versión del niño ángel crece y son más los que le rezan para agradecerle.
Muchos sostiene la teoría de que fue un "ángel custodio" el que guió a los rescatistas.
“Los ángeles existen, no hay dudas. Es una figura ecuménica, está presente en diferentes religiones, la católica, la musulmana, en el judaísmo, entre otras”, sostuvo el sacerdote Manuel Acuña, quien explicó que lo sucedido en Medellín pudo tratarse de un ángel que “tomó a un niño para hacer el bien”.
“Por la fragilidad del niño y con la determinación en que se movilizó para colaborar con los rescatistas no hay dudas de que era un ángel o bien que tomó a un menor para guiarlo y ayude en el auxilio de los sobrevivientes”, aseguró.
Un niño guió el rescate del primer sobreviviente a la tragedia del Chapecoense.
Los demonios usurpan, y hacen que durante el tiempo que estén usando el cuerpo de la persona que eligieron, no tenga conciencia y pierda la memoria. En cambio, los ángeles sólo se posan en el cuerpo de la persona y la saben guiar. Luego de ese momento recordará todo”, agregó.