Las elecciones para los convencionales constituyentes que procuraran reformar la Constitución de Chile terminaron con una victoria de sectores independientes y de Izquierda por encima de los frentes tradicionales de dicho país, el oficialista Vamos por Chile, del presidente Sebastián Piñera, y el opositor la ex Concertación, que supo ser la alianza que encabezaba Michelle Bachelet. Con el 42,5% de participación -6.334.581 de votos emitidos-, los comicios definieron 155 convencionales constituyentes, 17 de ellos reservados a los pueblos originarios y con paridad entre mujeres y hombres.
Con el 99,91% de los votos escrutados, las bancas de quienes elaborarán la nueva Carta Magna chilena quedaron distribuidas se la siguiente manera: 37 para Vamos por Chile; 25 para Apruebo, de la ex Concertación, 28 para la lista Apruebo Dignidad que reúne al Frente Amplio, el PC, Revolución Democrática (RD) y otros grupos y 48 para las listas de independientes, según informó la comisión electoral en su página web.
El resultado electoral generó un cimbronazo económico en el primer día hábil posterior en ese país. El peso chileno mostraba una retroceso del 3,3% frente al dólar (superior incluso a los días de protesta y represión el año pasado), los bonos soberanos del país también sufren la baja, con retrocesos del orden del 2% y la Bolsa de Santiago muestra un desplome del 10% desde su apertura hoy por la mañana.
El dato político más importante de esta elección de constituyentes es que la derecha no alcanzó el tercio necesario para bloquear las iniciativas que impulsará el arco opositor en el debate para modificar el espíritu de la actual Constitución, promulgada durante la dictadura y que fue el centro de las críticas durante el estallido social de 2019.
Tras las manifestaciones que exigían un cambio constitucional, se logró en el Congreso chileno un acuerdo de redactar una nueva Carta Magna desde una "hoja en blanco", pero la derecha logró imponer como condición un mayoría especial de dos tercios para avanzar en el texto, lo que le hubiera permitido vetar cualquier tema.
Los inesperados resultados, no obstante, abren un escenario de futuras negociaciones de difícil pronóstico que no estaba en los planes del oficialismo, ni de la oposición. En Chile se utiliza el sistema D'Hondt para los cargos constituyentes, que consiste en un método matemático de carácter proporcional, que busca fortalecer la representatividad en los delegados a escoger.
Estos 155 convencionales constituyentes tendrán la tarea de redactar una nueva Constitución en un máximo de 12 meses, y cada norma debatida deberá contar con una aprobación de los dos tercios. Luego el proyecto de nueva Constitución deberá ser sometido al llamado "plebiscito de salida", en el que los chilenos votarán nuevamente si aprueba o rechazan la Carta Magna.
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De ganar el "apruebo", se convoca a una sesión solemne del Congreso Pleno y se jura sobre la nueva Carta Fundamental. En caso contrario, queda vigente el texto actual, que data de 1980, escrito durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).