Luego de dos décadas, este viernes una huelga general paralizó todo Brasil, con algunos focos de violencia, en rechazo al gobierno del presidente Michel Temer y sus propuestas de reforma laboral y del sistema jubilatorio, en una reacción que se apoya en la escasa popularidad del mandatario.
Al menos cinco colectivos fueron prendidos fuego por manifestantes durante las protestas que explotaron contra el gobierno en Río de Janeiro. Sin embargo, no se reportaron heridos en la zona céntrica de la ciudad. Según informó la prensa local, los vehículos estaban vacíos y funcionando en la jornada de huelga en la zona de Cinelandia.
Prendieron fuego algunos colectivos durante la protesta.
En Río de Janeiro hubo baja adhesión en el transporte pero alta entre docentes, empleados públicos en general, comercio, bancarios y petroleros, el sindicato más fuerte del estado. La policía reprimió frente a la Asamblea Legislativa a los manifestantes violentos, quienes se dispersaron quemando los ómnibus vacíos, rompiendo vidrieras y levantando barricadas.
La TV Globonews mostró una densa columna de humo negro que podía ser vista desde el barrio turístico de Copacabana. En San Pablo se desarrollan tres actos como corolario de la primera huelga general desde 1996 contra las reformas del gobierno de Temer, sobre todo las que tienen que ver con el sistema jubilatorio y la flexibilización laboral.
#Brasil: Reprimen a manifestantes en Río de Janeiro en la huelga general contra Temer, la primera en 21 años pic.twitter.com/v5vJXOFBSm
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El gobierno calificó la movilización nacional como un "fracaso" porque argumentó que estuvo apoyada en el piquete de rutas y avenidas, lo cual impidió el uso del transporte público, al tiempo que hubo represión de la policía a bloqueos de calles en San Pablo, Río de Janeiro y Goiania.
En San Pablo se reportaron 13 detenidos mientras que en Río de Janeiro manifestantes violentos que no participaban de las columnas sindicales bloquearon las calles del centro frente a la Asamblea Legislattiva e hicieron barricadas con fuego.
Los principales sindicatos del país, metalúrgicos, bancarios, transportes, empleados públicos, docentes y petroleros fueron los que protagonizaron la primera huelga general desde 1996, convocados por las nueve centrales sindicales, incluidas las oficialistas.
La protesta fue más allá que el ya clásico y desgastado "Fuera Temer", debido a que incluyó a sectores directamente afectados por las reformas, como los pequeños comerciantes, los docentes de la red privada y colegios religiosos, junto al respaldo de gran parte de los obispos.
La agenda de reformas de Temer fue repudiada el mismo día en el cual el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, oficial) divulgó que el índice de desocupación subió hasta el 13,7% en el primer trimestre, afectando a 14,2 millones de personas, 3,1 millones más comparado con el mismo período del año pasado.
El ministro de Justicia, Osmar Serraglio, dijo que fue un "fracaso" la huelga porque se basó en el transporte. Pero el principal portavoz del gobierno resultó ser el alcalde de San Pablo, el empresario Joao Doria, quien calificó de "vagos" y "perezosos" a quienes adhirieron al paro nacional realizado en el país vecino.
Los brasileños protestas contra las políticas de Temer.
La protesta llegó cuando Temer tiene el piso de su aprobación pero mantiene el control en el Congreso: una encuesta de Ipsos otorgó el 4% de apoyo a la gestión de Temer y el 87% de rechazo a su figura, la segunda peor del país entre los políticos, detrás del detenido por corrupción Eduardo Cunha, su aliado, que encabezó el impeachment contra Dilma Rousseff.