El fin de semana pasado, el mundo miraba atónito lo que podría convertirse en el inicio de un conflicto armado histórico entre Corea del Norte y Estados Unidos. La presencia de una poderosa flota norteamericana en cercanías al país asiático preocupaba a todo el escenario global.
Sin embargo, a pesar del anuncio de Donald Trump sobre el envío de los buques, lo cierto es que la flota navegaba en sentido opuesto a Corea del Norte y se encontraba en el océano Índico, a más de 5000 kilómetros de la zona.
El portaaviones se dirigía hacia el océano Índico.
La noticia, difundida por The Washington Post y The New York Times, ubicó en el ojo de la tormenta al secretario de Defensa, Jim Mattias, y despertó fuertes críticas hacia el gobierno de Trump y su estrategia de cara al posible conflicto nuclear.
El 11 de abril, cinco días después del bombardeo de Estados Unidos en Afganistán, Mattis confirmó públicamente la misión y al día siguiente el propio presidente Trump insistió en que se había "enviado una poderosa armada" a Corea del Norte.
Trump anunció el envío de una flota que navegaba en sentido opuesto.
El temor por un posible ataque que desate una guerra nuclear se incrementó considerablemente aunque nada de esto iba a ocurrir: el buque no corrigió a tiempo el rumbo y continuó camino al océano Índico.
Kim Jong-un, presidente de Corea del Norte.
Desde el Gobierno intentaron explicar que se trató de una falla comunicacional y que se quiso dar tiempo a China para que presione a Corea del norte a fines de suspender los ejercicios nucleares y calmar las aguas.