Con apenas 19 años, rostro infantil y sonrisa ingenua, la norteamericana Sarah Furay se convirtió en una de las traficantes de drogas más buscadas por la Administración para el Control de las Drogas de Estados Unidos (DEA). Y, en un giro aún más sorprendente, la chica resultó ser hija de un agente de la misma división especial.
Furay en su sonriente foto de fichaje para la policía.
Furay (quien sonrió en su foto de fichaje) fue arrestada en noviembre en su departamento de Texas, en el que se encontraron 31,5 gramos de cocaína, 126 gramos de marihuana, 29 tabletas de éxtasis y 60 dosis de una sustancia psicodélica conocida como 25C-NBOMe. Además, había medicamentos legales de venta controlada como Xanax y jarabe de prometazina, balanzas de precisión (prohibidas en Estados Unidos por su uso habitual para el narcomenudeo) y más de US$ 2.500 en efectivo.
La joven salió libre luego de pagar una fianza de US$ 39.000 pero enfrenta cuatro cargos criminales que de acuerdo con las leyes locales podrían traerle una condena de más de 200 años de prisión.