26 Noviembre de 2016 07:30
En 1958, el periodista argentino Jorge Ricardo Masetti se internó en la Sierra Maestra con una misión: encontrar y entrevistar a Fidel Castro y Ernesto Guevara, los líderes revolucionarios que intentaban derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista. Masetti consiguió las preciadas notas. Pero algo fallo, y la transmisión no llegó jamás a Buenos Aires. Por eso, Masetti, que ya había bajado a la Habana, tomó una decisión arriesgadísima: volver a internarse en las sierras para repetir ambas entrevistas. La historia completa se publicó en el libro Los que luchan y los que lloran. Esta es la entrevista completa a Fidel, tal como Masetti la contó en su libro.
- Aquí Sierra Maestra, es este un reportaje exclusivo realizado para el servicio noticioso de Radio El Mundo de Buenos Aires directamente en las montañas de Oriente, República de Cuba.
Fidel Castro y Jorge Masetti
Existen aparentemente dos Cuba la creada para la exportación y la auténtica, la que pugna por ser integralmente una República. La primera convierte al drama en pintoresquismo Caribe, con sargentos ascendidos a generales y presidentes fantásticamente ricos que viven en el exilio fomentando revoluciones. La Cuba que escribe Havana con ve corta para mejor identificación de los turistas que van a bailar la rumba y que sólo tiene voz de maracas y bongó, la Cuba de los carteles de compañías aéreas con bailarines color habano bailando semidesnudos alrededor de una palmera, la Cuba que sólo se concibe libre, mezclada con Coca Cola y con clima tropical regulado para turistas que hablan inglés.
Pero yo hacía poco que había llegado a la otra Cuba, estaba viendo, pisando y sudando la república que había logrado a fuerzas de actos heroicos y escalando sobre cadáveres acribillados, saltar la cortina de bolsas de azúcar y mostrar al mundo entero que las estridencias del chachachá, no lograban tapar, sus gritos de indignación. Que la patria de Martí era ocupada por un pueblo, pueblo que luchaba violenta y tenazmente por recuperar lo que había ganado al ganar su independencia, que había logrado que su revolución, no fuera una revolución más en el Caribe sino que se convirtiese en el símbolo de lo que puede la voluntad de ser libre sobre el aparato opresor de una dictadura.
"Había que averiguar qué se escondía, si algo se escondía, detrás de ese formidable Movimiento 26 de Julio
No obstante, había que averiguar que se escondía, si algo se escondía, detrás de ese formidable Movimiento 26 de Julio. Contra todas las previsiones, a pesar de las violentas represiones, superando el terror sembrado con prodigalidad de asesino millonario, la revolución cubana no lograba ser sofocada y archivada. Los hombres encabezados por Fidel Castro se habían mantenido demasiado tiempo en el campo de batalla y la publicidad que había logrado su lucha era demasiado profusa, como para no despertar sospechas. Confieso que salí de Buenos Aires, lleno de dudas. Mi opinión sobre Batista estaba formada, por supuesto, pero había que averiguar quiénes eran los que trataban de voltearlo y a qué intereses respondían, la única forma de saberlo, de despejar los interrogantes que siempre dejaban abiertos los cables de las agencias noticiosas, de conocer si realmente la causa del movimiento 26 de julio merecía la adhesión de Latinoamérica, era ir hasta Fidel Castro y plantearle claramente las preguntas que nos hacíamos aquí. Los argentinos queríamos saber quién era el hombre que encabezaba la revolución en Cuba, qué era el movimiento 26 de julio, qué aspiraciones tenía y quién lo financiaba.
Fidel Castro y Jorge Masetti.
Era imposible tratar de formarse un criterio basándose solamente en los cables que nos enviaban las agencias extranjeras, queríamos saber si las balas que se disparaban contra Batista eran pagadas en dólares, o rublos, o en el más exótico de los casos en pesos cubanos, esa excepción desconcertante también se da en esta parte maravillosa del mundo que se llama Latinoamérica.
Para averiguar todo eso estaba yo allí en el aeropuerto de Rancho Boyeros, en La Habana, pagando el primer delito que había cometido contra el régimen de Batista, ser joven. Mi valija había sido revisada con mayor prolijidad que la del resto del pasaje y yo personalmente fui objeto de desconfiada revisación, todos mis documentos fueron revisados con prolongado detenimiento y mientras tanto era observado por decenas de policías secretos, con caras de policías secretos y empeñados en hacerme saber que tuviese cuidado porque ellos eran secretísimos, policías secretos.
Pero, al fin, nada por aquí, nada por allá, mi valija y yo logramos pasar la aduana. Confieso que estaba nervioso, como debut había sido algo alarmante, así que me dejé meter sin preguntar adónde me llevaban en un enorme automóvil, en donde ya se encontraban otros pasajeros. El vehículo corría segundos después por una avenida colmada de policías armados de ametralladoras y carteles con la leyenda “Obras del Presidente Batista”, 20 minutos después frenaba frente a un lujoso hotel en donde descendieron todos, todos menos yo, por supuesto, que sería el único que mentalmente pensaba un dólar igual cuarenta pesos, el hotel cobraba 50 dólares o más por la habitación, tomé una pieza en uno de doce dólares bastante más modesto y salí ansioso en busca del hombre, que según creía, podía servirme de contacto con gente del 26 de julio.
Fidel y el Che en Sierra Maestra, cuando todavía combatían la dictadura de Batista
Lo encontré y me decepcionó - “la cosa está muy brava chico, esto es candela. Se está preparando la huelga general y la represión es terrible. Vas a tener que conformarte con hacer las crónicas de lo que sucede, aquí” dijo tuteándome como lo hacen todos los cubanos.
Por supuesto, yo no lo oía, insistí en mi propósito de llegar a Sierra Maestra y en trasladarme lo antes posible a Santiago de Cuba, la ciudad revolucionaria por excelencia. El hombre mencionó a una persona que quizá me pudiese ayudar, grabé su nombre y dirección en la memoria y lo dejé.
Volví al hotel por las calles desiertas de La Habana mirando de reojo a los coches patrulleros que circulaban despacio por el medio de la calzada, apuntando con sus ametralladoras hacia la vereda. Los carteles de las decenas de cabarets vacíos de la calle Neptuno parecían trabajar a desgano ante la falta total de transeúntes a quienes invitar.
El Movimiento 26 de julio emprendió una ardua lucha para tomar el poder y derrocar a Batista.
Al día siguiente reservé pasaje por teléfono en el avión de la tarde para Santiago de Cuba, me habían advertido que un extranjero y joven, agravante terrible, llamaría la atención viajando por turismo a esa zona, así que me fabriqué una credencial de vendedor de libros italiano, con mi fotografía y el nombre de Giorgio Solari, la hice plastificar por 25 centavos de dólar y la guardé en un portafolios donde ya tenía libros italianos y franceses y una lista de las librerías de Santiago que había tomado de la guía telefónica; Así volví a pasar por el temido tamiz de Rancho Boyeros.
Si La Habana impresionaba por la cantidad de policías y militares, Santiago impresionaba por la ausencia de civiles. Todos los edificios públicos, escuelas religiosas, hoteles y casas de varios pisos habían sido coroladas por nidos de ametralladoras y los jeep cargados de hombres con cascos y ametralladoras recorrían permanentemente las calles.
De noche nadie salía de sus casas, ni aún en automóvil, y las bombas y el tableteo de las ametralladoras constituían el fondo sonoro del semisueño nervioso de los santiagueros.
Cómo logré contacto con el hombre que buscaba, no puedo decirlo sin exponerlo a una fácil identificación por la índole de sus actividades.
Fidel, mochila al hombro, barba tupida.
Me recibió con bastante recelo pero luego tuvo confianza y me procuró enseguida una casa en donde permanecer oculto hasta que diese con algún miembro del movimiento. Por fin cuando lo logró, tanto él como yo fuimos sometidos a varias pruebas. A horas determinadas le ordenaban que me dejase en tal o cual lugar, pero luego nadie venía a recogerme. Después de varias veces de ejercer mi aburrido papel de encomienda sin destino, una joven que conducía un automóvil se acercó a la esquina en que yo estaba parado y me saludó cordial.
- Hola Jorge, vamos.
Ellos habían pedido mi pasaporte para estudiarlo y conocían mi verdadero nombre. Subí al coche y me llevó hasta una casa en donde un grupo de muchachos aparentemente, escuchaban música mientras hablaban de 2 estudiantes, de 13 y 14 años respectivamente que habían aparecido muertos la noche anterior.
Una persona coordinadora del movimiento me hizo algunas preguntas y sin disimulo me invitó a demostrar que quería yo realmente. Lo hice proporcionando además algunos datos familiares de un combatiente en la Sierra Maestra que me había aprendido en Buenos Aires.
Comandantes del 26 de Julio: delante de Fidel, su hermano Raúl. A su izquierda, el Che.
Luego del cambio de domicilios de rigor en casas de muy dispares condiciones sociales, me anunciaron que partiría al día siguiente muy temprano hacia las montañas. Me hice comprar una grabadora portátil y decenas de rollos de película fotográfica además del equipo de campaña que me indicaron, botas, una hamaca, una tricota gruesa, medias de lana y un nylon para dormir en el bosque.
Al día siguiente me indicaron que tenía que sacrificar algo, ya que en la cavidad secreta del automóvil que me sacaría de Santiago, no cabía todo. Llevé entonces sólo la cámara de fotos, los rollos, la grabadora y las botas. Cuando se dispuso el equipaje partimos.
El día anterior Fidel Castro había advertido que no circulasen por la carretera central porque de lo contrario los vehículos iban a ser tiroteados. El chofer comentó riendo: “bueno che,- como dicen a todos los argentinos allá- si nos matan los nuestros vas a tener una muerte un poquito ridícula”.
El viaje lo hicimos a 120 km. por hora parando solamente en las postas militares. Yo para no verme obligado a hablar y que se me notase el acento argentino, cada vez que parábamos me ocupaba de encender un gran habano.
Leyendo un libro, en un alto en la lucha.
En todo el trayecto encontramos 3 vehículos, un camión gasolinero en llamas, una guagua, que así llaman allá a los ómnibus, también en llamas y un patrullero acribillado en el cual varios guardias trataban de acomodar a otro presumiblemente herido; al costado había un enorme charco de sangre y una gorra militar.
Llegamos a Contramaestre sin novedad, los guardias apenas nos registraban y demostraban suma urgencia por volver a sus trincheras de bolsas de arena. Evidentemente el saldo de la noche anterior había sido muy duro para ellos.
Los rebeldes habían bajado y los habían hostigado durante horas. En la ciudad de Manzanillo habían dominado durante 2 horas, en las cuales compraron grandes cantidades de provisiones manteniendo al ejército sin poder salir del cuartel.
Fidel, al centro: como se ve, existe abundante documentación fotográfica sobre los rebeldes en Sierra Maestra.
Como en todas las poblaciones cubanas en esos días muy poca gente circulaba por las calles de Contramaestre; vivían todavía el terror que les produjo el ametrallamiento de una casa en que se sospechaba estaba escondido el autor de un atentado. Un carro blindado ametralló la casa de madera, dando muerte a la madre del presunto terrorista e hiriendo al padre y los hermanos, 3 jóvenes amigos del sospechado aparecieron colgados en las cercanías del pueblo.
El relato de esos hechos no me produjo ninguna impresión, yo ya había estado en Santiago en donde el morir de un balazo es cien veces preferible a caer en manos de la policía.
En Contramaestre cambié de automóvil y seguí viaje por un campo de cañas cerca de 1 Km. allí terminó el itinerario en coche, me proveyeron de un uniforme fidelista, me cambié e inicié el viaje hacia las montañas en compañía de un guía. Marcha a pie que duraría cinco días subiendo y bajando montañas a las que hay que trepar en algunos casos valiéndose de pies y manos.
Fidel leía los diarios que le acercaban al campamento.
Durante esos cinco días, en medio de montes que sólo los fidelistas conocen a la perfección pude comprobar la adhesión unánime del campesinado a la revolución, adhesión que ha hecho casi obligatoria la política criminalmente absurda de la guardia rural y el ejército batistiano, adonde llegan los guardias llega el robo, el incendio y el crimen.
Resulta casi imposible, no ya encontrar justificación, pero sí una explicación a esa barbarie fría y despiadada. Sólo pude hallar motivo a la muerte de los campesinos por parte del ejército en sus boletines de batalla.
Casi todos los que informan de combates con los rebeldes se originan en el asesinato de pacíficos campesinos cuyos cadáveres a veces exhiben en los pueblos; así ganan sus grados en forma acelerada los militares del sargento que llegó a coronel y luego a general de un plumazo. Sirva como ejemplo el caso del coronel, y digo coronel porque hasta ahora lo era, Sánchez Mosquera, que alcanzó ese grado en 15 meses de actuación represiva en las montañas, pero por supuesto esto no admira a los cubanos, ya que un general Fernández Miranda, recibió su alto grado por amor. Es hermano de la mujer de Batista y sin haber pasado jamás por ningún instituto armado.
También pude comprobar en mi viaje al campamento de Fidel Castro, y esto por propia experiencia, la saña conque los flamantes aviones a reacción norteamericanos ametrallan a cuanto ser viviente puede ser divisado desde el aire. También ametrallan con sus ocho poderosas 50 los bohíos de los campesinos a quienes obligan a vivir en cuevas y a no trabajar; o a pueblos enteros como en el caso de Cayo Espino, el que sufrió el fuego de la metralla aérea durante cerca de 3 horas.
Allí vi los cadáveres que dejó la incursión de los seis aparatos a reacción atravesando a balazos las casas de madera. Pero de entre de esos cadáveres recuerdo uno que jamás se borrará de mi memoria, el del niño Orestes Gutiérrez Peña de seis años, al que una bala le arrancó una pierna mientras estaba oculto con su abuelita en la cocina de su casa, la anciana también resultó herida en un pie. El niño por lo persistente del bombardeo no pudo ser atendido por ningún médico y falleció por la pérdida de sangre, la foto de su cadáver sobre la rústica mesa del bohío que había sido convertido en hospital es una prueba irrefutable de los crímenes de la aviación cubana contra las poblaciones inermes de la Sierra Maestra.
El 26 de Julio acusó a la misión aeronáutica norteamericana en Cuba de pilotear los modernísimos aparatos a reacción de Batista, mientras que los pilotos cubanos asisten a sus exhibiciones desde una máquina de la Compañía Cubana de Aviación.
El 8 de abril conocí por fin a Fidel Castro, yo estaba durmiendo o tratando de dormir, en un jergón colocado entre los bancos de un templo espiritista, los cerdos comían a mi lado y con el ruido liquido de su masticación, y con sus empujones a veces, me impedían cerrar los ojos. Por otra parte hacía un frío terrible y como yo no había podido llevar mi ropa de abrigo me protegía la espalda y el pecho con dos ejemplares de una revista, la luz de una linterna me enfocó directamente la cara y una voz afónica pero un poco infantil dijo:
- Déjalo dormir, luego hablaré con él.
Pegué un salto y corrí a la figura que había divisado. Era la de un hombrón de cerca de 2 metros de altura y más de 100 kilos de peso con una enmarañada barba puntiaguda
- Dr. Castro, grité. Se dio vuelta y me extendió la mano
- ¿Qué tal? -me dijo a modo de saludo- ¿Cómo anda Frondizi, está contento?
Caminé a su lado cerca de 2 horas hasta el lugar de su comandancia y convinimos que a la tarde grabaríamos un reportaje para Radio El Mundo.
Con respecto a este primer reportaje y al que le hice luego al Dr. Guevara debo decir que los transmití días después directamente por la Radio Rebelde, planta sumamente buscada por los bombarderos y que fueron captados por Radio Continente de Caracas y Radio Caracol de Colombia, los que aseguraron los harían llegar a Radio El Mundo, recién cuando creí concluida mi labor y estaba de regreso en La Habana, un mes después, preparando mi salida a Buenos Aires me enteré que los dos reportajes habían sido transmitidos por varias radios pero que mi emisora no los había captado. Por otra parte los técnicos de la emisora Rebelde padre e hijo, habían bajado a la ciudad de Manzanillo a comprar elementos técnicos y al ser sorprendidos habían sido asesinados.
Perdidas entonces todas las esperanzas de recuperar mi trabajo, decidí hacerlo de vuelta con el agravante de que Batista había comenzado su tantas veces anunciada ofensiva general y había concentrado diez mil guardias en las vías de acceso a las montañas.
Esta vez mi viaje a pie duró nueve días, la temporada de las lluvias que se prolonga hasta mediado de junio estaba en pleno apogeo y había convertido los montes en lodazales.
Este nuevo reportaje a Fidel Castro es el que ahora comenzarán a escuchar:
- Dr. Fidel Castro, ¿cuáles fueron los orígenes del Movimiento 26 de Julio?
- El Movimiento 26 de Julio fue la consecuencia natural del golpe militar del 10 de marzo de 1952 que derrocó al gobierno constitucional de la República, fue gestado por un grupo de compañeros jóvenes, que nos dimos a la tarea de vertebrar una organización revolucionaria cuando nos convencimos de que no existía ninguna otra vía, no existía modo pacífico de resolver la crisis en que había caído la República, puesto que estábamos convencidos ya por la larga historia, la larga y triste historia del señor Fulgencio Batista en años anteriores de que habían tomado el poder con el propósito de permanecer indefinidamente en él. Había que escoger pues, entre resignarse indefinidamente a la tiranía u organizar un movimiento revolucionario para recobrar nuestras libertades.
- El golpe del 10 de marzo fue dado días antes de las anunciadas elecciones generales, ¿verdad?
- Precisamente cuando el pueblo se preparaba para asistir a las elecciones generales del 1ero. de junio de 1952 para decidir libremente quien debía gobernarlo. Batista que era uno de los candidatos que según los sorbelles(no se entiende) carecía de la menor probabilidad de triunfo se valió de cierta influencia en algunos oficiales del ejército y fundamentalmente se valió de la sorpresa porque nadie en Cuba absolutamente pensó que hubiera hombres capaces de perpetrar aquel crimen contra el país que marchaba normalmente por vías legales y que estaba disfrutando de una etapa de paz, de progreso en todos los órdenes
- Dr. ¿y cómo surgió el ejército del cual usted es comandante ahora?
- Virtualmente nuestro ejército surgió de la nada. Nosotros arribamos a Cuba el 2 de diciembre de 1956 con un pequeño contingente expedicionario, aquel contingente fue compuesto en su mayor parte por hombres inexpertos, sufrió un revés inicial que de hecho lo dispersó, sólo quedamos un grupo reducidísimo de hombres, en total cuando se hizo el primer recuento. Cuando nos reagrupamos de nuevo había solamente 7 fusiles, no obstante ello decidimos seguir porque estábamos en la alternativa de reconocer nuestra derrota o morir. Aunque era, aunque era difícil aquella situación, no obstante tuvimos fe. Fe en que había posibilidades de progresar de nuevo si nos dedicábamos a continuar la lucha. En dos palabras, nos negamos a rendirnos, nos negamos a darnos por vencidos y los frutos son los resultados que usted puede presenciar actualmente en que hemos progresado mucho, tenemos ya un pequeño ejército y constantemente nuestra fuerza aumenta. Tenemos esperanza de que podamos al fin y al cabo conseguir el objetivo inicial.
- Usted fijó un plazo determinado para el desembarco en Cuba, es más usted anunció públicamente, si no me equivoco, que desembarcaría en su patria al frente de su expedición, ¿por qué lo hizo teniendo en cuenta que daba así una ventaja a los efectivos de Batista que sin duda lo esperarían?
- Bueno eh...esa técnica es discutible, si bien es cierto de que todo plazo en el orden político o en el orden revolucionario es comprometedor, conociendo nosotros la idiosincrasia de nuestro pueblo consideramos de que había que hacer una promesa formal, dramática si se quiere, para levantar la fe del pueblo que estaba escéptico porque de aquellos hombres de quienes esperaba una actitud revolucionaria, una acción eficaz contra la tiranía no había recibido, eh..., no había recibido ayuda alguna. En virtud de eso nos vimos en la necesidad de lanzar un plazo, nos fijamos un plazo a nosotros mismos ante el pueblo, decididos a cumplirlo, como realmente lo cumplimos, lo hicimos porque sabíamos que cumpliríamos nuestra palabra. Lo importante era comenzar la lucha, después veríamos y así fue efectivamente, se dijo el plazo y es una ventaja para el enemigo pero también es verdad que se levantó alrededor de aquella promesa una gran fe en el pueblo y un estado de ánimo propicio para iniciar la lucha revolucionaria.
Celebrando el triunfo de la Revolución con su hermano Raúl y los guerrilleros del M-26
- Desde entonces su pequeño ejército se fue engrosando hasta reunir a miles de hombres. ¿De dónde logró el armamento con que actualmente cuenta?
- Realmente puedo asegurarle que la casi totalidad de las armas que nosotros poseemos se la hemos arrebatado al ejército de la tiranía. Como usted puede ver casi todos los fusiles, son fusiles automáticos de los que usa el ejército y nosotros tenemos un récord de todas las armas ocupadas en cada combate, los verdaderos abastecedores de nosotros son los soldados del dictador Batista.
- Bien, y el dinero para mantener a las 7 columnas del Ejército Revolucionario ¿de dónde procede?
- Bueno, pues usted lo ha podido ver, aquí mismo a pesar de ser una población pobre, constantemente llegan ofreciéndonos recursos para la lucha, recursos que aquí nosotros no aceptamos. Nuestra recaudación procede de la ayuda del pueblo obtenida a través de nuestros responsables de finanzas en todas las localidades de Cuba, nos ayudan personas pobres, nos ayudan personas pudientes, todo el que desea de algún modo o de otro, ver el fin de esta trágica situación que vive nuestra patria, contribuye con su aporte económico a nuestro movimiento y así felizmente nos hemos sostenido hasta hoy.