29 Septiembre de 2015 04:55
El Daily Mail publicó un ensayo del fotógrafo sueco Magnus Wennman, en el que se intenta mostrar una cara conocida pero no por eso menos dramática de los refugiados en Europa. Las imágenes hacen hincapié en un hecho tan simple como desolador: el dormir. Con frío y asustados, y siempre con el recuerdo de sus familiares muertos, los niños que escaparon de Siria tienen una realidad en Europa que dista años luz de lo esperable.
Ahmad (7) duerme sobre el pavimento en Hungría. Pudo escapar a bombardeo, pero su hermano murió.
Shehd (7) duerme en Hungría. Ama dibujar. Desde el conflicto sólo dibuja armas.
Muchos de estos miles de chicos son tan chicos que no entienden nociones de guerra o de paz. Otros, sufren terrores irracionales ocasionados por los bombardeos, las muertes, las heridas y otras vivencias inimaginables para el resto de la humanidad, pero vívidas para ellos.
Ralia y Rahaf (7 y 13) duermen con su padre en la calle de Beirut. Una granada mató a su mamá.
Ahmed (6) duerme sobre el pasto en Serbia. Viaja con su tío. Su padre fue asesinado en Siria.
Desde 2011, la guerra desatada entre el presidente sirio Bashar Al- Assad y los grupos rebeldes como ISIS se cobraron 200 mil muertos y produjeron no menos de 4 millones de refugiados. Estas fotos muestran que estos chicos escapados de Siria -muchas veces junto a sus familiares- duermen (y viven) como pueden. Muchas veces enfermos de polio o neumonía. Los sanos tienen súbitos ataques de llanto. En 1989, Andrés Calamaro compuso una canción que se llamó “Nadie sale vivo de aquí”, un tema que bien podría ser trágicamente reversionado en una frase cargada de dolor. “Nadie sale sano de aquí”.