Junto con la gran cantidad de privilegios que Kate Middleton ganó al casarse con el príncipe William de Inglaterra y convertirse en duquesa de Cambridge, también viene un "pack" de prohibiciones protocolares que no muchos conocen.
Kate debe vestirse de manera recatada.
Algunos de los más estrictos tienen que ver con la vestimenta. La joven -madre de los príncipes George y Charlotte, y actualmente embarazada de su tercer hijo- no puede usar faldas por encima de la rodilla ni escotes pronunciados.
Tampoco puede ser vista en público vistiendo ropa casual como jeans o remeras. Y su maquillaje, desde el lápiz labial a la pintura de uñas, debe ser de colores claros y discretos.
Mesura
Sus declaraciones públicas también están obligadas a seguir lineamientos mesurados: está muy mal visto en el seno de la monarquía inglesa que sus miembros sean política o socialmente polémicos.
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Justamente, buscando esa idea de neutralidad es que, a pesar de que no se les prohibe abiertamente, ninguno de los miembros de la familia real británica vota en las elecciones inglesas.
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Kate, al mismo tiempo, no puede dedicarse a ningún oficio, carrera laboral o cargo público, por lo cual jamás dio rienda suelta a los conocimientos adquiridos en la Universidad de St. Andrews, donde obtuvo un título en historia del arte, ni a su vocación por la moda.
De lo lógico a lo bizarro
Algunas de las reglas que debe seguir la duquesa están basadas en lógicas preocupaciones por su seguridad. Así, por ejemplo, nunca puede firmar autógrafos por temor a que alguien falsifique la firma y la utilice con fines delictivos.
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Sin embargo, otros protocolos son mucho más absurdos. Así, tanto Kate como el resto de los miembros de la familia real no pueden continuar comiendo en ningún evento oficial si la reina Elizabeth finalizó su plato.
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Al mismo tiempo, en esta clase de ceremonias, la esposa del príncipe William no puede sentarse en cualquier lugar, sino que debe seguir la estrictas instrucciones que indican que los invitados se posicionan según su rango.