De manera sorpresiva, el primer ministro ruso Dmitry Medvedev y todo el gabinete de Vladimir Putin renunció luego de que el presidente propusiera una serie de reformas políticas que busca reducir el poder presidencial y brindarles más facultades al primer ministro y a los legisladores.
De acuerdo a un comunicado de Medvedev, su renuncia obedece al hecho de que "estas enmiendas supondrán cambios significativos no sólo en varios artículos de la Constitución, sino también en el equilibrio de poder ejecutivo, legislativo y judicial".
¿Qué busca Putin?
La reforma que impulsa pretende, en un principio, que la candidatura del primer ministro deba ser aprobada por la Duma (el parlamento ruso) en lugar del presidente, como sucedía hasta ahora. El mismo mecanismo deberá ser aplicado en el caso de todos los miembros del Poder Ejecutivo. El otro gran punto en la renovación que busca Putin apunta a brindarle status constitucional al Consejo de Estado, un órgano asesor creado hace dos décadas.
Otros puntos en la reforma también apuntarían a elevar el requisito de residencia en el país de 10 a 25 años para los candidatos a presidentes y a prohibir que los funcionarios públicos tengan ciudadanía extranjera.
La cuestión polémica es que detrás de todos estos cambios se ocultaría la voluntad de Putin de continuar ejerciendo el poder desde otros espacios en el futuro, aunque ya no posea el título de presidente.
Así, considerando que su partido controla 341 de las 450 bancas de la Duma, conseguir el apoyo suficiente para volver a convertirse en primer ministro -algo que ya hizo en 2008, con Medvedev como presidente- no le sería nada complicado.
Además, en caso de no optar por ese camino, Putin también podría convertirse en cabeza del Consejo de Estado que, si su reforma es exitosa, tendrá estatus constitucional y por ende una posición de gran influencia.