12 Septiembre de 2019 10:09
Sigue el juicio contra la madrastra asesina por el asesinato de Gabriel Cruz, el nene de ocho años hallado muerto en el baúl del auto de la pareja de su padre. Después de la contundente declaración de los padres del nene, llegó el turno de los oficiales de la Guardia Civil que siguieron a la imputada, Ana Julia Quezada, mientras continuaba la búsqueda del nene desaparecido. Además, se conocieron las siniestras grabaciones en la que se la escucha hablarse a sí misma en el momento en el que intentaba deshacerse del cuerpo.
Fue, sin lugar a dudas, una de las audiencias más fuertes del juicio. Quienes declararon fueron los dos agentes de la Guardia Civil a quienes se les asignó al quinto día de desaparición del nene hacer un “seguimiento” de Quezada, quien por entonces ya era considerada como una de las principales sospechosas, aunque ella lo desconocía.
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Además de seguir todos sus movimientos, la Policía española instaló un circuito de micrófonos en el auto de Quezada. Mientras que la mujer se mostraba casi en cadena nacional acompañando a su pareja y padre de Gabriel, Ángel Cruz, los investigadores seguían cada uno de sus pasos. Así fue como, para sorpresa de muchos, la mujer que lloraba en la televisión y pedía por la aparición de su hijastro fue detenida el domingo 11 de marzo del 2016; sólo 12 días después de que fuera denunciada su desaparición.Llanto y desesperación, aunque se declaró inocente: el relato de la "madrastra asesina" de España
¿Qué fue lo que sucedió ese día? ¿Por qué cayó la madrastra asesina? Después de detectar una actitud sospechosa por parte de Quezada y de conocer datos hasta entonces desconocidos del violento vínculo que mantenía con el nene de ocho años, la Policía comenzó a seguir todos sus movimientos. Ese domingo, la mujer agarró su auto y emprendió viaje rumbo a la localidad de Rodalquilar, ubicada en el municipio de Níjar en la provincia de Almería.
El destino ya era sospechoso: en esa localidad se encuentra la casa de la abuela paterna de Gabriel, el último lugar en el que había sido visto con vida por la propia Quezada. Los investigadores no lo sabían, pero allí se encontraba enterrado el cuerpo del pequeño desde el 27 de febrero en el que se denunció su desaparición.
Al llegar, Ana Julia se bajó del vehículo y caminó “directo a punto exacto”. No dio vueltas. Sabía para lo que había ido hasta ahí. Los efectivos de la Guardia Civil grabaron toda la secuencia, pero nunca esperaron ver lo que ocurría delante de sus propios ojos. “Ana Julia agarró el cuerpo del niño para ponerlo en su coche. Era un bulto envuelto en una toalla de colores, al principio no sabíamos qué era”.
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Mientras caminaba rumbo a su auto, se le “escurrió el bulto y quedó al descubierto una parte”. “Pudimos observar la cabeza y los dos brazos de Gabriel”, recordó el oficial ante el tribunal. En un principio, las imágenes muestran que Quezada intentó llevar el cuerpo en posición de cuna, pero “se le escurrió”.
“Le costó bastante ponerlo dentro del maletero (baúl), estuvo por lo menos un minuto. Creo que se le llegó a caer al suelo”, sumó el oficial. Una vez que lo logró, Quezada se volvió a subir a su auto y partió rumbo a la casa que compartía con el padre del pequeño. Mientras la seguían de cerca, los efectivos escucharon qué decía la mujer. “Bien, ahora a llevárselo de aquí”, fue lo primero que pronunció.
Mientras conducía los 30 kilómetros que la separaban de su destino final, la mujer se arengaba en voz alta con la siniestra frase: “Ana, no vas a ir a la cárcel; no vas a ir presa”. De acuerdo a su declaración, Quezada quería que encontraran el cuerpo y la inculparan por el homicidio que había cometido. “Lo hice para que me encontraran, no soportaba más el secreto”, aseguró.
Lo hice para que me encontraran, no soportaba más el secreto"
Sin embargo, de acuerdo a la investigación, la Fiscalía asegura que la mujer sabía que iban a rastrillar la zona y buscó hacer desaparecer el cuerpo antes de que fuera encontrado. Al llegar a la puerta de su departamento, la mujer se encontró con un importante operativo policial: tenían ya todas las pruebas para imputarla.