Estados Unidos recibió al papa Francisco con curiosidad y alegría, pero la apertura tiene un límite. Para abolir la pena de muerte, una de las marcas características de su sistema penal, harán falta más que gestos y palabras.
Hoy a la madrugada, Georgia ejecutó a Kelly Renee Gissendaner, la primera mujer en morir a manos de ese estado en 70 años.
Como contó BigBang, tenía 47 años y fue sentenciada a la pena capital por planear y matar a su esposo en 1997, junto a su amante, Gregory Bruce Owen.
Uno de los casos impacta particularmente: el salvadoreño Alfredo Prieto suma dos sentencias a muerte. Primero fue condenado en California por la violación y asesinato de una joven de 15 años.
Una vez en la cárcel, se vinculó su ADN a un doble crimen cometido en Virginia, adonde fue extraditado. Los abogados insistieron en que el coeficiente intelectual de su cliente era demasiado bajo para ser ejecutado, pero no tuvieron éxito.
Y como Virginia no ejecuta a ningún condenado desde hace tres años, tuvo que recurrir a Texas para que le prestara uno de los sedantes necesarios para la inyección letal.
estadísticas impactantes
Entre los condenados hay pobres, esquizofrénicos y más personas incapaces de defenderse.
Mientras que otras tres ejecuciones están previstas para la semana que viene, unas 3 mil personas esperan su turno en el corredor de la muerte, cuando “apenas” se ejecutan a 40 presos por año.
La habitación más temida.
De los 50 estados que integran el país, 19 abolieron la pena de muerte y muchos no la usan, a pesar de tener la posibilidad de hacerlo.
En color oscuro, los estados más favorables a la pena de muerte.
el pedido papal y el caso saldaño
En su visita a Estados Unidos, Francisco había recordado que es necesario defender la vida y que ese convencimiento “me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte".
"La sociedad solo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito", planteó en el Congreso.
Una de las razones para su prédica fue el caso de un argentino. Víctor Saldaño está condenado a la pena de muerte desde 1995 por homicidio. En 2014, Francisco recibió a su madre, Lidia Guerrero, en el Vaticano.
En las últimas horas se conoció un crudo testimonio de la mujer: "Mi hijo se ha vuelto loco. Está prácticamente muerto en vida. Por el sólo hecho que la persona sabe que mañana la pueden ejecutar, ya eso es una tortura".
Saldaño, el argentino que espera la muerte.
Pero por ahora, Estados Unidos no parece dispuesto a escuchar sus razones.