Marco Enriquez-Ominami es uno de los fundadores del Grupo de Puebla y un amigo muy cercano del presidente Alberto Fernández. Por su papel de articulador en la región, el dirigente chileno adquirió un notable protagonismo en los últimos tiempos. En esta entrevista, skype mediante, Ominami analiza la utilidad del Grupo en el contexto de la pandemia, precisa algunas ideas sobre el mundo por venir y explica cómo es su relación con Alberto.
¿Cuál es la finalidad del Grupo de Puebla, qué rol le ves en este momento en la política de América Latina?
Es un grupo de hombres y mujeres libres que se representan a sí mismos, progresistas, que no representan a partidos ni a gobiernos, que decidieron juntarse para dos cosas: reflexionar y articular al progresismo continental. De 14 países, 40 líderes que tienen todos cicatrices. Cuando hicimos las invitaciones, buscamos solamente gente que tuviese cicatrices, que tuviese algún historial, alguna batalla dada, ganada, perdida, pero gente que estuviera en la batalla, no que estuviera escribiendo sus memorias. Daba lo mismo la edad, pero gente que estuviera en la batalla. Ha tenido un gran éxito quizás por eso mismo.
-El Grupo tuvo una cumbre un rato antes de que uno de sus integrantes, el presidente argentino Alberto Fernández, anunciara la extensión de la cuarentena...
-Está moviéndose como grupo de reflexión, preparando propuestas en materia sanitaria, económica, y también nos propusimos ayudar a proponer el día después. La economía para nosotros - y yo soy uno de los integrantes del Grupo, no soy el vocero- si no tiene una variante moral, es pura matemática.
-Muchos líderes del mundo -incluyendo el presidente argentino- dicen que el mundo no volverá a ser el mismo cuando pase esta pandemia. Sin embargo, pareciera que no todos están diciendo lo mismo o que no todos se imaginan el futuro de la misma manera... Algunos dicen que el neoliberalismo ya fue. ¿Por qué están tan seguros?
-Bueno, primero por razones filosóficas. El neoliberalismo, una de las definiciones que más me gusta, se propone obtener la mayor felicidad al menor costo. Eso aplica en algunas cosas, pero no, por ejemplo, en la salud. ¿A qué Gobierno se le va a ocurrir ahorrar en salud ahora? ¿La palabra “eficiencia”, dónde está? ¿Cuál es el precio justo de un respirador? Dímelo. Entonces el neoliberalismo tiene un problema, es que en algunas dimensiones de la vida no funciona. Por ejemplo, Salud, Educación, Vivienda, Transporte. Esa es una derrota del neoliberalismo, que nos hizo creer que había que maximizarlo todo al menor costo y no, no es así. No funciona así en esas áreas al menos. Y lo segundo, en esta idea de que la cooperación, la colaboración, la integración son valores fundamentales, tienes otra prueba. Si Argentina resuelve su problema con la pandemia y Chile no, ¿cuánto dura Argentina? Dos días. Ya lo habíamos dicho respecto del narcotráfico: no lo quisieron escuchar las derechas. Ahora lo están escuchando a golpes. El problema es que el aprendizaje de las derechas siempre cuesta vidas, cuesta muy claro que aprendan.
-Sin embargo, siguen planteando el dilema artificial entre economía y salud.
-Yo creo que efectivamente estamos en un dilema falso con los economistas. Hoy día la economía sin salud no tiene destino. Son obviedades, pero esas obviedades hoy en día son esenciales para poder controlar esta pandemia.
-¿Qué relación tenés con Alberto? ¿Sos su asesor?
-No, no no... Esa es una especulación infundada. Soy un amigo, un progresista, un militante, un gran amigo del peronismo progresista, un gran amigo de él y un gran admirador de él. Alberto, a quien respeto y admiro, no necesita asesores para estos temas de la política continental, porque él tiene una convicción gigantesca. Yo me reclamo amigo porque él lo ha dicho públicamente y yo lo hago mío. Yo lo quiero muchísimo desde hace muchos años, en los momentos luminosos, los momentos difíciles, los momentos... y él siempre ha sido conmigo muy generoso. Es un hombre que cree en la amistad en el sentido aristotélico. Aristóteles tenía un tratado sobre la amistad, la identificaba como un atributo clave. Alberto es un gran amigo. Todo lo que yo diga sobre él tiene la impronta de quien se considera amigo, pero créeme que conozco muchos presidentes, muchos y muchas. He trabajado con muchos y me he relacionado con muchos. Es lo mejor que he visto. Lejos lo mejor. Es un hombre que tiene muy poca vanidad, que se propone misiones y ahora está empeñado trabajando contra la pandemia a tiempo completo.
-Ahora cuando uno tiene un amigo cercano lo escucha, la opinión de los amigos, cuando uno está por tomar una decisión, siempre interesa, digamos que son casi las primeras personas que uno consulta...
-Aquí soy yo el que lo consulta a él (risas)... Somos compañeros, fundamos juntos al Grupo de Puebla, y en torno al grupo de Puebla conversamos mucho de la importancia que tiene ese Grupo para él, para el progresismo, para nuestros valores. Es muy importante que exista un grupo coordinado. Fíjate que el viernes éramos 14 países, había 11 ex presidentes, ex cancilleres, candidatos presidenciales, congresistas, ministros, futuros presidentes... Estaba el candidato presidencial de Bolivia que va encabezando las encuestas... En fin, es un grupo humano muy humilde que trabaja pensando creativamente... Y a eso Alberto le ha dado una sustancia, una fuerza sensacional.
-Vos me decías que sería un desastre si la Argentina controla la pandemia y Chile no... ¿Cuál es tu opinión acerca de las políticas preventivas adoptadas por Sebastián Piñera en tu país?
-Mira, Piñera es un mitómano y todo lo que yo diga sobre Piñera tenés que dividirlo por dos porque yo fui adversario de él dos veces. Tengo la peor opinión de él: creo que el tipo es un mentiroso, un inepto y un incompetente, pero es el Presidente de Chile. Y yo quería su renuncia hasta hace un mes atrás. Hoy no quiero su renuncia: quiero que trabaje y se deje de mentir. Y no creo que sea justa la polémica que he leído en estas horas, que el Estado de Chile, que tiene tanto funcionario público espectacular, quede preso en una polémica falsa iniciada por un mitómano que quiere convencer a los demás de que es el mejor presidente del mundo. Él no tiene sentido común, es un antisocial. Fíjate que para mí es muy complicada la entrevista, porque tú eres argentino y yo no acostumbro a hablar mal del Presidente de Chile fuera de Chile, pero creo que el tipo se expone todos los días a que uno lo tenga que criticar muy duramente.
-Dijiste que el neoliberalismo, el sistema hegemónico en varios países poderosos, ya fue, que las economías del mundo van a estar inevitablemente más relacionadas entre sí, aún más que ahora... ¿Qué tipo de sistema te imaginás? ¿Adónde vamos?
-Yo creo que vamos primero a una redefinición de varias cosas. Una es la deuda, la deuda es milenaria, no tiene diez años, ni 30 años, la deuda no nació con el FMI. La humanidad vive en deuda. Vamos a tener que resignificar las deudas. Los Estados van a tener que respetar que se puedan prestar dineros sobre la base de que sean para el desarrollo productivo y no para el sistema financiero. Segundo: esto es una crisis económica real, no es una crisis financiera. Es de oferta y demanda: baja la demanda, baja la oferta, quiebran las empresas. Baja aún más la demanda porque hay menos empleo. Yo creo que va a tener que venir un paquete fiscal muy fuerte de reasignaciones presupuestarias. En el caso de Chile, por ejemplo, gasta más en Defensa que en Salud. Esa es una pregunta interesante para una sociedad: ¿Dónde van las prioridades? ¿En tanques, armas o enfermeros, enfermeras, médicos? Yo creo que vamos a ir, en tercer lugar, a una cosa muy sustantiva, que es que vamos a tener que avanzar armonizados, es decir juntos pero no mezclados. Juntos pero coordinados. Con distanciamiento social, con estados más autoritarios, en el mundo occidental vamos a tener un gran debate, y al mismo tiempo ser muy imaginativos porque vamos a tener que estar más coordinados que nunca, más alejados objetivamente, pero más cerca subjetivamente. Eso va a ser un nuevo ajuste, ahora tú sabes que el ser humano es un animal político y algo que es aún más complejo: un animal de costumbres. Nos vamos a tener que acostumbrar. Ese es el problema de la humanidad: que estamos acostumbrados a preocuparnos y a ocuparnos de problemas, pero también somos animales de costumbres. Nos vamos a acostumbrar, y la pregunta es ¿nos vamos a acostumbrar a qué'. Y ahí está el Grupo de Puebla: ojalá nos acostumbremos con valores más parecidos a los de la Revolución Francesa que a los del consenso de Washington, más parecidos a la Revolución Francesa que a los valores que inspiran a Bolsonaro, Trump y Piñera. Esa es la discusión que viene ahora, una disputa. Por último, hay una cosa que para mí es de sentido común pero que se va a instalar ahora mayoritariamente, y es que el mercado es apenas una herramienta: el Estado es el brazo. Y esa discusión va a ser muy rica.
-¿Por qué decís que vamos a Estados más autoritarios? ¿Te referís a la pérdida de libertades individuales para preservar la salud, o hablás de otra cosa?
-Ahí tenés un ejemplo. En estas semanas los presidentes son todos poderosos puesto que ni tu ni yo podemos reunirnos en ninguna parte. La protesta social, las grandes conquistas de la humanidad se hicieron en la calle. Hoy día quienes controlan la agenda son los presidentes en ejercicio, que son más poderosos que nunca. La pregunta es en qué condición van a quedar en el día después de cada país, cuando se haga el balance de cómo lo gestionaron. Pero hoy fíjate que incluso en los países más complicados, todos los presidentes aumentan su popularidad. Creo que hay uno o dos casos en que la bajaron, pero la gran mayoría la aumentó, porque necesitamos confiar. Yo mismo, que creo que Piñera es un incompetente, un inepto y un mitómano, ya no quiero su renuncia. Lo necesitamos trabajando, por el bien de Chile. Yo no habría dicho eso hace un mes: hace un mes te habría dicho que lo más sensato y responsable era que él se fuera. Hoy te digo que, aunque creo que es un mitómano, un incompetente y un inepto, no corresponde su renuncia.