Ni angel ni fantasma. Ni aparición misteriosa. El chico de 15 años, que ayudó a los rescatistas tras la caída del avión que llevaba al equipo de Chapecoense que se accidentó poco antes de llegar al aeropuerto de Medellín, vive en una casa precaria a unos 4 minutos a pie del lugar de la tragedia.
En varios medios se dijo que el chico que ayudó a los rescatistas había desaparecido sin dejar rastros después de colaborar durante varias horas con las tareas, por lo que se comenzó a especular con las teorías más diversas.
Al final, la verdad llega. El diario El Colombiano reveló que se trata de un adolescente de 15 años, que se llamaba John Alexis, y que vivía con su padre Miguel Ramírez, en una precaria casa situada en la montaña.
El diario que reveló la verdad de la historia.
Los dos estaba viendo la televisión cuando escucharon el estruendo producido por el impacto del avión de Lamia contra la montaña. Salieron y vieron humo que se confundía con la niebla, pero no llegaron a ver los restos del avión. Un poco más tarde los noticieros colombianos informaban del accidente.
Así relacionaron lo visto en la tele con lo que habían escuchado un rato antes y salieron a buscar el lugar donde se había producido el accidente, que estaba a no más de cuatro minutos caminando del lugar donde ellos viven.
“Ya había algunos bomberos y policías cuando llegamos, gritaban que a un lado había uno, que allí estaba el otro. Comenzaron a sacar los heridos pero estaban abriendo trocha hacia el morro y así era muy demorado, así que les dijimos que había un camino más fácil y más rápido”, dijo Johan Alexis.
Según explica el diario el adolescente de 15 años y su padre guiaron a los rescatistas por el camino que siempre transitan cerca de sus cultivos de tomate, frijol y arveja y que llevaba directamente a la ruta, lo que facilitaba la salida de las ambulancias hacia los hospitales más cercanos.
“Ya estaban saliendo con Alan (Rushell, el primer rescatado con vida) y le dije a un bombero que era como uno de los jefes que yo conocía el camino, los acompañé y me vine corriendo donde estaban los policías para decirles que teníamos uno de los heridos en la carretera. Ya había un viaje de carros que habían llegado al lugar”, agregó.
Miguel y John subieron y bajaron varias veces por el sendero tan conocido por ellos para guiar a los bomberos y rescatistas en el camino hacia la ruta, donde esperaban las ambulancias.
John guía a los rescatistas en el sendero de la montaña.
Los rescatistas agradecieron la ayuda, hasta que un policía se puso la gorra. “Subíamos por más heridos cuando cerca de las dos. un policía nos sacó mal sacados, nos dijo que nos fuéramos, que quién sabe con qué intenciones habíamos ido. Un bombero discutió con él y le dijo que estábamos colaborando. Para evitar problemas volvimos al cambuche donde pasamos la noche”, se lamentó el padre de John.
Los dos volvieron a la casa donde viven con la mamá de él y una hermana pequeña. Pero el adolescente no pudo pegar un ojo durante el resto de la noche, conmovido por la magnitu de la tragedia.