En diciembre de 1914, pocos tenían ganas de celebrar la Navidad. Una de las contiendas bélicas más sangrientas de la historia, la Primera Guerra Mundial, minaba gran parte de Europa.
Las trincheras alemanas, sitio de vigilancia y combate.
El papa Benedicto XV había rogado a los gobiernos de los países en guerra que instrumentaran una tregua durante la fiesta más importante del cristianismo. Nadie quiso hacerle caso.
Pero lo que ni siquiera el sumo pontífice pudo lograr si lo hizo la voluntad de los soldados alemanes e ingleses. En la Nochebuena, las tropas alemanas estacionadas cerca de la ciudad belga de Ypres iluminaron sus trincheras con velas y decidieron cantar villancicos para festejar a su manera.
El diario inglés the Daily Mirror llevó en su portada una fotografía de ingleses y alemanes confraternizando.
Enfrente, sus enemigos, los ingleses, comenzaron a imitarlos. Pronto, ambos lados intercambiaron saludos navideños a los gritos, aún sin animarse a abandonar sus posiciones.
Cigarrillos y fútbol
Pero, horas después, la confraternización le ganó al odio y al miedo. Varios soldados se animaron a salir de sus trincheras para estrechar la mano del enemigo e incluso intercambiar pequeños regalos, como cigarrillos, licor y alimentos.
Alemanes e ingleses se obsequiaron mutuamente cigarrillos y bebidas alcohólicas.
Las escenas de amistad navideña se repitieron en otras regiones de batalla, como el pueblo francés de Neuve Chapelle donde la tregua fue iniciada de la mano de una carta escrita por un general inglés y enviada a las líneas alemanas.
Varios partidos de fútbol se armaron de manera improvisada entre los soldados.
Algunos reportes incluso indican que varios partidos de fútbol informales se organizaron entre soldados de ambos bandos en los terrenos ubicados entre las trincheras, conocidos en la jerga de guerra como "no man's land" ("tierra de nadie").
Un hecho irrepetible
La tregua de Navidad de 1914 ocurrió apenas cinco meses después del comienzo de la guerra. Y si bien volvieron a instrumentarse ceses del fuego de corta duración durante el resto de la contienda, los oficiales de alto rango comenzaron a amenazar con sanciones disciplinarias a los que se atrevieran a encarar acciones de paz similares.
Sin embargo, esa tregua aún subsiste como el ejemplo histórico más profundo y extendido de la voluntad de ir contra el espíritu de la guerra, y de llevar el sentido de la frase "noche de paz, noche de amor" a su sentido más literal.