Puede suceder que algunas damas o caballeros sientan que los robots sexuales les brindan placer pero son, por decirlo de algún modo, un poco fríos. Para compensar ese déficit llegó Henry, un robot que, además de haber sido creado para el placer, también recita poemas. Ofrece sexo y romanticismo, entonces, por el módico precio de 12 mil euros: al momento de escribir esta nota, unos 564 mil pesos argentinos.
Henry es un (¿producto? ¿amante? ) de la marca RealBotix, especializada en robots hiperrealistas y carísimos. Tiene ojos verdes, es delgado y parece haber pasado por el gimnasio para robots antes de salir a la venta. Además, tiene otra virtud de la que ningún hombre de carne y hueso podría jactarse: un pene regulable. ¿Lo qué?
El tamaño del pene es regulable: si la interesada o el interesado lo prefiere grande, pequeño o mediano, puede elegir, o bien si es de los/las que creen que en la variedad está el gusto, puede variarlo de un encuentro al otro.
Además de leer poemas, Henry puede ser fogoso, contador de chistes o amable: todo depende de cómo controles su personalidad desde la app correspondiente. De este modo, con el tiempo los/las interesados/as pueden ir moldeando a Henry a su total gusto y placer, no sólo en su exterior sino también en su interior. Bien ahí.
Aunque su precio es muy alto y su consumo parece a primera vista un poco exótico, la empresa que lo produjo tiene depositadas ciertas esperanzas en Henry. Sin embargo, todavía el precio es un poco alto: sobre todo en relación con lo que cuesta mantener a un poeta de verdad.