11 Septiembre de 2019 11:20
Los padres de Gabriel Cruz, el nene de ocho años asesinado en 2018 por la novia de su papá, declararon en el marco de la segunda audiencia del juicio al que la madrastra, Ana Julia Quezada, llega como única imputada por el asesinato. El duro cruce protagonizado por Patricia Ramírez, la mamá del pequeño; y el pedido especial que hizo el padre para no ver a su ex pareja.
Fue una jornada clave en el juicio. Por la mañana, la propia Quezada declaró ante el tribunal. La mujer de 45 años confesó -una vez más- el crimen, aunque se declaró inocente y aseguró que sólo intentó defenderse del nene de ocho años, que había comenzado a atacarla verbalmente y la había amenazado con un hacha.
Eres mala, muy mala; rematadamente mala”
Horas después, llegó el turno de los padres de Gabriel, la abuela paterna (dueña de la casa de campo en el que fue asesinado) y la prima con la que el nene de ocho años había ido a jugar el día del crimen en la localidad de Hortichuelas, mientras se encontraba al cuidado de su madrastra. Todos ellos habían escuchado con atención el “descargo” de la madrastra asesina.
La primera en sentarse delante del tribunal fue Patricia. La mamá de Gabriel llegó acompañada por su psiquiatra y pidió que se retirara el biombo que los jueces habían dispuesto para evitar que se cruzara con Quezada. “Quiero verte la cara, asesina”, le espetó sin matices a la confesa homicida de su hijo al ingresar a la sala.
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Ambas mujeres estuvieron a escasos metros. Tal era la distancia que, de haber extendido su brazo, Patricia habría podido tocar a Quezada sin esfuerzos. Ana Julia se sentó en posición recta y se preparó para la que sabía sería una de las declaraciones más incómodas de todo el juicio. Ambas mujeres mantenían una mala relación antes del crimen y los violentos audios que Quezada le enviaba con frecuencia a Patricia formaron parte de las pruebas que los padres del pequeño presentaron en el juicio.
“Eres mala, muy mala; rematadamente mala”, disparó la mamá de Gabriel, mientras clavaba su mirada en Ana Julia. La madrastra asesina intentó aguantar el cruce de miradas, pero no lo logró: se volvió a quebrar en llanto y bajó la cabeza. En efecto, la declaración fue breve y duró menos de diez minutos.
Luego llegó el turno de Ángel Cruz, el padre de Gabriel. El hombre sí requirió que se volviera a poner el biombo, dado que no quería tener contacto visual con su ex pareja. En efecto, Ángel y Ana Julia llevaban casi dos años de relación al momento del crimen. Pese a que se mostró sorprendido al momento de la detención, nunca habló en público sobre la asesina de su hijo.
Distinta fue la posición pública que mantuvo Patricia, en especial después de que Ana Julia confesara el crimen. La mujer, de marcado perfil bajo y templanza, unió fuerzas legales con su ex pareja para llegar juntos al juicio. Y si bien siempre sostuvo la inocencia del padre de Gabriel, le dedicó duras palabras a la asesina de su hijo antes del entierro del pequeño.
"La bruja ya no existe": las palabras del a mamá de Gabriel antes del entierro de su hijo
“Gracias a todos, de todo corazón. Ayer me llegó por Internet un cuento, muy bonito; no sé quién lo ha escrito. En donde decía que en verdad nosotros no hemos perdido, sino que mi hijo había ganado. Había ganado porque desapareció la bruja mala del cuento y por la cantidad de familias que ha juntado, por todo lo bueno que logró sacar de todos nosotros. Sabemos que está allá jugando con sus peces y la bruja ya no existe. Nos toca llevarlo al cementerio ahora y pedimos privacidad”, fueron las emotivas palabras que dio en el marco del multitudinario adiós que tuvo lugar en la Catedral de Almería.
“Sí, lo maté porque...”: la escalofriante confesión de la madrastra asesina que conmociona a España
Quezada permanece detenida desde el domingo 11 de marzo del 2018 en el que la Guardia Civil encontró el cadáver de la criatura. Confesó el crimen en cuestión de minutos para horror de su pareja desde hacía casi dos años, Ángel Cruz; quien hasta ese día llevaba adelante una desoladora búsqueda a nivel nacional junto a la madre del pequeño, Patricia Ramírez, y a la propia Quezada.
La primera declaración de Quezada es casi idéntica a la que dio este martes ante el tribunal. De acuerdo a su versión de los hechos, el nene estaba a su cargo el día del crimen. Su padre se encontraba en el trabajo y el régimen de visitas que había firmado con la madre de Gabriel era inflexible: debía cuidarlo los martes, jueves y fines de semana de por medio.
Llanto y desesperación, aunque se declaró inocente: el relato de la "madrastra asesina" de España
“Sí, lo maté”, reconoció entre lágrimas la imputada, al tiempo que aclaró de inmediato: “Pero fue un accidente”. Esa tarde se encontraban en el jardín de la casa de la abuela del menor, ubicada en la localidad de Las Hortichuelas. “Al niño le gustaba estar allí. Estaba a mi cargo porque Ángel tenía que ir a trabajar y a las ocho de la noche lo llevaba el padre a la casa de su madre”, sumó. En efecto, la fiscalía pudo acreditar que era habitual que la mujer lo cuidara los martes allí.
Estaba chillando que era una negra fea"
Aunque durante toda su declaración insistió con que mantenía una buena relación con el hijo de su pareja, Ana Julia advirtió que esa tarde Gabriel comenzó a atacarla verbal y físicamente. “Estaba chillando 'negra fea, tú no me mandes que no eres mi madre; quiero que mi madre se case con mi padre, no quiero que esté contigo; vete a tu país'. Yo estaba muy nerviosa, sólo quería que se callara, pero no quería matar al niño. Simplemente le tapé la boca”, precisó, antes de quebrarse en llanto.
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Los resultados de la autopsia desmienten su versión de los hechos. En efecto, se constató que Gabriel presentaba hematomas en su cuerpo y cabeza. “Lo apaleó, lo vio balbucear con vómito y ahí lo asfixió”, relató en la primera audiencia el abogado de los padres del niño. La fiscal del caso, Elena Fernández, también basó su acusación central en los resultados de la autopsia: “Ella actuó con claro ánimo de ocasionarle la muerte a Gabriel, de modo deliberado y consciente”.
En su última declaración, la imputada precisó que primero le tapó “la nariz y la boca” para que “se callara”, y que luego utilizó sus “dos manos”. “Fue un momento muy rápido. Me di cuenta de que no respiraba cuando lo solté. Le puse la mano en el pecho y no respiraba. De lo demás no me acuerdo”, se excusó, pese a que ya había declarado en oportunidades anteriores qué hizo después de asesinarlo. Tampoco logró explicar cómo lo había asfixiado, pese a la insistencia de la Fiscalía.