30 Noviembre de 2017 18:13
Avanzando a paso rápido luego del compromiso entre el príncipe Harry y su novia norteamericana, Meghan Markle, la casa real británica ya estableció que la boda será en mayo en la Capilla de San Jorge, en el palacio de Windsor.
Harry y Meghan quieren una boda discreta.
El dato es de gran importancia, ya que el santuario es de dimensiones modestas e indicaría que la ceremonia sera mucho más intima que la del casamiento de William, hermano de Harry, y Kate Middleton, la cual tuvo lugar en la monumental Abadía de Westminster.
Así, al parecer, la pareja podría "salirse con la suya" y evitar invitar a presidentes y dignatarios internacionales para concentrarse en la familia y amigos cercanos.
Gracias a la abuela
Según fuentes cercanas a la casa real, parte de este escenario tiene que ver con la afectuosa relación entre Harry y su abuela, la reina Elizabeth II.
La Capilla de San Jorge, más pequeña pero también lujosa.
Durante los últimos años, el príncipe ha sabido cambiar su imagen de adolescente rebelde por la de un adulto responsable e interesado por las causas humanitarias, lo cual al parecer ha impresionado favorablemente a la monarca, que ahora le ha brindado a su nieto la posibilidad de organizar la boda a su manera.
También, por supuesto, esa circunstancia influyó en la bienvenida de Markle a la familia, considerando que es una figura poco tradicional para la monarquía inglesa: es divorciada, norteamericana y de herencia afro.
Sin embargo, ya se supo que Meghan deberá acceder a un cambio crucial antes de su boda: será bautizada y confirmada dentro de la Iglesia Anglicana, el culto oficial de la familia real.
Trump, afuera
Aunque la lista de invitados a la boda está lejos de estar finalizada, lo cierto es que ya hay un nombre que muy probablemente quedará afuera: el de Donald Trump.
Para empezar, las opiniones de Markle sobre el presidente norteamericano son muy claras. Así, en una entrevista el año pasado lo tildó de "misógino" y "divisivo".
Pero, además, hay una cuestión de costos. De hecho, Barack Obama no fue invitado al casamiento entre William y Kate Middleton porque iba a significar un gran gasto adicional en medidas de seguridad.