por Matias Ayrala
24 Octubre de 2021 08:00¿Cuál es el camino correcto para encontrar nuestra pasión? ¿Cómo se gestiona un cambio en nuestra vida profesional? ¿Qué formas tengo de alcanzar mis metas? De una u otra forma, casi todas las personas se hicieron alguna de estas preguntas a lo largo de su vida.
Lo cierto es que, muchas veces, el miedo o la baja autoestima impidieron que todo saliera como fue planeado en un principio. Y eso no discrimina en sexo, edad o profesión. Siempre parece existir un enemigo interno listo para boicotear los objetivos que buscamos.
Durante una década, Ignacio Nabhen, que es licenciado en Administración de la Universidad de Buenos Aires y coach ontológico, estudió cada uno de esos puntos. De a poco, descubrió que para que una persona logre un cambio, llegue a sus metas o pueda relanzar su carrera, no es necesario tener más inteligencia, recursos o fortuna que el resto.
Toda ese descubrimiento lo volcó en su primer libro Jaque al impostor, en el que, a través de un sinfín de historias, entrevistas y anécdotas, explica conceptos y las prácticas más efectivos para lograr dar el salto y devela los misterios del Síndrome del Impostor, una afección que, de una u otra manera, afecta a todas las personas.
Sobre su historia, Ignacio le cuenta a BigBang: “Mi carrera arrancó trabajando para otros. Como a mucha gente le pasa, cumplí 40 años, llegó un punto que, aunque me iba bien en la empresa en la que estaba que era una de las más grandes de América, no sabía lo que quería hacer y no estaba contento. Por eso decidí dar un salto al trabajo independiente”.
-¿Cómo fue ese cambio?
-Mi padre justo estaba buscando dar un salto. Él siempre se dedicó a los Recursos Humanos y juntos decidimos hacer el cambio. Nos pusimos una consultora, que al principio fue super desafiante y no nos fue bien desde el principio. Pero en ese camino, me topé con el concepto del coaching y comencé a explorar. Hasta que me fui a Chile a formarme como coach ontológico y se me dio vuelta todo. Ahí me di cuenta que ese era el camino profesional que quería seguir. Así comencé a trabajar como coach con individuos y como coach ejecutivo con lideres de empresas, ejecutivos y emprendedores.
-En medio de ese camino, te hiciste especialista en liderazgo y en particular, sabés mucho sobre el Sindrome del Impostor. ¿Qué es eso?
-El Sindrome del Impostor es algo con lo que me encontré de casualidad y después me di cuenta que era algo que también padecí. Lo que más me sorprendió es que mientras trabajaba como coach, me encontraba con gente que tenía éxito, que era muy capaz de todo, que tenía carreras impresionantes, inteligentes, y con títulos, y sin embargo, en privado, me decían que no se sentían capaces de lograr los objetivos que se proponían. A mí me gusta llamarlo el “mal de que nada es suficiente”. A ellos siempre les falta algo. A ellos les iba muy bien en todo pero cuando debían venderse a sí mismos, les daba vergüenza. Así me empecé a preguntar qué era y por qué les sucedía eso. Así me encontré con ese concepto que sale de la psicología.
-¿De qué trata?
-Es la incapacidad que tenemos algunas personas por la que, en determinados momentos de nuestras vidas, no es que todos lo padecen, no reconocemos cualquier éxito que tengamos. Se lo reconocemos a la suerte, a la casualidad, a la capacidad de convencer a otros de que somos mejores de lo que somos, pero en el fondo, no nos terminamos de convencer nosotros y nos creemos que nosotros generamos ese éxito. Todo eso pone el techo bajísimo en la vida y cierra muchas puertas. Entonces fui indagando y me di cuenta que a mí me había pasado y me contaba ese tipo de historias. Así terminé escribiendo un libro que sale este año y se llama Jaque al impostor.
-¿De qué manera se puede superar este tipo de síndrome?
-Todo proceso de cambio es algo que es gradual, con tiempo y uno tiene que estar alerta para cambiar cualquier conducta. Es natural y a todos nos lleva un tiempo. Pero para mí, el puntapié inicial tiene que ver con entender de dónde sale el Síndrome del Impostor. Las personas reconocemos que tenemos cosas que podemos hacer mejor, cuestiones para desarrollar y demás, el tema es que, a veces, perdemos de vista cuántas fallas y cosas tienen que mejorar los demás.
-¿Y cómo determinamos eso?
-Todos, en alguna medida, comunicamos al mundo una versión parcial de nuestra vida. Y generalmente comunicamos las cosas que nos salen bien. Basta con mirar las redes sociales de alguien. Si te cuento que publiqué un libro, te digo que lo fui a presentar a tal o cual, o que se rankeó tanto. No te cuento todas las peripecias que pasaron para lograr hacerlo. Normalmente no lo hacemos. Y es la forma en la que nos manejamos para ser aceptados. Ahí es donde está el problema. De los demás conozco una versión parcial. Pero de mí mismo, conozco todo, conozco mi versión real. Conozco las cosas que me salieron bien pero también las que me salieron mal: desde mis miserias, mis miedos y demás. De esa comparación entre mi versión real y conocer solo por fuera a los demás, surge una diferencia, que es irreconciliable. Y siempre termino sintiéndome poca cosa ante los demás.
-¿Entonces qué hay que hacer?
-Lo que tenemos que hacer para superar el Síndrome del Impostor es entender que esto nos pasa a todos. Incluso a las personas más exitosas del mundo les pasó de tener miedo o de no creer en ellos mismos. A todos les pasó de tener inseguridades o no sentirse del todo competentes. Me imagino que Jeff Bezos, el dueño de Amazon, no debe sentirse incompetente al igual que cualquiera de nosotros porque vive en otro ámbito, pero a todos nos pasa porque es propio de la condición humana. Y entender eso, es lo que nos hace corrernos del lugar de creer que uno está mal.
-Hablaste las redes sociales, con el crecimiento de Instagram, por ejemplo, donde todo es perfecto, ¿hubo un aumento de este tipo de Síndrome?
-Te lo puedo decir a nivel percepción. No tengo datos concretos. Pero te lo digo por hablar con los clientes. Hay mucha comparación con los demás. Y esa comparación tiene dos ejes. El que se da por el contacto directo y el que se da por lo que se ve en redes sociales. O sea, lo que en el libro llamo “el mito de la vida perfecta”, nos compramos que la vida debería tener cierta serie de hitos y si no los tiene, parecería que siempre nos falta algo.
-¿Qué tipo de hitos?
-Puede ser bienestar económico, me tiene que ir bien profesionalmente, tengo que tener el estado físico de un maratonista, tengo que tener la salud maravillosa, tengo que tener relaciones variadas y lindas... Pero la verdad es que la vida de todos no es así, aunque sea lo que mostramos en redes sociales. Yo muestro una foto comiendo, pero no te muestro si hay una mosca o si hay mal olor en el lugar, es el es mito de la vida perfecta. Si bien no tengo una estadística, no me sorprendería que el Síndrome se haya potenciado por la imagen que vendemos en las redes sociales.
-¿Cómo es tu trabajo como coach?
-Un proceso de coaching suele estar compuesto por una serie de 10 o 12 encuentros, que duran una hora u hora y media. En los cuales, una persona que tiene un problema, lo plantea, charlamos y los coaches tratamos de quitar esas creencias o malestares que tiene, para que pueda encontrar posibilidades en el mismo lugar en el que ve puertas cerradas. Esto no lo hacemos mediante técnicas. Generalmente, una vez que logramos que el cliente pueda ver oportunidades en los primeros encuentros, lo que hacemos en generar un plan de acción para que durante el resto del proceso pueda ir haciendo los cambios que se propone y uno poder acompañarlo y ver qué logra, que no y qué dificultades aparecen. Salvo casos excepcionales, en 12 sesiones se puede hacer un cambio. Ese es el mundo del coaching que tiene variantes si trabajás con un empresario, un ejecutivo o un emprendedor. Y en el ámbito de las capacitaciones, me ocupa de Liderazgo, Comunicación y Trabajo en Equipo y ahí ya es un trabajo que coconstruimos con los clientes en función de las necesidades de los clientes.