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A 100 años del nacimiento de John William Cooke: el eslabón perdido entre Perón y el Che

Fue uno de los más brillantes dirigentes peronistas. Vivió apenas 49 años. Su esposa, Alicia Eguren, fue secuestrada por la dictadura militar.

por Daniel Riera

19 Septiembre de 2018 14:30
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Buenos Aires:

 

Por la presente autorizo al compañero doctor Don John William Cooke, actualmente preso por cumplir con su deber de peronista, para que asuma mi representación en todo acto o acción política. En este concepto su decisión será mi decisión y su palabra la mía.

 

En él reconozco al único jefe que tiene mi mandato para presidir a la totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el extranjero y sus decisiones tienen el mismo valor que las mías.

En caso de fallecimiento, delego en el doctor don John William Cooke el mando del movimiento.

En Caracas, a 2 días de noviembre de 1956.

Juan Perón.

 La carta era clara, el mandato también: John William Cooke llegó a ser el número dos del peronismo, el hombre comisionado por el propio Perón para que asumiera su representación. "El delegado", como se les decía, cuando Perón estaba exiliado, a quienes tenían la delicada misión de ser su "mano derecha" en la Argentina. Hace 50 años falleció, de cáncer de pulmón: tenía apenas 49 y había dejado una huella en su movimiento y en la historia argentina. Se lo recuerda como el dirigente que organizó la resistencia peronista tras el golpe de Estado autodenominado "Revolución Libertadora" y como un hombre de una extraordinaria capacidad intelectual, que intentó sintetizar las tradiciones del peronismo y del marxismo. Eran los días de la Revolución Cubana, que el peronismo en general y Cooke en particular observaron con simpatía.

Lo llamaban El Bebe, acaso por sus cachetes y su rostro aniñado. Venía de una familia radical, pero adhirió al peronismo apenas surgió, sorprendido y conmovido por el protagonismo que habían adquirido los obreros en el nuevo movimiento a partir del 17 de octubre. Tenía apenas 27 años cuando fue electo diputado nacional, cargo que ejerció entre 1946 y 1952.  Sobre aquellos primeros días, escribió: "En 1945... el peronismo fue el movimiento que surgió y triunfó contra todos los partidos, que hizo saltar el esquema de los partidos repartiéndose el poder político. No es que la izquierda hacía crisis; es que era una parte de la superestructura política del imperialismo y saltó junto con los demás pedazos de esa superestructura... El movimiento popular que atacó a la oligarquía y al imperialismo pasó a ser la izquierda por cuanto representaba las fuerzas del progreso nacional y de la independencia del extranjero. Fue una situación revolucionaria, donde los esquemas teóricos no servían. Faltaba una Izquierda Nacional y ese papel pasó a ocuparlo peronismo, aunque sin definirse como tal."

Cooke fue también aquel que dijo un par de frases históricas: "El peronismo es el hecho maldito del país burgués", y también "Peronismo y antiperonismo son, en esta etapa, la forma en que se da políticamente la lucha de clases".  Se consideraba socialista y peronista a la vez y desde esa perspectiva militaba y escribía. Su correspondencia con Perón, recogida en un célebre libro, duró diez años, entre 1956 y 1966. Le tocó afrontar la cárcel: fue detenido luego del golpe antiperonista y logró escapar en 1957 del penal de Río Gallegos junto con su ex compañero de bancada Héctor Cámpora,  los sindicalistas José Espejo y Pedro Gomis, el empresario Jorge Antonio y  el dirigente nacionalista Guillermo Patricio Kelly. La fuga fue una gran humillación para la dictadura militar que ostentaba el poder entonces. En su exilio en Montevideo, Cooke se casó con Alicia Eguren, quien también sería una destacada militante peronista. 

Tras la revolución cubana, vivió en la isla y llegó a participar como miliciano en su defensa cuando se produjo el fallido intento de invasión norteamericana en Bahía de los Cochinos, en 1961. Durante todo ese tiempo se desempeñó como una especie de nexo entre Fidel Castro, Ernesto "Che" Guevara y Perón. Una preocupación lo obsesionaba: la necesidad de que el peronismo mantuviera su "filo" revolucionario: "Cuando usted ya no esté, ¿qué significará ser peronista?", le preguntó, angustiado, al General.

A fines de 1963 creó Acción Revolucionaria Peronista, un movimiento que intentaba configurarse como el ala izquierda del peronismo, con mayor éxito como promotor de la discusión interna que adhesiones. La intención de Cooke era que el peronismo terminara de constituirse como un partido revolucionario y opinaba que mientras no adoptara ese formato "-es decir, con una política revolucionaria entendida como unidad de teoría, acción y métodos organizativos, seguirá librado al espontaneismo, a la yuxtaposición de tácticas que no se integran como estrategia, a los callejones sin salida en que sucesivamente lo meten los dirigentes burocráticos que no conciben otra salida que los frentismos electorales o los falsos atajos del golpismo".

En momentos en que el peronismo estaba proscripto -es decir, inhibido de participar en elecciones libres- Cooke proponía trabajar sobre la base de la "vía insurreccional" en lugar de estar pendientes de que les llegara "de arriba" la autorización para participar políticamente. Hubo entre Perón y Cooke una relación con muchas oscilaciones: a diferencia de otros dirigentes que sobreactuaban lealtad, aplaudían cada frase del General hasta la obsecuencia y luego lo traicionaban, Cooke mantuvo una relación tirante en la cual nunca dejó de ser leal a su líder, pero tampoco dejó de decirle a Perón lo que pensaba.

Cooke y Perón se distanciaron y aunque él siguió perteneciendo hasta su muerte al movimiento peronista, su influencia sobre el General fue disminuyendo: Cooke se oponía a la política de "armonizar" sectores ideológicamente diferentes que planteaba Perón. Sin embargo, no dejaba de considerar que él y no otro eran la única posibilidad de una vida mejor para los trabajadores argentinos. "Perón no sólo es el artífice de la única época en que el obrero fue feliz -década que el tiempo y el drama de hoy embellecen aun más en la nostalgia- sino algo más importante es el recuerdo, el símbolo de la primavera revolucionaria del proletariado argentino, del momento cenital de las grandes conquistas sociales y las reivindicaciones nacionales. Por eso, su mito se alimenta tanto de la adhesión de los obreros como del odio que le profesa la oligarquía, no atenuado por los años porque es el reverso del amor de los humildes... ", escribió.

John William Cooke nació el 14 de noviembre de 1919, hace exactamente 100 años. Su legado teórico es enorme: cuatro tomos, que incluyen uno de correspondencia con Perón. En su última carta a Alicia hizo explícito su deseo de que sus órganos fueran utilizados por quien los necesitara. "2) En caso de muerte, todo lo anterior se aplica con el mismo rigor, aunque he tomado disposiciones -con tu participación- que espero obvien dificultades. a) Donación de mis ojos, de mi piel, etc. b) Gestiones en trámite para donar los restantes órganos y, si es posible, todo lo que reste de mi cuerpo.  3) Si lo anterior fuese factible, cumpliría un doble objetivo: ya que no he podido, por medio de una muerte heroica, contribuir a la solución revolucionaria de nuestro drama americano, al menos podré ayudar a resolver algún problema individual, servir para la práctica de estudiantes de medicina, etc., y, al mismo tiempo; quedarla eliminado el problema de disponer de mis restos mortales, con el consiguiente alivio en materia del orden establecido en materia de velorio, entierro, etc."  No pudo ser: Cooke fue cremado y sus cenizas fueron arrojadas en el Río de La Plata en 2014 por sus viejos compañeros de militancia. Allí se juntaron con los restos de su compañera, Alicia,  a quien un grupo de tareas de la dictadura había arrojado viva en 1977, en uno de los "vuelos de la muerte" de la dictadura de Videla. 

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